Uno de los aspectos más importantes de cualquier proceso electoral en los estados democráticos, lo es en su esencia la renovación periódica y pacífica de las personas que encabezan las estructuras gubernamentales, en puestos unipersonales como pueden ser el presidente o los gobernadores, o en órganos colegiados como las cámaras de diputados, senadores o los ayuntamientos.
Las elecciones, como comúnmente es llamado el conjunto de actos organizados por la autoridad electoral, ejecutadas por los ciudadanos y que tiene por protagonistas, entre otros muchos actores, a los partidos políticos, han sido entendidos históricamente de muchas maneras. Antes de la ciudadanización de los organismos electorales fueron desde indicadores de la popularidad de tal o cual candidato, hasta el diagnóstico de la situación del país. Pocas veces la votación se analiza desde el punto de vista de un acto soberano del pueblo, quizá debido a lo efímero que resulta y a que no es ejercido por la totalidad de aquellos en quienes reside esencial y originariamente esa soberanía, sino solamente por unos cuantos.
Y buena parte de esa baja participación deviene del desconocimiento de las actividades que en conjunto se engloban en lo que llamamos el proceso electoral, a pesar de que ya no es un tema novedoso. De 1991 a la fecha, en Aguascalientes hemos vivido dieciocho procesos electivos, entre locales y federales, de los cuales se han producido cuatro presidentes de la república y cinco gobernadores, estando actualmente en desarrollo el proceso electoral número diecinueve y primero concurrente. Esa continuidad nos debiera permitir apreciar la solidez que proceso tras proceso se va generando en el sistema que, bien que mal, va ya para su tercera década de existencia en este modelo (aún perfectible, claro está); eso sin contar que desde 1917, por lo menos cada seis meses en algún punto de la amplia geografía mexicana se ha realizado algún procedimiento electivo de autoridad.
El sistema, insisto, perfectible por donde se le vea, responde a una realidad nacional y local, motivo de existencia de instituciones correspondientes; no son ajenas una a la otra, aunque sí difieren en algunos elementos, como el que es motivo de esta reflexión semanal.
Históricamente en las entidades federativas, y Aguascalientes no fue la excepción, en el último siglo existieron fuerzas políticas organizadas que compitieron en las distintas demarcaciones, en los primeros años en un plano de igualdad que no permitió que alguna prevaleciera marcadamente sobre otras. La contienda, algunas veces encarnizada por quienes buscaron obsesivamente el poder, cesó al darle paso al caudillismo regional, personificación de la cumbre del poder político y de la jerarquía administrativa. Así hasta coincidir con el plano nacional y la hegemonía, que en el caso fue la confluencia de distintas expresiones bajo el manto del nacionalismo revolucionario, y llegar al sistema pluripartidista que poseemos.
En ese tenor, han quedado registrados en las páginas de la historia algunas organizaciones locales que tenían como premisa el acceso del ciudadano al poder. El Partido Constitucionalista “Luz y Verdad”, el Partido Democrático de Obreros de Aguascalientes, el Partido Liberal Constitucionalista, el Partido Liberal Nacionalista, el Partido Revolucionario Ferrocarrilero (Pro Álvaro Obregón), el Partido Laborista Aguascalentense, el Partido Socialista y Antirreeleccionista del Estado de Aguascalientes, el Partido Revolucionario Obrero y Campesino Aguascalentense y el Partido Comité Central Revolucionario de Aguascalientes en su momento fueron liderazgos que, con mayor o menor éxito, participaron en contiendas electorales.
Durante los años recientes, por virtud legal, no existió la posibilidad de registrar partidos políticos locales y en las elecciones estatales solamente podían contender aquellos que tenían su registro nacional vigente, siendo Aguascalientes la única entidad federativa de toda la república, en su momento, en donde se mantenía esta disposición.
Ante la entrada en vigor de la legislación electoral que nos rige en el ámbito nacional, ya fue posible que existiera un procedimiento para que, cumpliendo con los extremos legales, se pudieran registrar partidos políticos locales sin excepción. De manera histórica, el 27 de abril, el Instituto Estatal Electoral local, a través de su Consejo General, dio entrada a dos nuevas opciones locales en Aguascalientes de ciudadanía organizada que podrán contender en las próximas elecciones a celebrarse en el 2019, para la renovación de los Ayuntamientos.
Más allá de los pro y contra de la pluralidad de partidos, es importante que la ciudadanía conozca el sistema electoral, y si a eso abona la creación de estas figuras, bienvenidas sean. No fue fácil la obtención del registro, pero será más difícil mantenerlo pues ya no será un trámite administrativo, sino el enfrentamiento con la realidad, con el electorado que hay que convencer, en buena lid, a través de las propuestas, luchar contra la mitología que inunda la materia, enfrentarse a esa realidad local.
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