Estimado lector, como hemos visto en los últimos días, el discurso del presidente electo Andrés Manuel López Obrador, ha pasado por todo el espectro financiero, desde la bonanza prometida por él y sus allegados a partir del tercer año de gobierno, hasta la bancarrota que él dice, que es lo que está recibiendo de país, aunque después en otro foro, dice que existen problemas, pero que en sí hay estabilidad financiera en el país.
¿Por qué el doble discurso? ¿De qué se trata todo esto? De desgastar las instituciones políticas que pudieran hacerle un contrapeso en sus políticas económicas futuras. Y la única que pudiera ser el contrapeso, porque en teoría no depende de él, es el Banco de México.
En 1994, a través de un mandato constitucional, se le otorga la autonomía al Banco de México, dando a entender a través de esto, que a partir de ese momento las políticas económicas y financieras que son propias del Banco de México, no tendrían injerencia del gobierno.
La prueba de fuego del Banco de México fue la crisis de diciembre 1994. La inflación que parecía controlada se desbocó, la devaluación que ocurrió debido al control de tipo de cambio que durante todo su sexenio impuso Carlos Salinas de Gortari, y que cuando fue imposible mantenerlo llevó al país a una devaluación sin precedentes, de más del 100% en cuestión de meses.
Desde entonces, el Banco de México tiene como funciones principales, el proveer al país de moneda nacional, instrumentar la política monetaria, con el objetivo principal de mantener la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda mexicana (es decir, controlar la inflación) y ser el estabilizador y agente catalizador del sistema de pagos eficiente.
El control de la inflación, aunque es deseable por todos nosotros, también es cierto que en ocasiones causa un freno a la economía del país, ya que algunas de las políticas que el Banco de México utiliza son:
La restricción del papel moneda físico mediante el instrumento del corto en el mercado nacional.
O bien, el aumento de las tasas de interés, para que el consumo se ralentice un poco y evitar que la economía “se sobrecaliente”.
Y es aquí donde viene el problema con Andrés Manuel.
La semana pasada, se reunieron el gobernador del Banco de México, Alejandro Díaz de León y el presidente electo Andrés Manuel López Obrador, para poder platicar sobre el futuro económico y financiero del país y como empatar la misión del Banco de México con la llamada “Cuarta transformación” del país impulsada por Morena.
Del encuentro sólo podemos decir que fue sin límite de tiempo, a una sola caída, decretándose por ahora un empate, si me dejan utilizar el argot de la lucha libre mexicana. La retabulación de sueldos y salarios del Gobierno Federal obligó a más de 200 empleados del Banco de México a reubicarse, ya sea a través de la pensión acelerada (antes de tiempo y sobre todo pensando que se quiere elevar la edad para la jubilación) o bien, la renuncia para irse a trabajar a la iniciativa privada, por ser más benéfico para ellos. El problema no es que se vayan, sino quién entrará a ocupar esas plazas, con ese sueldo y que tengan las calificaciones y certificaciones adecuadas para desempeñarse bien. En este lugar no hay tiempo para improvisaciones, es de vital importancia que los que estén, sepan lo que estén haciendo y no vayan a “aprender”.
Otro de los puntos álgidos es la tasa de interés. El anterior gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, leyendo de una forma totalmente errónea el mercado, empezó a subir las tasas de interés de manera unilateral porque los gasolinazos estaban elevando temporalmente la inflación, esperando Agustín que la FED estadounidense elevara sus tasas más tarde y que le diera tiempo de bajar las tasas, cosa que no ocurrió. Esta semana se espera el aumento de la FED a la tasa de referencia, para llegar al 2% en Estados Unidos, lo que llevará a Banxico a subir la tasa de interés de referencia para llegar a cerca del 8% en México.
Esto llevará a frenar a la economía nacional, más todavía. Por eso Andrés Manuel, que quiere reactivar la economía interna, está en contra de esas políticas que vienen a ser una respuesta a choques externos.
Y en diciembre, se tendrá que proponer al nuevo subgobernador de Banxico, al terminar su plazo el Dr. Ramos Francia. Ya suenan nombres, entre ellos: Mario Delgado, actual coordinador de los diputados de Morena, Mario Di Constanzo y Rogelio Ramírez de la O. De los tres, el primero sería nefasto, de los otros dos, me agrada en lo personal más Rogelio Ramírez de la O.
Esperemos que la batalla por Banxico no sea una guerra perdida para todos los mexicanos, y que decidan lo mejor para todos.
Al tiempo.