…a lo largo de un obvio proceso de identificación, cualquier accountant de cualquier ciudad americana alimenta secretamente la esperanza de que un día, de los despojos de su actual personalidad, florecerá un superhombre capaz de recuperar años de mediocridad.
El mito de Superman. Umberto Eco
No tolero a los superhéroes, a esos encapuchados con mega poderes que adquirieron con no sé qué diablos mecanismo, desgracia o hecho fantástico, que andan por el mundo haciendo justicia y vendiendo afiches, destruyendo el mal y los bolsillos de adultos que se quedaron en alguna de sus etapas adolescentes y no dudan en pagar tal vez cientos o miles de pesos por la edición empaquetada de tal o cual figura de acción, el comic limitado a ocho millones de ejemplares o la caja de cereal de 1987 que tiene impreso alguno de estos norteamericanos personajes ficticios. Hago una acotación: no considero a Batman superhéroe, no tiene poderes, en todo caso es un héroe, de ficción pero al final de cuentas, más humano que fantástico.
En esta misma medida, me son aborrecibles los fanáticos, esos frikis del mundo de las historietas y anexas, esos que lo llaman “el octavo arte” y que, en sus eruditas disertaciones, sobre mundos, crossovers y demás parafernalia, me causan cierto aburrimiento, ellos y sus habitaciones llenas de revistas, de esas que compraron baratas pero que hoy, en mercadolibre se cotizan al triple de su valor, pero que no las venden porque son de su colección. Los mercaderes (grandes conglomerados empresariales, sin un nombre real) no se conforman con producir en gran masa ediciones especiales, versiones raras, combinaciones inimaginables, sino que invaden los estantes otrora dedicados a los libros comunes y corrientes, Sanborns es un buen ejemplo; ahora se atreven a tomar, poco a poco, los módulos de las ferias del libro.
Los superhéroes: solo para reírse de ellos. El Chapulín Colorado es justamente una especie de respuesta crítica, cínica y divertida a estos protagonistas nacidos (o al menos consolidados) en Norteamérica; una parodia (voluntaria o involuntaria, no lo sé) de Superman, que con cada tropiezo y su imbecilidad (la forma de mezclar refranes populares, es ya un hito en el país) nos divertía cuando chicos y sigue siendo referente no solo mexicano, sino en toda América Latina: Más ágil que una tortuga… más fuerte que un ratón… más noble que una lechuga… su escudo es un corazón… es… ¡El Chapulín Colorado!
La forma en que el cine de Hollywood se ha llenado de este género de películas, y de paso nos ha inundado las pantallas de cine mexicanas, abruma, por eso es interesante la desenfadada y divertida cinta de animación para niños Jóvenes Titanes, en acción: la película (Teen Titans Go!, 2018) una sátira a los gigantes poderosos, a los tebeos y por supuesto a las propias superproducciones. El joven Robin es líder de una pandilla de pequeños niños superhéroes, que no han hecho ninguna hazaña heroica relevante, pero quieren ser protagonistas de su propia obra cinematográfica; sin embargo, la productora los desprecia, de ahí que inicien su travesía para ser ídolos, tener su particular archienemigo y, por supuesto, su propia película. El resto es una historia divertida con gags clásicos para niños, pero con un montón de referencias para los adultos amantes del género, en esa medida no deja de insertarse en el cliché de superpoderes; uno de los chistes más joviales es ver a Stan Lee haciendo cameos… ¡a pesar de que los superhéroes son de la casa de cómics contraria! Este ejercicio satírico, lo habíamos visto en la serie de cintas de lego.
No he visto prácticamente ninguna de las nuevas producciones relacionadas con esta suerte de colosos (con excepción de Deadpool por obvias razones de antihéroe) temo que, todas las peripecias y astucias exacerbadas de los protagonistas, lejos de impresionar, me provoquen sonoras risas para enojo del resto de los asistentes a las salas de cine. Incluso Jóvenes titanes, la hubiera despreciado, si no fuera por un pequeño hijo que me obliga a llevarlo, espero su fanatismo, por los semidioses del norte, ya no crezca, de lo contrario, tendré que chutarme todos esos futuros productos, pues los universos de Marvel y DC, seguirán creciendo tanto, como dinero ingrese a sus arcas.