Veíamos en el Facebook de una conocida, un video donde tres individuos se casaban, ella, alterada, decía el clásico “¡A dónde vamos a parar!”. Nuestro respuesta, fue unánime: adonde cada quien quiera, en su vida íntima. La premisa del derecho privado que se acuñó en la época romana, de que el estado no puede entrometerse en las relaciones entre pares, está más viva que nunca. El mundo, en esta época no puede seguir concibiéndose como en la edad media, en que la inestabilidad política exigía respuestas hegemónicas en las que todos debían creer ciegamente, en aras de alcanzar la paz. Hoy en día, luego de la declaratoria de la muerte de Dios de Nietzsche, se visualiza una pléyade de perspectivas, tan diversas, como personas existen. Particularmente, el tema de las facultades individuales y de la familia es un coto en que se plantean infinidad de posturas respecto al contenido que deberían tener las normas regulatorias de sus instituciones; basadas, dependiendo de la conveniencia de cada cual, en la tradición, en postulados religiosos o bien, en derechos humanos.
Una gran paradoja se ha apostado en la juridicidad, pues justamente, al haber sido concebido el derecho que hoy nos rige, en los ideales modernos, apuesta siempre a la certeza, por encima de la justicia; la justificación es siempre la misma, la certeza puede ser objetivada de conformidad con la norma, mientras que la justicia será siempre un valor sujeto a la interpretación subjetiva de quien la imparte y de quien la pide. Esta problemática se ha agudizado, luego del boom de los derechos humanos, derivado de la reforma de 2011; ahora, es una obligación de los diversos órdenes de gobierno la maximización de las prerrogativas fundamentales, hasta el límite dispuesto por la propia constitución o incluso más allá, la revisión de la convencionalidad. Esto es de suma trascendencia, pues, verdaderamente alcanza todos los rincones de lo jurídico. La interpretación que se haga de los derechos humanos debe ser actualizada a las circunstancias de nuestras sociedades, buscando nuevos medios hermenéuticos que más eficientemente ayuden a esa tarea de ampliar los límites de las prerrogativas de los ciudadanos.
Justamente por esta tendencia de búsqueda de soluciones adecuadas para todas las nuevas condiciones de vida que se conjugan, la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, se dio a la tarea de crear el libro Remodelando la Esfera Jurídica, editado por Tirant lo blanch con la coordinación del doctor Benjamín Revuelta y el maestro César Sereno, aglutinando textos de jóvenes investigadores, preocupados en proponer soluciones a estas indagatorias. La obra tiene como común denominador la determinación de que la norma debe adquirir algunas características que hoy se le atribuyen a la posmodernidad, tales como su capacidad de incluir en un mismo espacio, en este caso la norma jurídica, diversas situaciones, pues sus destinatarios poseen ideales de vidas que son diversos y que difícilmente pueden adecuarse a una sola hipótesis; en todo caso, el límite debe ser exclusivamente el derecho de los otros.
Es interesante que en esta búsqueda de múltiples concepciones, la visión de lo americano, como una alternativa viable que dote de ética al derecho se aprecia como la respuesta más adecuada, pues aporta el entendimiento del mismo, más como un camino a la justicia, vista desde la solidaridad, es decir, intentando ampliar las prerrogativas de los otros, en el entendimiento de que la mejora en las condiciones de vida de unos, repercute en la de los otros. Marcela Leticia Serna López, escribió un texto intitulado Apuntes sobre la posmodernidad, desde una perspectiva jurídica en el que se analizan estas características que ha adquirido el derecho al adecuarse a las condiciones de la sociedad a que se dirige, así como los bemoles que le son característicos y a los que se ha hecho alusión en líneas anteriores.
Contrario a lo anterior, una gran parte de la sociedad se esfuerza por imponer a los otros su forma de vida. Solo recordemos el adulterio, donde la sociedad puritana pretende aplicar, mediante la norma, una forma de vida, como lo vemos en esa excelente cinta estelarizada por Demi Moore La letra Escarlata (1995) que narra cómo eran marcadas las infieles. En México, hoy en día el adulterio prácticamente ha desaparecido del ámbito jurídico, para habitar exclusivamente el mundo de la moralidad. Sin embargo, las buenas conciencias siguen al acecho de legislar su ética, como si en este mundo no hubiera suficiente dolor y tristeza por cuestiones objetivas, introducimos un elemento subjetivo que hace absurda, aún más, la idea de dañar a semejantes, por nuestros propios pensamientos. Y es que uno se pregunta, si el prójimo desea hacer de su vida cualquier cuestión que difiera de nuestros ideales, sin un efecto en el curso de nuestras vidas ¿qué carajos nos importa?
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* Artículo basado en el texto de la presentación del libro Remodelando la Esfera Jurídica que llevó a cabo la Mtra. Marcela Leticia López Serna en Morelia, Michoacán.