Las presentes líneas surgen como consecuencia de haber asistido los pasados días 5 y 6 de octubre al Taller de periodismo cultural y musical organizado por José Alberto López Sustaita, coordinador del seminario de periodismo cultural en Aguascalientes, y por Cristina Alvarado Juárez coordinadora de prensa y propaganda del Sindicato del Personal Académico de la Universidad Autónoma de Zacatecas, y coordinado por el maestro Juan Arturo Brennan en la Ciudadela del Arte en la capital de Zacatecas. Sin duda, el maestro Brennan es el mejor musicólogo y crítico de música en este país, estar con él en este taller fue una experiencia enriquecedora para todos los que asistimos y sin duda te mueve a la reflexión, justamente hablaba respecto a la pobreza que existe en todo el país, incluso la Ciudad de México -yo creí ingenuamente que este problema era exclusivo de provincia- para ejercer dignamente un pretendido periodismo cultural.
La falta de un conocimiento de causa y de un compromiso serio, el hacer el trabajo en automático sin la pasión que el oficio exige, pretender cubrir la nota cultural con los mismos criterios con lo que se cubre la nota social, porque ese es parte del problema, que algunos editores de los diarios y directores de prensa de algún medio de comunicación electrónico, sobre todo en la farándula de los medios comerciales, el mismo reportero que anda cubriendo bodas, graduaciones, XV años, primeras comuniones, es al mismo al que mandan a cubrir una rueda de prensa de la Feria del libro, de una temporada de la OSA, la inauguración de la librería del Fondo de Cultura Económica Dolores Castro Varela, una temporada de teatro o la inauguración de una exposición de pintura, como si la cultura no necesitara de personal capacitado y con un total conocimiento de causa.
Mira, amigo lector, por ejemplo, el día que se presentó en rueda de prensa el programa cultural del Festival de las Calaveras, al terminar las intervenciones de las autoridades que la presidieron, vino la sesión de preguntas y respuestas, me llamó la atención que uno de los colegas de los medios, la verdad no sé quién ni de qué medio y tampoco me interesa, tuvo la desfachatez de cuestionar a la arquitecta Claudia Santa-Ana, directora General del Instituto Cultural de Aguascalientes, por lo que él consideraba un poco atractivo programa de conciertos, pude adivinar en la reacción de la arquitecta, mesurada y extremadamente tolerante -yo creo que yo hubiera perdido la compostura-una intención, sí, complaciente, pero como diciéndole: “cómo te explico”, bueno, esa fue la lectura que yo hice entre líneas. Por Dios, se acababa de anunciar, entre otras muchas cosas muy atractivas, la presentación del grupo de rock progresivo Le Orme, el problema es que si este buen parroquiano no conoce a Le Orme, como seguramente es, y si está acostumbrado a un elenco artístico, así como el del Palenque en la Feria de San Marcos, pues difícilmente podría ejercer puntualmente la labor de periodista cultural, pero a mi entender el problema no es del reportero, sino de quien lo manda a cubrir la fuente cultural, es decir, tiene su porcentaje de culpabilidad por no prepararse de manera adecuada, finalmente si es un profesional de la comunicación debe responder solventemente a cualquier reto, pero también de los que toman las decisiones en los medios, el hecho de creer, erróneamente por supuesto, que cualquiera puede hacerse cargo de la información cultural, es una inmaculada tontería. Se debe tener un verdadero conocimiento de causa.
Finalmente, durante el taller coordinado por el maestro Juan Arturo Brennan, decía algo con lo que yo me sentí plenamente identificado, porque ha sido una especie de principio fundamental que yo he defendido hasta con los dientes en mi trabajo en los medios de comunicación, el maestro decía que no se puede ni se debe intentar ser objetivo a la hora de hacer un trabajo crítico, puntual y preciso el comentario del maestro. La crítica, per se, es consecuencia de una subjetividad plena, pero sustentada en el dominio del tema del que se está hablando, de lo contrario sería una grosera irresponsabilidad, aunque suene a pleonasmo eso de grosera irresponsabilidad. Si queremos hacer una buena crítica no podemos andar con comentarios complacientes con el fin de no herir susceptibilidades, ya me imagino a Nietzsche buscando suavizar sus punzantes críticas en Así hablaba Zaratustra, con el fin de no incomodar a los conservadores, no, no es posible. Si queremos hacer crítica cobijados por el manto protector del punto de vista objetivo, mejor nos dedicamos a publicar los boletines de prensa, así no arriesgamos nuestro punto de vista y quedamos bien con la institución en cuestión, a riesgo de aniquilar la dignísima labor periodística.
Te confesaré algo, yo he tenido muchos problemas, y no intento proponerme como ejemplo, loco estaría con semejantes pretensiones, solo te quiero compartir mi experiencia personal, he tenido muchos problemas por ofrecer públicamente mis puntos de vista respecto a la música, que es lo mío, por eso era tan importante para mí asistir a Zacatecas a participar en ese taller con Juan Arturo Brennan a quien considero como mi modelo a seguir en el ejercicio de la crítica musical, creo que hasta he perdido amigos por lo que ellos, mis presuntos amigos, consideran una posición radical y fanática por mi irrenunciable rechazo a ciertos lenguajes musicales, ni modo, como dijo Aristóteles: “soy amigo de Platón, pero más amigo de la verdad”, el periodismo musical, con su necesario accesorio crítico, se hace o no se hace, pero si vas a hacerlo, hazlo bien, aunque duela.