Estimado lector, hemos todos sido testigos y partícipes de una elección histórica, en todos los sentidos. La votación que se logró fue nunca vista, y el triunfo que logró Andrés Manuel López Obrador, con más del 50% de los sufragios emitidos a su favor, nunca se había visto antes en los tiempos de la democracia mexicana (esto es, después de 1980, antes no cuentan, ya que el aparato político del partido gobernante hacía que sus candidatos ganaran por márgenes exagerados). Y una vez pasada la resaca-efervescencia de esta, quisiera comentar lo que dejan estas elecciones.
Primero, deja un México polarizado, por un lado, aquellos que están eufóricos por el triunfo de Andrés, y por el otro, aquellos que están con el corazón en un puño por el miedo, el temor, la traición y muchos otros sentimientos que tienen porque la izquierda ganó.
Segundo, estas elecciones mostraron ahora, una situación para el antiguo partido gobernante llamado “la dictadura perfecta”, que no me gustaría tener nunca. Nunca, ni cuando Vicente Fox ganó para la oposición por primera vez la presidencia, el PRI había estado en una situación tan lastimosa. Perdieron todo, absolutamente todo. Pasaron de ser el partido gobernante, a quedar en un lastimoso tercer lugar. En estados donde el bipartidismo era natural, como Aguascalientes o Puebla, fue destrozado. Hubo lugares donde ni siquiera se ganaron diputaciones locales. Esta en el momento de refundarse. De deslindarse totalmente de los corruptos, o bien, desaparecer.
Tercero, Andrés Manuel ganó, no porque fuera la mejor opción o porque tenga los seguidores que se dice que se tiene, más bien ganó porque se conjuntaron varias situaciones que lo beneficiaron. Uno, que los partidos que habían estado en el poder, en la Presidencia, siempre se habían beneficiado del poder para enriquecerse de una manera totalmente desproporcionada, y tenemos ejemplos tanto del PAN como del PRI. Los hijos de Martha Sahagún fue un ejemplo, y también hemos visto cómo la impunidad de esos casos raya en lo increíble. Además, el beneficio económico del sistema que actualmente tenemos no ha sido parejo, como nunca hemos tenido desigualdad económica, y progreso a costa de dejar a nuestros trabajadores con la salud muy deteriorada por tener a una industria eminentemente maquiladora.
Cuarto, el PAN, se convierte en la segunda fuerza política del país, pero con muchas dudas. Ricardo Anaya no fue el mejor candidato, y la duda que se tiene sobre si se enriqueció ilícitamente o no, además de la forma en que fue aglutinando fuerzas políticas para hacerse candidato de una manera impositiva y tiránica ha dejado muchas dudas sobre qué pasará. Se necesitan otros liderazgos, cuyos valores y congruencia moral no deje dudas. El PAN mimetizó las peores prácticas del PRI, y las perfeccionó. Necesita refundarse, reorientarse y ser más una promesa de la socialdemocracia que un reducto de la derecha intolerante e intransigente.
Quinto. Nos deja sorprendidos el desempeño de los mercados y de los gobernantes de otros países. Para Donald Trump, el triunfo de Andrés lo deja contento. Dice que puede negociar mejor con él que con Meade o Anaya. Esperemos que sea así. El mundo reaccionó positivamente y con sorpresa. Nadie, yo creo que ni Andrés, pensó ganar con la contundencia que logró. Ni tampoco el que sus contendientes aceptaran la derrota lo más pronto que se pudo, dada la contundencia de este, y que además ofrecieron palabras de aliento después de haber sido los principales en criticar y decir bastantes cosas sobre Andrés.
Sexto, la mesura de Andrés. Un discurso pausado, pero firme, donde busca más la reconciliación que la división. Muy diferente a aquel discurso de Vicente Fox donde hablaba de cortar cabezas y acabar con el PRI, cosa que nunca hizo.
Séptimo, la esperanza de que Andrés cumpla sus promesas de campaña y que en realidad veamos un México mejor. A mí no me interesa que le vaya mal, por el contrario, que le vaya bien.
Octavo, la necesidad imperiosa de estar atentos y decir y señalar lo que no está bien. Lo peor que puede pasar es quedarnos en la idea de que tiene que dársele la oportunidad a ciegas. No es un cheque en blanco. Debemos y tenemos que estar atentos, para aplaudir lo que está bien, y señalar lo que está mal.
Noveno, la traición de varios gobernadores para con su partido, al solo apoyar a “sus” candidatos y dejar que en la presidencia se hiciera, “lo que Dios quiera”, los estados gobernados por el PRI y el PAN no fueron referente para la elección presidencial, salvo Guanajuato y Nuevo León. En los siguientes días veremos a los políticos damnificados por esta elección.
Sin más, felicidades, México, eres demócrata y saliste a votar. Ahora sigue construir y no destruir.