Estimado lector, este día me gustaría comentar sobre la situación que viven nuestros presidentes en su primer año de gobierno, que por situaciones ya sea locales, o que vienen del extranjero, no les permite lograr los objetivos que plantean desde un inicio, y que, por tanto, debe poner especial atención el presidente electo Andrés para evitar esa “maldición” del primer año.
Carlos Salinas de Gortari fue el último presidente que no tuvo un primer año complicado. Es cierto, el Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional, el antecedente del PRD y Morena estaba en las calles, así como Maquío por el fraude electoral orquestado por el flamante secretario de Energía nombrado por Andrés, Manuel Bartlett. Salinas pudo hacer lo que quiso ese primer año, porque todavía se podía hablar de la aplanadora del poder. Tenía a sus órdenes a gobernadores, diputados, senadores, presidentes municipales, tanto para bien, como para mal. Fue tanto el poder que logró obtener que quiso cambiar de tajo muchas cosas (hasta el nombre del PRI, lo quería cambiar por Solidaridad), y algunas le funcionaron, y otras, no. Tenía que hacer muchos ajustes, pero no lo quiso hacer, y así fue que terminó el sexenio, desgastado, queriendo celebrar el TLCAN y con la candidatura a ser el dirigente máximo de la OMC, heredando un país que empezaba a desangrarse poco a poco y que económicamente estaba en un estado de fragilidad que pocos sabían.
Llega entonces, Ernesto Zedillo Ponce de León, el presidente que no quería ser presidente, toma las riendas de un país frágil económicamente hablando. Solo 28 días después, viene la catástrofe total, con el vencimiento y mal manejo del asunto de los Ajustabonos (bonos ajustables al tipo de cambio vigente) al aumentar el tipo de cambio de 3.3 pesos a casi 7.00 en menos de dos meses. La deuda del país se incrementó de forma importante y el aviso de caída en impago por parte de México estuvo a un pequeño paso, la firma del TLCAN hizo que Bill Clinton, pasando por encima de su congreso, hiciera un préstamo de emergencia que fue lo que salvó al país. El quebranto fue mayúsculo, y uno de los escándalos financieros que todavía tienen vigencia, el Fobaproa, fue realizado para salvar de forma discrecional a empresarios de la quiebra. Después de este mal año, Zedillo quiso pasar a la historia como estadista y empezó a ceder los espacios políticos a la oposición, hasta que le dio la presidencia al PAN.
El bocazas, Vicente Fox Quesada, nieto de extranjeros que por una reforma constitucional de Salinas pudo ser presidente, tenía entre sus objetivos primordiales alcanzar un acuerdo migratorio con los Estados Unidos, o como él le decía “la enchilada completa”. Empezó a trabajar en ello, hasta que llegó el 11 de septiembre de 2001, los ataques a las Torres Gemelas, en donde el otro vaquero, George W. Bush, se olvidó totalmente de México para alcanzar sus objetivos contra el terrorismo. Después de eso, pasó al olvido este sexenio, y se le junto con la crisis de las empresas punto com.
Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, fue el siguiente presidente mexicano, que, en el 2006, fue electo en medio del caos. Fue tomado el Zócalo, las calles de Reforma, precisamente por el hoy presidente electo. Se hizo nombrar para tal efecto, presidente legítimo e hizo una parodia de imposición de banda presidencial. El año 2007, fue un año para Calderón que tuvo que sortear, negociar y comenzar una guerra contra el narcotráfico, apoyado por los Estados Unidos, para acabar por una vez y para siempre con ese flagelo. Pero cuando estaba por llegarle el grueso de los recursos… vino la crisis del 2008. Adiós recursos, no quedaba más que evitar un golpe mayor al país y los ciudadanos por esa crisis y la guerra del narcotráfico nunca se ganó. Seguimos de hecho, con los problemas derivados de esa guerra que parece que no se ganará.
Enrique Peña Nieto gana las elecciones bajo la premisa de que él sí acabaría con el narcotráfico y la violencia e inseguridad se acabaría. Pero su bautismo de fuego fue la explosión en la torre de Pemex, que se dijo fue por un cortocircuito. Terrorismo puro que puso a temblar a más de uno, la razón real. Además, azotaron al país varios fenómenos naturales como Ingrid y Manuel, uno en el Golfo y otro en el Pacífico, que se considera fue la peor catástrofe natural de la historia del país.
Así que como podemos ver, todos tienen su “bautismo de fuego”.
Andrés debe poner atención especial a:
- Las crisis de los países latinoamericanos que pueden pegarle a nuestro país, en especial Argentina y Venezuela.
- La inseguridad que puede hacer que los grupos de autodefensas se transformen en un ejército paramilitar.
- Las traiciones de su equipo.
- Los tropiezos de Trump.
Al tiempo, y deseándole suerte, porque no es la de él la que está en juego, sino la de todos nosotros.