Esta semana, luego de la reunión en Salzburgo entre la primera ministra británica Theresa May y los representantes de la Unión Europea, liderados por el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, la amenaza de una salida del Reino Unido del bloque continental sin un acuerdo comercial se hace cada vez más probable. El plan de May (llamado “Plan Chequers” en referencia a la casa de campo del gobierno británico para la primera ministra) fue rechazado enérgicamente por sus contrapartes. Luego de la reunión, Tusk declaró el plan muerto y Macrón, el presidente francés, llamó a los brexitistas unos mentirosos.
La declaración de Tusk responde principalmente al asunto de la frontera irlandesa, donde nadie quiere ceder. Es una situación muy preocupante, pues un escenario de no deal pondría en peligro un acuerdo de paz que ha mantenido tranquilas las tensiones en la isla de Irlanda por 20 años: los Acuerdos de Belfast de abril de 1998. Una frontera dura en Irlanda es algo que ni los británicos, ni los europeos quieren, pero ninguno de los dos lados parece dispuesto a ceder. Los “tories” (como se les llama a los conservadores británicos) no pueden ceder, pues su mayoría se derrumbaría sin su alianza con el Partido Democrático Unionista, que representa a los habitantes de Irlanda del Norte leales al Reino Unido. Por otra parte, los europeos buscan defender su mercado único, que se vería comprometido de permitir una frontera fluida entre Irlanda del Norte e Irlanda. Lo peor es que, de salirse de control la situación en la isla, los que más sufrirían serían los norirlandeses, tanto unionistas como unificacioncitas.
Por otro lado, las palabras de Macrón son una respuesta a un movimiento político más amplio. Llama mentirosos a los populistas, por prometer que el aislacionismo político, el proteccionismo económico y el etnonacionalismo aliviaran los problemas de los países desarrollados. Macron está hablándole a su electorado, pegándole al Frente Nacional, pero también, en su intento por lucir como líder mundial está atacando a la ultraderecha internacional. Es una declaración que salpica indirectamente a su amigo, Donald Trump.
Una salida sin trato significaría que las reglas comerciales entre la Unión Europea y Gran Bretaña serían las dictadas por la Organización Mundial del Comercio, impactando brutalmente la economía británica. Varias empresas tendrán que mudar procesos del Reino Unido a países del bloque para evitar nuevos impuestos. Importantes corporativos financieros dejaran Londres para reubicarse en el continente. Los ingleses que trabajan en los países miembros y los dueños de un pasaporte europeo que trabajan en los territorios gobernados por la Casa de Windsor tendrán que conseguir un permiso laboral o encontrar otro trabajo y un nuevo hogar.
Lo más impactante es que esta catástrofe se ve venir desde que iniciaron las negociaciones de salida. No sabemos si se trata de una técnica de negociación de alguno de los dos lados (o de ambos), pero es preocupante el hecho de que en un año no se ha avanzado prácticamente nada en el tema de la frontera. Ha sido efectivamente un choque en cámara lenta, y el impacto es, pareciera, inevitable.
@joseemuzquiz | [email protected]