- Una de las grandes responsabilidades de la literatura y del arte es conectarnos con nuestra humanidad
Desde antes de nacer un adivino predijo que Mijael haría grandes cosas, que era un niño especial. Y lo es y hace cosas excepcionales, como escuchar a los demás, darle consuelo. Pero para el resto del mundo solo se dedica a cuidar el negocio familiar. Hasta que cae enfermo y ya nunca más puede dejar la cama. Hasta que un día salta por la ventana la madrugada de viernes, muriendo en el acto. Sus padres no pueden explicarse como su hijo de veintinueve años, quien pasó los últimos meses anclado a una cama terapéutica, víctima de un degenerativo, logró arrojarse hacia el jardín. La señora Gelman, madre de Mijael, acude en busca de respuestas a Nadia, otra chica especial, que lleva años viviendo sola y puede comunicarse con los roedores. Sin embargo, ella no presenció el salto de Mijael, a pesar de haber estado observando la casa y la vida de los Gelman durante muchos años.
Así que los únicos que podrán arrojar luz sobre la extraña muerte de Mijael serán Jacques, un economista autodidacta, amigo de los padres de Mijael, quien asegura que puede predecir el futuro o Ela, la heredera de un expendio de lotería, quien puede mover las azucareras sobre la superficie de cualquier mesa, y de quien está enamorado Mijael.
Nos enfrentamos entonces en Caer es una forma de volar (Alfaguara), la segunda novela de la escritora mexicana Karen Chacek, con un mundo lleno de posibilidades, en donde los sueños, la imaginación, el lenguaje confluyen y se yuxtaponen para crear nuevas posibilidades que contradicen y cuestionan nuestra idea de realidad.
Caer es una forma de volar se encuentra construida a partir de las voces y la psicología de estos tres personajes, que se conectan y se retroalimentan a partir de sus singularidades. Personajes únicos, especiales, que viven rodeados de un universo más vasto que el que queremos reconocer o ver desde nuestra cotidianidad en donde el centro de todo somos nosotros, los humanos, cada vez más robotizados, cada vez más insensibles.
Mijael fallece al saltar desde su ventana, pero la única que puede ayudar a Nadia a resolver el misterio (además de sus tres ratones) es Ela, la chica de la que vivía enamorado Mijael. Pero Ela se ha sumido en el mutismo, se ha encerrado en su casa y ya no quiere volver a hablar con nadie, así que Nadia tendrá que ir reconstruyendo los últimos días, las últimas horas de Mijael solo con la ayuda de los insectos y de los pequeños animales que rodean nuestra vida cotidiana. Al final, la respuesta será una tristeza que nos embarga a todos: el peso de nuestra de individualidad, el peso de ser alguien especial.
Karen Chacek es autora de una decena de libros infantiles, entre los que destacan Nina Complot (Almadía, 2009), Los elegantes, la niña y los juguetes perdidos (Castillo, 216) y de la novela La caída de los pájaros (Alfaguara, 2014), ha colaborado con distintas publicaciones, ha escrito varios guiones para cine y televisión, escribe de literatura infantil en la publicación Lee+.
“El tema de Caer es una forma de volar era una inquietud personal, son todas estas historias que nos contamos sobre nuestra vida o que sobre otros construyen sobre nosotros, pero básicamente es para encontrar un lugar en el mundo, para sentirnos con propósito, finalmente nuestra gran pulsión existencial es el saber quiénes somos, y entonces eso es algo que quise explorar acá en la novela, con voces y puntos de vista muy distintos, pero el detonante para escribir la novela fue una historia real, que sucedió hace como doce años, lo que me hace pensar que me tarde casi una década en responder qué habrá sucedido, pero fue algo que me sacudió mucho”, nos contó Karen en entrevista.
Javier Moro Hernández (JMH): Uno de los personajes dice “todos somos historias”, algo totalmente cierto, pero en ocasiones no sólo somos una historia, sino también somos la historia que los demás pueden ver y contar.
Karen Chacek (KC): Y que puede pesar muchísimo, por ejemplo, al personaje de Mijael le pesa mucho, esa historia que sus padres le cuentan a él de sí mismo genera una expectativa brutal, una gran herida de infancia, que es lo que lo afecta el resto de su vida. Aunque él también tiene la capacidad de unir las piezas de los otros, aunque es algo que estamos haciendo todo el tiempo, somos historias que se están reconfigurando todos los días, porque todos los días añadimos una palabra, quitamos otra, todos los días nos estamos reconstruyendo, y le estamos haciendo eso mismo a los demás.
JMH: Ela, Mijael, Nadia, son niños especiales, que es una idea que vamos perdiendo mientras vamos creciendo.
KC: Creo que todas las ideologías dominantes del mundo en las últimas décadas están orientadas a encauzar nuestra curiosidad, para mantenernos a raya, a despertar miedo sobre nosotros mismos, sobre nuestra imaginación, a controlar las emociones, a razonarlo todo, y justamente la literatura ayuda para dar rienda suelta a la curiosidad humana, que es lo que nos mueve, entonces quizás sí todos nacemos especiales y vamos reduciendo eso conforme queremos controlarlo, incluso este tema de lo especial es una historia que tú te cuentas, siempre está abierta, el lector siempre decide, el lector es el que decide si Ela es capaz de mover la azucarera por la mesa, o si es Mijael quien está tan sacado de onda al verla, que está seguro de haber visto que ella movió la azucarera por la mesa, eso es decisión del lector.
JMH: Pensaba en la mirada del otro sobre nosotros, somos la historia que él otros nos cuenta. Eso nos hace sentir bien, pero también el saber cómo nos ven los otros nos hace sentirnos mejor, conocernos más.
KC: Pero es que a veces necesitamos que el otro nos cuenta una historia mejorada de nosotros mismos. Pero parte de esta idea de encauzar la curiosidad también tiene que ver con este trabajo de exploración de nosotros mismos, que es algo que debería ser tan natural pero que es algo que necesita que muchos factores coincidan para que te animes a hacerlo, entonces justamente cuando alguien lee en ti algo que tú no habías notado, te obliga inmediatamente a explorarte.
JMH: También está el tema del lenguaje, hay una parte en donde Nadia dice que lo que se necesita es aprender los idiomas de los ratones, de los roedores, de los vientos y de las chicharras. Hay muchos lenguajes, pero tenemos que aprender a escuchar pero no es solo aprender a escuchar al otro, sino también a nosotros.
KC: Estas sugerencias que quizás a algunos les parecen fantasiosas, en realidad son los grandes regalos de la literatura que consigue sacudirnos la inercia del pensamiento colectivo, y justamente crear estas grietas en la historia oficial de lo que conforma la realidad, descubrir que hay tanto más en la realidad de lo que está avalado como real, entonces esa es una de las razones, esos múltiples lenguajes, que te devuelven a tu lenguaje original, y creo que esa es una de las denuncias que hay en la novela, hablar sobre lo poderoso que puede ser la palabra, que puede ser benevolente o destructiva.
JMH: Tenemos el caso de Ela, que su familia la señalaba y le decía que nunca iba a ser feliz. Eso también le pasa a Mijael, pero en otro sentido. La palabra con la que tu familia te define te marca, te puede determinar y puede ser una losa muy pesada.
KC: Así es, puede lastimarte pero también rescatarte, salvarte.
JMH: Es una novela filosa en su interior, hay críticas escondidas en una prosa que aparenta ser ingenua: El lenguaje, la idea de lo especial, como a los niños los hacemos perder sus capacidades de imaginación…
KC: Como muchos de los adultos somos en realidad personas heridas, que traemos heridas desde la infancia y estamos reaccionando a los eventos a partir de esas heridas, porque ni siquiera estamos conscientes de eso.
JMH: Hay un trasfondo duro y crítico sobre cómo vas contando la historia, cómo la vas construyendo, porque tiene múltiples voces y múltiples puntos de vista.
KC: Creo que me abrazo a la idea de los otro lenguajes, precisamente cuando estás trabajando la voz de una mujer mayor, de un joven, estás explorando esos otros lenguajes que hay en el mundo, esa parte fue muy rica trabajarla, siempre intento caminar en los zapatos de la otra persona, y meterme en ellos, voy hablando con otras voces, voy explorando todo lo que puede sentir el personaje, voy explorando, creo que todos tenemos la capacidad de meternos, por un instante, en la cabeza de alguien, de conectarnos con los otros, así como esta idea del mundo platónico que menciona que todo el conocimiento está flotando y somos capaces de acceder a él, creo que somos capaces de conectarnos con las otras personas, y sí yo estoy observando y observando a un señor, creo que puedo ser capaz de conectarme con él y recibir algo.
JMH: Eso es algo que pasa en tu novela, hay una conexión y de entender al otro, aunque a Mijael es al que más le pesa esta idea, pero a Nadie le encanta ir y sentarse afuera del supermercado y verla en su cotidianidad, y tratar de entender porque hacer lo que hacen.
KC: Creo que todos estamos revelándonos ante el mundo con cualquier movimiento en cualquier acto cotidiano, como ir al supermercado, simplemente lo que escogiste, y por eso el comentario de Mijael sobre qué ganas de decirle a esa otra persona que no lo quieran tanto porque le está pesando. Creo que una de las grandes responsabilidades de la literatura y del arte es conectarnos con nuestra humanidad, es un sistema de vida en el que vivimos ahora, que está orientado a convencernos de que somos objetos y nos tratemos como tal, eso en automático nos hace tratar a los demás de igual forma, y justamente es conectarnos con esa humanidad, con eso que compartimos, con eso que vemos, que percibimos, que somos.
JMH: Todos los personajes tienen un espacio dentro de la novela, a todos los podemos ver, cambias de punto de vista y de personaje, nos cuentas la historia de la familia de Mijael, del propio Mijael, es caleidoscópica.
KC: Creo que es algo que ya es natural en mí, creo que ya no entendería la escritura sí fuera de otra manera, me cuesta mucho trabajo tener un soliloquio, siempre intento explorar cualquier situación desde distintos puntos de vista, y esto no solo en el ámbito literario, y creo que sí se siente natural es porque hay un tema en común en todos los personajes, entonces simplemente estoy explorando una circunstancia común, desde puntos de vista distinto, siempre cuidando que cada voz permita avanzar en la trama, permita que la historia avance.
JMH: ¿Cómo avanzar en la trama sin que se pierdan la identidad de las voces de los personajes?
KC: Me gusta ser la primera sorprendida cuando termino la novela, de hecho tengo libretas enteras sobre la forma en la que hablan los personajes, sobre cosas importantes que le hayan pasado, y después decido que va a contar cada quien, pero siempre estoy trabajando muy consciente en avanzar la trama, creo que es una virtud que me traje de mi formación como guionista de cine, porque cuando estás trabajando un guión estás siempre muy consciente de que cada escena tiene que avanzar la trama.
JMH: La idea del caer y el volar, que le da título a la novela, nos habla de una necesidad de salirnos de nosotros mismos. Mijael y Ela comparten esta necesidad, para protegerse, volar para protegerse.
KC: Es algo que nos pasa, necesitamos estar fuera del mundo, salirnos de él para ordenar nuestras ideas, nuestra cabeza, los sentimientos.
JMH: ¿Todos los personajes tienen algo de ti?
KC: Creo que a todos los personajes les he prestado algo, somos cajas de resonancia y nunca dejamos de ser lo que fuimos alguna vez y habitan en nosotros lo que seremos o lo que podríamos ser, creo que uno puede estar saltando de un momento a otro y cuando estás escribiendo estás teniendo un diálogo contigo ahora y con todos esos seres que has sido o que podrías haber sido, entonces hay muchas cosas del autor en los personajes, uno presta cosas, las comparte con ellos, pero nada es autobiográfico, pero digamos que hay momentos significativos de mi vida que sí los he prestado, o emociones o respuestas.
JMH: ¿Hay diferencias entre una novela infantil y una novela como la entendemos comúnmente? ¿Las trabajas de manera distinta?
KC: No, mi manera de crear es la misma para cualquier proyecto, es el mismo método autodidacta, salvaje y sumamente efecto, lo que sí cambia es la cantidad de lecturas que hay que hace para sentirse satisfecha con el trabajo, en las dos novelas para adultos hay una cantidad de relecturas hechas, y con los niños entiendo que hay información que no tiene sentido darles, tal vez no están preparados para recibirla, todavía no tienen el cúmulo de experiencias para entender eso.