Colegio de Estudios Estratégicos y Geopolíticos de Aguascalientes, A.C.
La Casa Blanca, Washington, D.C. 18 de junio de 2018. Con enjundia, el presidente Donald Trump, se refiere a su política de inmigración, en particular la referente a separar a las familias, en los siguientes términos: “Los Estados Unidos no será un campo de migrantes, y no será una instalación para la retención de refugiados. No lo será. Miren a lo que está sucediendo en Europa, miren en lo que está sucediendo en otros lugares; no podemos permitir que eso suceda en los Estados Unidos. ¡No en mi guardia!”.
El neoyorquino, fogoso, concluye: “Pero recuerden: un país sin fronteras no es un país en absoluto. Necesitamos fronteras. Necesitamos seguridad. Tenemos que hacernos cargo de nuestra gente”.
La escena arriba mencionada se relaciona con el presente artículo, el cual tiene por objetivo explicar la controversia causada por la decisión de Donald Trump de colocar a los hijos de los inmigrantes ilegales en jaulas.
Donald Trump inició su carrera política atacando a la comunidad inmigrante, en particular dos grupos: los mexicanos y los musulmanes, quienes fueron descritos respectivamente en el imaginario del ex conductor de Reality Show como “narcotraficantes y violadores” y “terroristas”.
Para remediar este problema, el magnate inmobiliario prometió: reformar el sistema de inmigración, aumentar las deportaciones, y construir su fetiche supremo: el muro en la frontera con México, el cual sería pagado por la nación azteca.
Las primeras acciones anti-inmigrante fueron: intentar suspender el programa DACA, una iniciativa que favorece a los inmigrantes ilegales que fueron llevados en su infancia a la Unión Americana y quienes se han desarrollado en ese país. Asimismo, Trump signó la Orden Ejecutiva 13769, la cual prohibía a personas de siete países de mayoría musulmana entrar a los Estados Unidos. Finalmente, prohibió definitivamente el ingreso de los refugiados sirios.
La política anti-inmigrante de Trump recibió un impulso a finales del año pasado: los Estados Unidos se retiraron de la Declaración de Nueva York para los Refugiados y Migrantes, la cual busca amparar los derechos de los refugiados, y la decisión de la Suprema Corte de Justicia de que la Orden Ejecutiva 13769 y su sucesora, 13780, debían ser aplicados los refugiados que no obren “con buen fe” respecto a la Unión Americana.
Lo arriba mencionado ocurrió en el primer año de gobierno de Trump. Sin embargo, 2018 es un año electoral, pues habrá elecciones intermedias para renovar escaños en el Senado y la Cámara de Representantes. Por tal motivo, y con el objetivo supremo de asegurar su reelección en 2020, Trump comenzó a endurecer su discurso contra los inmigrantes ilegales, en especial contra aquellos que intentan cruzar la frontera con menores de edad.
Escuchando el chasquido del látigo, la jauría trumpista se lanzó a la caza en mayo próximo pasado: el fiscal general, Jeff Sessions, afirmó que “tenemos que hacer llegar este mensaje. No te daremos inmunidad”. Luego, el 18 de junio de 2018 presenció el discurso, duro y seco, de Trump y sus acólitos contra la comunidad migrante, en particular a favor de separar a las familias.
Su secretaria de Seguridad Nacional, Kirstjen Nielsen, afirmó, ante la Asociación Nacional de Alguaciles, que “no nos disculparemos por hacer nuestro trabajo. Esta administración tiene un mensaje simple: si cruzas ilegalmente la frontera, te procesaremos”1.
Horas más tarde, Trump, acompañado de su vicepresidente Mike Pence, repitió el mismo mensaje desde la Casa Blanca y, en su cuenta de Twitter, criticó a Alemania y México. Al primero se refirió escribiendo: “la gente de Alemania se ha volteado contra su liderazgo”. Sobre el segundo, redactó: “¿Alguien está echando un vistazo al crimen que toma lugar al sur de nuestra frontera?”.
¿Cómo se exhibe la crueldad de Trump? Colocando a los infantes en jaulas, como si fueran parte de un bestiario, en escenas reminiscentes de las reservaciones indias de finales del siglo XIX, del Centro de Detención de Guantánamo, o de la película Niños del Hombre, obra premonitoria del cineasta mexicano Alfonso Cuarón.
El endurecimiento de la política anti-inmigrante fue celebrado por las cajas de resonancia de Donald Trump: el portal de la derecha alternativa, Breitbart, y la cadena conservadora Fox News, quienes negaron que los pequeños fueran enjaulados.
La nación cuyos jóvenes cruzaron un océano para liberar los campos de exterminio nazi se miraba en el distorsionado espejo de Donald Trump y no se reconocía. Por ello, un coro de críticas se levantó contra la medida de colocar a los niños en jaulas: Melania Trump expresó, a través de su portavoz, que “necesitamos ser un país que sigue sus leyes, pero también un país que gobierna con el corazón”. Igualmente, Laura Bush, esposa del texano tóxico, afirmó: “Pero esta política de tolerancia cero es cruel. Es inmoral y me rompe el corazón”.
Asimismo, la Confederación de Obispos Católicos de los Estados Unidos, la Academia Americana de Pediatras, y decenas de asociaciones religiosas protestantes criticaron, por su crueldad, las medidas contra la comunidad inmigrante.
El escribano concluye: la política de colocar a niños en jaulas o en instalaciones que parecen jaulas muestra la bancarrota moral y la crueldad de la Administración Trump; segundo, la tibieza del actual gobierno mexicano, quien parece ausente u omiso ante tales violaciones a los derechos humanos; tercero, los inmigrantes ilegales son utilizados como peones políticos, tanto por demócratas como por republicanos; finalmente, todavía quedan estadounidenses con una pizca de decencia. Con ellos, México debería hacer equipo para frenar o mitigar la furia contra la comunidad inmigrante.
Aide-Mémoire. – La guerra comercial a escala global se acerca. Todo ello verbigracia del patán que tiene nombre y apellido: Donald Trump
1.- Amid outrage, Homeland Security chief Kirstjen Nielsen “will not apologize” for separating families https://goo.gl/jJTx8d