- Entrevista a David Espino, sobre Aunque perdamos la vida. Viaje al corazón de las autodefensas
- Periodista que ha seguido de cerca el crecimiento de la violencia en Guerrero
En la última década, la tasa de homicidios en Guerrero se ha incrementado en más de 300%, y durante mucho tiempo las comunidades han tenido que ser testigos silenciosos de la violencia que diferentes grupos de la delincuencia organizada ejercen en contra de los ciudadanos y de las comunidades de las diferentes regiones en los que se divide el estado. Miles de personas han sido asesinadas en esta disputa por el control territorial, por los corredores de droga, por las zonas de siembra de amapola, cuya producción ha aumentado exponencialmente en los últimos años, mientras el consumo heroína (uno de sus productos ilegales más preciados) se disparaba en los Estados Unidos. Pero además del control por las zonas de siembra, los diferentes grupos de delincuentes se disputan la extorsión, el narcomenudeo y el control territorial de diferentes zonas del estado.
Guerrero fue el segundo estado con más personas asesinadas durante 2017 con 2529 personas asesinadas, el estado tiene un promedio de 67 homicidios por 100 mil habitantes, Acapulco, Iguala, Chilpancingo son tres de las ciudades más inseguras y violentas del país y según información periodística más 14 diferentes grupos de delincuencia organizada se disputan a sangre y fuego el estado, sus ciudades, y las comunidades rurales de un estado en donde el 40% de la población viven en pobreza extrema. En este contexto de violencia generalizada es donde en septiembre de 2014 fueron desaparecidos 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, que fueron entregados por miembros de los cuerpos de seguridad municipal a miembros del grupo delincuencial Guerreros Unidos, sin que hasta el momento se tenga certeza de su suerte.
Sin embargo, desde 2012 miles de ciudadanos guerrerenses se alzaron armas en municipios como Olinalá, Ayutla, Tecoanapa, Tixtla, Tlapa, Tierra Colorada. Al final cerca de 40 municipios se organizaron para generar grupos de autodefensa que buscan generar espacios de seguridad para sus vidas, sus negocios, sus familias, ya que las autoridades han sido incapaces de detener la ola de violencia e inseguridad que aqueja a los ciudadanos de Guerrero.
Sin embargo, esta situación de organización social y comunitaria en forma de grupos organizados de autodefensa es poco conocida en el país. Por esta razón el periodista David Espino (Atoyac) decidió enseñar la otra cara de la moneda, la de la gente que se organiza para defenderse. Su libro de crónicas Aunque perdamos la vida. Viaje al corazón de las autodefensas (Editorial Grijalbo) resulta necesario para entender la compleja realidad guerrerense. David Espino es un periodista que ha seguido de cerca el crecimiento de la violencia en Guerrero gracias a sus publicaciones en medios como Esquire, Vice, El Universal, Milenio y en el blog Nuestra Aparente Rendición, además de ser autor del libro Acapulco Dealer.
Javier Moro Hernández (JMH): David se ha puesto poca atención a lo que ha sucedido en Guerrero con los movimientos de autodefensa y de las policías comunitarias ¿Por qué crees que se da esta situación teniendo en cuenta la cantidad de grupos de autodefensa que han surgido en los últimos años y la diversidad geográfica en la que están actuando?
David Espino (DE): Desde fuera del estado parece que se ha normalizado la violencia, normalizando las desapariciones, normalizando la delincuencia, que se ve ahora con cierta naturalidad, y eso vino por supuesto a darle mayor radio de acción a los criminales para que pudieran hacer lo que quisieran, por fuera del Estado los medios de comunicación no están analizando la situación y se han quedado solo buscando la nota coyuntura, mientras ocurrían cosas como el hallazgo continuo de fosas clandestinas en Guerrero, que no fueron masivas, porque encontraban pocos cuerpos, todo se pensaba que era parte de esta guerra entre delincuentes, y se pensaba que no tocaba a los civiles, pero el caso de Ayotzinapa puso en su justa dimensión la profundidad de la violencia que se vive en el estado, pero la gente en el estado ya se había armado porque ya no aguantaba más esa situación.
JMH: Una de las característica que mencionas en el libro es la diversidad de grupos de autodefensa que han surgido en Guerrero, que en algunos casos tienen diferencias notables con las autodefensas que surgieron en Michoacán, ya que algunas son resultado de asambleas comunitarias o tienen una raíz más cercana con la comunidad.
DE: Digamos que esa es una diferencia sustantiva, el hecho de que la autodefensa en Guerrero tiene una base comunitaria, social, muchísimo más arraigada que la de Michoacán, pero otra diferencia tiene que ver con los recursos para el armamento, en Guerrero son armas muy básicas, muy sencillas, escopeta de caza, rifle de un tiro, nada que ver con la capacidad de fuego que mostraron las autodefensas de Michoacán.
JMH: Además en Guerrero podemos encontrar el caso de las policías comunitarias, como es el caso de la CRAC, que tiene veinte años trabajando y cuyo funcionamiento se encuentra legislada, pero que no es necesariamente el origen de todos los grupos de autodefensa de Guerrero.
DE: En realidad la CRAC tiene otras especificidades y tiene otra razón de ser, nace en 1995, con la idea de brindar seguridad en las comunidades de una zona muy específica de Guerrero, que es la zona de Costa Chica colindando con la Montaña, y en zonas eminentemente indígenas, y cuando surge los otros grupos de autodefensa surgen con el ánimo de combatir estas vertientes de grupos de delincuencia organizada que crecieron justo a partir de la lucha contra el narco declarado por Felipe Calderón, que se han visto fortalecidos por crímenes como el narcomenudeo, la extorsión o el secuestro.
JMH: Una de las características que tiene el estado de Guerrero es la fragmentación de los mismos grupos de narcotráfico que trabajan y que tienen sus bases en Guerrero, lo cual hace también más complicado enfrentarlos.
DE: Está sumamente atomizado y ese proceso empezó justo después de la muerte de Arturo Beltrán Leyva, porque ya no había un jefe con ese poder, con esa concentración de liderazgos, y con esa capacidad de mantener unidas a todas esas células que ahora se encuentran divididas y peleando entre ellas y ejerciendo una violencia brutal contra las comunidades con el afán de controlarlas y de esa manera también controlas la siembra de enervantes y las rutas para enviar sus productos hacia el norte del país, células que además son varias en Chilpancingo, en Chilapa, esas células terminaron luchando entre ellas, con una violencia dantesca, terrible, con escenas que jamás nos hubiéramos imaginado.
JMH: La figura de Bruno Plácido, dirigente de la UPOEG, es una figura central para entender el desarrollo de la historia de las autodefensas del estado.
DE: Él cobra importancia sustantiva en el desarrollo de esta primera parte de las autodefensas, junto a la figura de Nestora Salgado, cada quien con estilos propios, pero cada uno de ellos cobra relevancia pero al final forman parte de esta nueva ola de líderes sociales y comunitarios. Bruno forma parte de un liderazgo que vino a exponenciar el asunto de las autodefensas en Guerrero, porque el grupo que él lidera todavía tenía toda la capacidad de expansión y de reacción, que no tiene ningún otro grupo, ni siquiera como la de Olinalá, que lideró en su momento Nestora Salgado, tanto que UPOEG sigue vigente, a pesar del desgaste y de las divisiones, porque eso también es un fenómeno que viven los grupos de autodefensa en Guerrero, pero Bruno por ejemplo, logró ser candidato a diputado local, aunque perdió, lo cual nos habla de un desgaste que ha tenido en su labor como dirigente social, aunque la UPOEG sigue funcionando como tal, sigue vigente, el grupo que surge en 2010 con la intención de hacer gestoría social, y en 2013 se arman para defender a los pueblos como autodefensa.
JMH: Otra de las características que llama la atención del caso de Guerrero es la división que existe entre algunos grupos de autodefensa y que han terminado en choques violentos entre ellos mismos.
DE: Es justamente por ese desgaste que comentaba anteriormente en el caso del liderazgo de Bruno Plácido, al final para algunos él ha perdido esa fuerza moral, ese liderazgo moral que tuvo en el principio y surgen otros liderazgos, que tienen la intención de quitarle a él el control de las autodefensas, lo cual ocurre en Xaltianguis, poblado cercano a Acapulco, y entonces todo este corredor que va de Xaltianguis a Chilpancingo cambia de manos y ya no es controlado por Bruno ni por la UPOEG, y se dividen y surge el FUSDEG, Frente Unido por la Paz y el Desarrollo de Guerrero, y con ese grupo es justamente con quien la UPOEG se ha enfrentado de manera violenta, enfrentamientos que han dejado cantidad de muertos.
JMH: La actitud de los gobiernos municipales ha sido de rechazo a que la gente, a que las poblaciones se organice y se proteja.
DE: Claro, porque es aceptar de algún modo que no están haciendo su trabajo y que la gente tiene que salir y defenderse a sí misma, y eso es algo que los gobiernos, tanto municipales como estatal, no quieren aceptarlo del todo, y por eso han tratado de cooptarlas, de contenerlas, de encarcelar a los diferentes líderes que han ido surgiendo, de corromperlas, han buscado de muchos modos minarlas para tener la hegemonía de la violencia y del uso de las armas.
JMH: Por ejemplo, el caso de Ayotzinapa demuestra la infiltración del narco dentro de las instituciones de seguridades municipales y estatales.
DE: Eso era algo que ya había venido ocurriendo, y que se puso de manifiesto con el caso de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, pero en Iguala ya estaba pasando cosas muy duras, era una ciudad que estaba prácticamente controlada por el narco, y nadie había dicho nada, nadie había puesto atención, había una cantidad de personas desaparecidas importante, se habían encontrado fosas clandestinas con cuerpos de varios meses de haber desaparecido y de haber sido enterradas ahí, y nadie le estaba prestando la atención debida.
JMH: Quería preguntarte sobre Nestora Salgado, en tu libro narras su arresto y su posterior liberación. ¿Las autodefensas en Olinalá siguen funcionando o después del arresto de Nestora dejaron de funcionar?
DE: Siguen funcionando, de una manera más acotada por supuesto, ya no con esa capacidad de trabajo, ese protagonismo que adquirieron en 2012 y 2013, cuando fueron dirigidas por Nestora, y justo el encarcelamiento de ella hizo que los trabajos de la autodefensa de Olinalá bajará de intensidad, también porque varios de los otros comandantes locales podían correr la misma suerte, entonces siguen trabajando pero ya no tiene el mismo protagonismo ni la misma capacidad de acción que tuvieron antes, porque el arresto de Nestora fue justo un modo de coacción del gobierno, no solo en contra de las autodefensas de Olinalá, sino de todo Guerrero, porque no solo la encarcelaron a ella, han encarcelado a otros dos comandantes, uno de Tixtla que se llama Gonzalo Molina, y Arturo Campos, comandante de las autodefensas de Ayutla, y además está otro comandante de la policía comunitaria, de la CRAC, está preso, Eliseo Villar.
JMH: La figura de las mujeres dentro de las autodefensas cobra mucha relevancia, hay comandantes como Nestora, pero también hay grupos de autodefensas conformadas por mujeres lo cual llama la atención, porque de alguna las mujeres en esos movimientos ocupan un lugar central, como viene ocurriendo también en los movimientos de búsqueda de desaparecidos, por ejemplo.
DE: Fue precisamente por esto que acabas de comentar, porque son un soporte básico de las comunidades, porque forman parte de los movimientos de víctimas, muchas de ellas han perdido a algún familiar, a algún hijo, y respondieron de este modo, organizándose, pero también cuidando a las escuelas a los hijos, pero fue una respuesta a la pérdida, a la desaparición, al secuestro, a la pérdida de seres queridos.