Se acuerda, estimado lector, Te conocí en un bazar un sábado al mediodía, entre la gente y los puestos pronto tú me seguías. Qué tiempos aquellos, las chavas con su copete de micrófono con todo el mousse para que durara hasta la noche; nosotros con zapatos top sider sin calcetines escuchando a Van Halen o a los Café Tacvba. Este sábado 19 de mayo me hizo recordar esa bella y profunda pieza musical de las Flans y aquel 1985. Presumo la amistad con Anayeli Muñoz (espero sea recíproco), de pronto, en la semana previa a la fecha que refiero en esta relatoría de encuentros y decepciones, recibo mensaje de esta amiga para correrme la invitación a una charla con la mismísima Lorena Martínez -me gustaría que fueras tú que te la pasas criticando todo- dijo ella; acepté, está bien, ahí nos vemos, el sábado al mediodía.
La reconocí en un bazar un sábado al mediodía, así fue, estimado lector, un bazar en el sentido figurado, me encontré con un abanico de personalidades que nunca creí ver en una charla proselitista de doña Lorena, lo que me hizo pensar, los políticos que identifiqué son auténticos chapulines, brincaron de los azules a los tricolores o qué pasó, pero luego vi a empresarios, alumnos de la UVM y la UNID, tal vez de otras universidades, no lo sé, al parecer amas y amos de casa, personas que por su vestimenta pudiera inferir que eran campesinos, clase media, pero nadie con banderas del tricolor y mucho menos ataviados con playeras o suvenires del partido en el poder. Eso me confundió y luego me confirmó lo que Anayeli me comentó por mensaje, “no son militantes del PRI, es gente que estoy convocando para que la candidata realmente tenga un público que no le aplauda todo lo que dice”. Puede ser que funcione, no seré el único que le suelte preguntas incómodas, me quedo.
De las 11:00 a las 12:00, tiempo medido, tiempo efectivo, dijo ella, qué bueno, pensé yo, los sábados al mediodía mi agenda académica no me permite mucho margen de maniobra. Y así pasaron los minutos, las once, las once con cinco, con diez, cielos, esto no estaba en el plan del día; y cuando vivía los estragos de la desesperación y después de dos manzanas en la panza cortesía del equipo de Lorena, la muchedumbre comenzó a voltear hacia la entrada del salón, era Gustavo Granados y Lorena Martínez (en orden de aparición) que hacían su entrada triunfal al recinto, acompañados claro está del equipo de élite y más cercano de estos personajes. Pronta a la reacción, Anayeli se apoderó del micrófono e hizo una introducción-explicación del evento que íbamos a presenciar para después ceder el micrófono a Gustavo Granados. Eso me recordó los conciertos de rock, antes del estelar toca el telonero, como para calentar motores, lo desafortunado de esto fue que nuestro “artista abridor” consumió mucho del tiempo sin siquiera agotar el tema que estaba tratando de exponer, fue Lorena la que cerró la idea de las propuestas de seguridad que comenzó a esbozar el abridor del show.
Finalmente llegó el momento en que Lorena tomó la palabra, con un público ligeramente molesto por no haber comenzado a tiempo. De qué habló, por lo menos antes de que un servidor se retirara del lugar a las doce horas; yo escuché dos temas, el cierre de la idea que abordó Granados con relación a la seguridad en Aguascalientes y el proceso electoral federal, el de los presidenciables, claro está, y algo que me llamó la atención de manera puntual fue que la candidata al Senado por los tricolores haya dicho que las encuestas, como todo México lo sabe, apuntan hacia la preferencia por Andrés Manuel. Es claro que una elección no se gana en la guerra de encuestas, herramienta completamente manipulable y tendenciosa a favor de quien las pague, yo siempre he dicho que si el pueblo escucha que uno de los cuatro va a la cabeza de la contienda, los receptores indecisos se pueden decidir por el puntero; en fin, la idea es que yo percibí que Lorena argumentó que con ese comportamiento las tendencias difícilmente se pudieran revertir, sin embargo nada está escrito, hablando de los ochenta, en aquel 1988 el ingeniero Cárdenas era el mero bueno y ganador del proceso electoral y, oh sorpresa, el señor Salinas se quedó con la silla presidencial. Todo puede pasar en este 2018, a 30 años de distancia los pactos pueden estar ya sobre la mesa listos para hacerlos valer.
Si gana Andrés Manuel se necesitará un Senado plural y con equilibrio que permitan mesurar al presidente en sus arranques tipo Trump, lo que Lorena propuso fue eso, hacer contrapeso, equilibrio y no la mayoría en las Cámaras para los morenos.
Sin duda resaltó de manera mesurada creo yo, las cualidades de José Antonio Meade y dijo que por él no se vota por guapo sino por capacidad, pero después del comentario se olvidó del candidato presidencial y se dedicó a plantear sus ideas. En ese momento eran las 12 del día, con reloj en mano, o más bien con teléfono en mano, lo cual me pareció desafortunado, pues realmente quería escuchar más de Lorena y soltar dos que tres preguntas o pronunciamientos para conocer su postura.
Qué tenemos que hacer los mexicanos para no ser impuntuales, no lo sé, tal vez cuando Andrés Manuel acabe con la corrupción este fenómeno mexicano llegue a su fin.
Será para la otra, como el siguiente debate en la blanca Mérida, este, un excelente talk show, hubieran invitado a Laura Bozzo en lugar de al respetado León Krauze, el formato entretenido, los moderadores, el público, las preguntas del público y los cuatro candidatos un verdadero espectáculo donde, no lo dude, una hora antes se ensayó, pero no sólo el formato, sino la interacción entre los involucrados.
La conocí en un bazar un sábado al medio día y ni siquiera recordó que ya habíamos coincidido un par de veces en eventos políticos y académicos, así son todas las mujeres, rompió mi corazón…
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