El pasado 1 de octubre se conmemoró el Día Mundial de Hábitat, designado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para reflexionar no sólo acerca del estado actual de las ciudades en el mundo sino también sobre el derecho básico de la población a una vivienda digna. Este año, el día se dedicó especialmente a un tema que incide directamente en la calidad de vida de la población y que suele tener una reducida visibilidad y prioridad en la agenda pública: la gestión de los residuos sólidos. Veamos.
El volumen de residuos generado por las actividades humanas crece diariamente, de manera que representa un reto institucional, técnico y presupuestario cada vez mayor para los gobiernos locales. Se estima que en 2010 cada día se producían 0.8 kilogramos de desechos sólidos por persona en el mundo; y se espera que el volumen total de residuos generados se triplique hasta alcanzar 5.9 mil millones de toneladas anuales en el año 2025 (ONU Hábitat 2018). En parte esa tendencia se debe al aumento del consumo, así como a una gestión poco eficaz de los residuos en el ámbito local; además, a medida en que los países aumentan sus niveles de ingreso, suelen producir mayores cantidades de residuos per cápita.
La gestión de los residuos sólidos suele ser más deficiente en los países en desarrollo, pues por lo general cuentan con una capacidad menor de financiamiento, una incipiente concientización acerca del tema, sistemas de gobernanza endebles y un acceso reducido a soluciones tecnológicas que permitan mejorar el manejo de los desechos en las ciudades. Pero ¿por qué los gobiernos locales deberían impulsar una mejor gestión de los residuos? Existen diversos motivos: la gestión ineficiente de los desechos en una ciudad suele aumentar la probabilidad de inundaciones, incrementar los niveles de contaminación del agua, reducir la calidad del aire, aumentar la probabilidad de contraer enfermedades, entre otros. Al mismo tiempo, los residuos suelen terminar en los océanos, con lo cual una mala gestión en las ciudades contribuye a la contaminación marina; y, por si fuera poco, las emisiones de gases de efecto invernadero provenientes de los residuos sólidos representan aproximadamente 3 por ciento del total de emisiones en el mundo (IPCC 2010).
Los municipios con frecuencia requieren presupuestos elevados para la gestión de los residuos, por ejemplo, para llevar a cabo tareas de recolección, barrido de las calles, entre otras actividades; y, además de la inversión necesaria para la adquisición de unidades de recolección o para el desarrollo de infraestructura de transferencia o tratamiento, los gobiernos locales suelen requerir un numeroso personal para realizar estas tareas. Además, la gestión de los residuos suele no ser una prioridad para las instituciones financieras relacionadas con el desarrollo; en 2012, sólo el 0.32 por ciento del financiamiento mundial para programas y proyectos orientados al desarrollo se destinó a la gestión de los desechos, mientras que 31 por ciento de este financiamiento se destinó a los sectores de agua y saneamiento (ONU-Hábitat 2018).
En este contexto, la ONU sugiere que los patrones de consumo y producción, la educación y concientización de la población, la capacidad institucional y técnica de los gobiernos locales y los mecanismos de financiamiento innovadores deberán formar parte de una estrategia integral que permita mejorar la gestión de los residuos en las ciudades. Además, asegura que la participación de todos los actores involucrados en este sector es fundamental, incluyendo a las empresas generadoras de residuos, a las empresas de reciclaje y, por supuesto, a los recolectores formales e informales de residuos. Más aún, la ONU hace especial énfasis en la integración del sector informal de recolección y reciclaje de residuos en la economía organizada, para asegurar condiciones adecuadas de salud, higiene y seguridad a los trabajadores o pepenadores, quienes, a través de sus actividades, realmente prestan un servicio a las ciudades y a quienes en ellas viven.
En resumen, este año el Día Mundial del Hábitat nos recuerda la trascendencia de una gestión adecuada de los residuos sólidos para avanzar gradualmente hacia un mundo más sostenible, no sólo en términos ambientales sino también sociales y económicos. En ese sentido, como se mencionó anteriormente, existen múltiples desafíos que los gobiernos locales deben atender, como mejorar los servicios de recolección, tratamiento y reutilización de los residuos para asegurar la protección del medio ambiente; o explorar e implementar soluciones rentables, asequibles e inclusivas que reconozcan el papel de los pepenadores. No olvidemos que en relación con la basura, parte de la solución está en cada uno de quienes vivimos en una ciudad.
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