Como sabemos, la segunda temporada de conciertos del año 2018 de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes está diseñada, de acuerdo a la propuesta de nuestro titular, el maestro José Areán, con el fin de presentar durante todo el mes de septiembre, y considerando los festejos del mes patrio, a compositores mexicanos, tanto aquellos clásicos que todos conocemos e identificamos como parte de nuestro patrimonio musical, como de otros, quizás menos conocidos, e incluso desconocidos, pero con un lenguaje musical que inobjetablemente dignifica el perfil de la verdadera música mexicana.
El segundo concierto de temporada de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes inició con un breve poema sinfónico que la verdad yo no conocía, se llama El laberinto de la soledad basado en el ensayo del mismo nombre de nuestro único Nobel de Literatura, Octavio Paz, el autor de semejante portento musical es el maestro Juan Pablo Contreras, escribió esta obra en el año 2001 cuando contaba con apenas 21 años de edad, es un compositor muy joven que actualmente, según tengo entendido, radica en la ciudad de Los Ángeles, California, es de llamar la atención, no sólo por su sorprendente lenguaje musical, que ya de por sí es suficiente, sino por haber leído, antes de los 20 años una obra tan demandante y exigente como es ésta, aunque en honor a la verdad, así es la literatura del maestro Octavio Paz, profunda en contenidos y llena de exigencias para el lector, que no es un simple espectador que ve pasar la historia frente a sus ojos, sino que el escritor lo involucra, lo hace protagonista del texto.
El laberinto de la soledad de Juan Pablo Contreras es una obra que oscila libre y si me lo permites, amigo lector, hasta caprichosamente, entre dos lenguajes musicales que son fácilmente detectables en el curso de tan peculiar poema sinfónico, por un lado, predomina un discurso musical modernista que busca alejarse de lo convencional, pero al mismo tiempo hace algunos guiños, algunas veces muy descarados al lenguaje, no sólo tradicional, sino incluso folclórico, estas melodías que son claras evocaciones al pasado musical que determinó las bases del curso de la música en nuestro país, música costumbrista que surge desde las mismas entrañas del pueblo, son detectadas fácilmente en el violín de la concertista y la coprincipal de la sección, también las maderas cantan deliciosamente esas viejas melodías. No conocía la obra, pero la encontré sublime, exquisita y con ideas claras de qué se quiere y cómo llegar a ese punto, una obra de muy breve duración pero sus contenidos se desbordan deliciosamente.
La segunda obra programada fue el concierto Celebración del pianista y compositor mexicano Héctor Infanzón, a quien yo le profeso una admiración muy grande, mi devoción por su música es casi religiosa, tuve la oportunidad de sentarme en la primera fila del Teatro Morelos lo que me permitió apreciar su ejecución en un muy buen ángulo, aunque lamenté más tarde, en la Noche de los mayas estar en ese lugar, pero en fin.
Celebración es un concierto para piano con todas las de la ley son tres movimientos, cada uno de ellos de características descriptivas muy bien definidas, de acuerdo a la puntual explicación que hizo el maestro Infanzón antes de tocar su propia obra, no obstante que los tres movimientos que integran este concierto no nos dicen el carácter de la música, nos quedó claro que es una obra estructurada de la manera convencional del lenguaje concertante, ya sabes, un movimiento lento en medio de dos rápidos, lo que no es nada convencional es el discurso musical que Héctor Infanzón nos propone en esta obra. Al concluir con la ejecución de su concierto, y para agradecer la tremenda ovación que se llevó, hizo un encore, no sé qué obra sería, pero me atrevo a pensar y a compartirlo contigo, amigo melómano que es algo de su autoría, incluso creo no estar errado al suponer que se trata de una muy afortunada improvisación o variaciones sobre algún tema original. Un verdadero placer siempre escuchar al maestro Héctor Infanzón, ya sea tocando jazz o música de concierto.
Después del intermedio disfrutamos de la Noche de los mayas de Silvestre Revueltas, un verdadero monumento de la música mexicana. Ya sabemos que si bien la música es de Revueltas, la estructura y orquestación son de José Yves Limantour, pero creo que la mayor colaboración de Yves Limantour es su impresionante cadencia en el movimiento final, Noche de encantamiento. Yo tenía mis dudas que un ejército de 14 percusionistas se pudieran acomodar en el reducido espacio del Teatro Morelos, pero mira, se pudo, fue posible acomodarlos. Hubiera sido algo muy lamentable haber reducido el número de percusionistas para acomodarse bien, el resultado final no habría sido el mismo, pero las cosas salieron bien y esa cadencia lució impresionante como toda la obra de Revueltas / Limantour.
La dirección del concierto le fue encomendada al maestro Rodrigo Sierra Moncayo que hizo un gran trabajo, el tratamiento del repertorio que se le encargó fue muy digno y con un absoluto conocimiento de causa, solo así se puede convencer a 80 músicos de cómo se debe de interpretar una obra.
La próxima semana, en el marco de los festejos del 75 aniversario de la Corresponsalía en Aguascalientes del Seminario de Cultura Mexicana, tendremos del maestro Alexis Aranda Thánatos. El violoncellista Carlos Prieto ejecutará dos conciertos, el de Federico Ibarra y el de Samuel Zyman y finalmente el Concierto para orquesta Hominum de Gabriela Ortiz, dirige el maestro José Areán. La cita con su majestad la música es el viernes 29 de septiembre a las 20:00 horas en el Teatro Morelos, por ahí nos vemos si Dios no dispone lo contrario