Por la cotidianidad, estamos acostumbrados a evadir preguntas profundas. Nos dejamos llevar por todo eso que nos llena la cabeza que es ajeno a lo verdaderamente básico y existencial.
Cada uno de nosotros valoramos, de distinta manera y orden, nuestras relaciones interpersonales y con el mundo.
Los medios de comunicación nos distraen y saturan de tal forma que lo importante se vuelve irrelevante y ahora una burla gracias a los memes y el poder de las redes sociales.
Para la economía nos convertimos en un número y para muchos un producto. Lo esencial se volvió irrelevante y las adecuaciones a la política nos dejan, poco a poco, lejos del conocimiento y del fortalecimiento de la economía.
No es por una cuestión de vecindad el que Estados Unidos de Norte América sea importante para nosotros, pues de ser así también lo sería Guatemala, la realidad es que el país vecino del norte dicta en un 99% el ideario colectivo de México.
Soñamos en pasar del segundo al primer mundo, sin embargo, la división es tan poco visible que somos vistos como un país tercermundista.
No hay una visión de México como proyecto de nación, sino del narco, y gracias a los medios de comunicación extranjeros somos un país peligroso, inculto y con sombrero.
Cuando le preguntamos a los jóvenes mexicanos, como lo hizo Olallo Rubio en su documental sobre el país vecino algunos lo ven como lo máximo mientras que otros los califican de anarquistas y aseguran no querer ni necesitar nada de él hasta que caen en la cuenta de que si dependen de alguna manera de él.
Algunos de los grandes males de México se derivan del estilo de vida americano, como la diabetes gracias al refresco de cola indispensable durante todo el día para los mexicanos, las hamburguesas y papas fritas.
Gracias a la investigación sobre consumo que nos muestra Olallo en ¿Y tú, cuánto cuestas? podemos comprender que la fidelidad a la marca la tiene ya los pequeños mexicanos desde muy temprana edad. Cuántas veces hemos escuchado a madres decir que sus hijos ya comienzan a leer cuando identifican y dicen el nombre de algunos establecimientos de comida rápida. Lo que hace el pequeño es relacionar el lugar con el logotipo y no precisamente establece el proceso que lleva al complejo acto de la lectura.
Si repitiéramos el ejercicio del documental y preguntáramos a los jóvenes qué es lo más caro del mundo, ¿cuáles podrían ser las respuestas posibles? Pues si lo analizamos para los jóvenes actuales ser millonarios sin esfuerzo, no trabajar y al mismo tiempo ganar mucho dinero son las opciones de vida que más impacto podrían tener.
Como humanos ¿qué podría ser lo más caro? Y para los gobiernos (federal, estatal o municipal) ¿cuánto valemos? Pues tenemos que reconocer que sus políticas públicas, reformas y de más encarecen nuestras vidas y no nos permiten crecer.
Como sucede con las reformas educativas, cada vez se eliminan más contenidos por lo que los educandos tienen menos conocimientos, cultura y nos alejamos trágicamente de los estándares internacionales.
¿Cuánto valemos y por qué vale la pena luchar? Esa es una pregunta que me da vueltas en la cabeza desde que vi el documental. Como individuos no somos reemplazables, por tanto mereceríamos un gobierno que no permita acceder a una calidad de vida, cultural y social más alta.
Valemos lo suficiente como para que los candidatos cumplan sus promesas de campañas, para dejar de depender de los vecinos del norte y para cumplir las normas y leyes que nos corresponden a cada uno como ciudadanos.
Quizá los mexicanos tenemos un problema de autoestima o bien las campañas publicitarias se encargan de que no creamos en nosotros mismos y en el proyecto de Nación. Estamos de acuerdo, tal vez algunos, que la corrupción no nos permite creer en el gobierno pero tampoco emprendemos el camino hacia una verdadera transformación y no es que me robe las palabras del futuro presidente sino que cada uno como individuos necesitamos actuar en consecuencia para poder ser.
Si pensamos en el Presidente electo ahora podemos observar cómo muchas de sus propuestas de campaña se desvanecen ante la realidad, tenemos que esperar para ver qué tanta tontería aprueban en el congreso como ley y que tan poco puede realmente cumplir o bien actúa por capricho.
¿Y tú, cuánto cuestas? es un documental hecho para ponernos a pensar, para actualizarse sin que pierda vigencia, sino todo lo contrario, pues quienes llevan las riendas del poder y la economía, aunque cambien de color, continúan trabajando de la misma manera empeorando la situación cada vez más y permitiendo el rezago social total.
Si tiene un tiempo libre hoy, o uno de estos días no dude, por favor en ver este documental que está en YouTube, hecho por mexicanos y para México.
Laus Deo
@paulanajber