Comprometida con la creación literaria desde que la conozco, Arlette Luévano es una escritora aguascalentense que conocí en la primera mitad de la década de los noventa, seguramente en un taller literario gracias a los muchos amigos comunes de esos años.
Desde esos años precisamente viene nuestra amistad que me ha permitido tener la oportunidad de conocer de cerca su obra y su labor a favor de la difusión de la literatura en Aguascalientes.
Abogada de profesión, en la obra de Arlette encuentro una evolución y crecimiento producto del trabajo constante gracias a que mantiene con sencillez un contacto constante con escritores jóvenes y otros con mayor experiencia logrando así un diálogo que le ha permitido esa transformación y consolidación de su voz poética con textos maduros y bien logrados.
La clave de su vigencia y crecimiento está en su “adicción a los talleres literarios”, como ella misma lo expresa con sentido del humor. No pertenece propiamente a un grupo literario, aunque su primer taller fue con el poeta aguascalentense Rodolfo Meza desde hace varios años residente en Guanajuato, sino que al acercarse a la comunidad literaria en sus diferentes talleres logra coincidir, vincularse y participar en ellos de acuerdo a sus intereses creativos del momento y al proyecto literario que en ese momento desarrolla, así ha logrado tener cercanía con diferentes voces y estilos para fortalecer su propia voz y discurso poético.
“Escribo constantemente, aunque no he publicado ahora tan frecuente en impreso, me he dedicado más a los medios digitales recientemente”, me dijo ayer viernes en una conversación telefónica que tuvo que suplir una reunión con café y mayor tiempo para platicar.
Es precisamente esa sensibilidad de comprender que muchos lectores están ahora en los medios digitales lo que también la mantiene vigente dentro del medio literario acerándose a nuevos lectores.
De su trayectoria en impreso puedo recordar las publicaciones individuales “Casi verde” en 1996, “Apostillas negras” en 2003, “Casa en ruinas” en 2007 y “No basta con nombrar al llanto llanto” en 2009. A estos poemarios se suman los textos en libros colectivos “Fértiles veranos” en el 2000, “Mujer es isla” en el 2004, “Chispas. Historias para niñas y niños de Aguascalientes” en 2011 y “Antología II” en 2014, como también en diversas antologías realizadas en el país.
Como parte de ese mismo desarrollo literario Arlette Luévano le han otorgado las becas en la categoría de Joven Creadora y Creador con Trayectoria por el FECA en 1996 y 2007 respectivamente y los premios de Primer Lugar en el Certamen Histórico Literario de Poesía Aguascalientes en 2004 y el Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta en 2006.
Así, en este andar en la literatura ha participado en muchos talleres y diplomados fortaleciendo su formación como escritora, como también en encuentros literarios en el país buscando intercambiar ideas y retroalimentarse con lo que actualmente se produce.
Al recorrer su obra se puede percibir la evolución de su voz y de los temas que aborda, desde poemas del libro “Casi verde” de 1996 en el que expresa “Soy del rosa sucio estampado en la tela /con los ojos clavados / traspasándome la vista. / Soy pequeño y lo soy todo, / monstruo prisionero de caricias. / Soy de una rosa casi verde, / juguete de una niña que me sueña / pesadilla a media luz / para quien pueda adivinarme”, a su voz más reciente con su poemario inédito “Serpentario” en el que se cuestiona “¿Qué será de la serpiente que se mueve en la asfixia de tierra y sol? ¿Qué camino cree que atraviesa? Es la serpiente la ondulación de un cansancio doloroso. Movimiento de la carne que no sabe que es ceniza. Destino de presa, de leña, de contenedor de incendios. Lo doloroso aquí es la falta de voluntad. El sueño donde hay flores y una ligera brisa. La posibilidad de no ser y seguir siendo aunque no sepa lo que es”.
Paralelo a su labor creativa, mucho le debemos a Arlette en su esfuerzo por difundir la literatura en Aguascalientes con proyectos como editora del suplemento Ananke de 1997 a 2009 en el que por cierto tuve varios meses mi columna “Estantería”, como también la revista electrónica El Cafecito en el que publicó textos de muchos escritores de la región.
En nuestra conversación me comentó que actualmente tiene tres poemarios inéditos, sigue creando poemas y se acerca a talleres de la ciudad, mantiene contacto con escritores del país, ha coordinado talleres y es moderadora de un Círculo de Lectura en el mismo ánimo de fomentar esta actividad.
“Desde que empecé a escribir realicé textos en narrativa, aunque por muchos años estuve más enfocada a la poesía, ahora recientemente me he interesado en la narrativa y estoy en el grupo “La sangre del muerto” enfocado al género Noir”, expuso al referirse a la Literatura Negra de suspenso o policiaca.
Agregó que el grupo surgido como parte de una actividad en la Universidad Autónoma de Aguascalientes ahora funciona como un taller de creación en el que participa junto con Bertha Ruth Martínez, Antonio Vera Sosa, Claudia Delgado, Julio Óscar Rascón, Carlos Reyes y Jaime Ruiz. Seguramente de este proyecto y de etapa creativa surgirán en Arlette Luévano nuevas e interesantes propuestas literarias en su obra.
Recomiendo leer a Arlette Luévano una poeta aguascalentense con textos bien logrados, con propuesta y una voz propia producto de su talento, constancia y compromiso con la literatura.
Estupenda poeta!!