Luego de la payasada en la que se convirtió el segundo debate organizado por el Instituto Nacional Electoral entre candidatos a la Presidencia de la República, quedó manifiesta la poca seriedad con que estos actores políticos se manejaron durante este ejercicio democrático diseñado supuestamente para la presentación de propuestas, planes de trabajo, objetivos, etc., sin embargo, desde hace algún tiempo sirve para todo lo contrario y hoy más que nunca, los ciudadanos nos quedamos más intranquilos al comprobar nuevamente que no hay una propuesta real que convenza.
Lo anterior nos lleva a otro pensamiento alarmante, qué será de nosotros como mexicanos cuando uno de estos sujetos finalmente ocupe la silla presidencial, si no tienen la capacidad para tomar las riendas del país que en varios sentidos se cae a pedazos y además están inmersos en situaciones y escándalos que nos hacen dudar de su honorabilidad.
Qué pasaría si en un escenario imaginario, organizado, pensado y por estrategia calculado, todos decidiéramos por ejemplo, votar por Margarita Zavala, quien decidió bajarse de la contienda sí, pero con el pleno conocimiento como votantes de que estos sufragios serán anulados, se sentaría un precedente; o qué sucedería si todos, insisto, todos los millones de mexicanos en posibilidad de participar, no votáramos por ninguna de las propuestas planteadas por los partidos o bajo la figura de independientes, simplemente anuláramos la boleta.
Obviamente este escenario no es viable, menos cuando como buenos mexicanos que somos, sabemos que no faltará “alguien” que vote por uno de los candidatos y aunque fuera un solo sufragio, éste sería suficiente para llevarlo al triunfo electoral.
Pero si razonamos más a fondo el planteamiento y lo hiciéramos realidad, de alguna manera obligaríamos a los mismos partidos políticos, a nuestros representantes populares y a quienes conforman los institutos encargados de organizar las elecciones, a tomar decisiones y replantear el método para la definición de nuestros gobernantes, porque con esta clase de mensaje, les haríamos saber que ninguna propuesta es viable.
Más aún cuando para el grueso de la población el tema de la política está ligado a los de la corrupción, de la mentira, de la descalificación, de la deshonestidad, del enriquecimiento ilícito, del poder para unos cuantos. Los problemas sociales que vivimos no son atendidas debidamente y lo más lamentable es que casi todas van a la alza.
Durante el mensaje que dio la hoy ex candidata independiente, quedó bastante claro además que esta figura de “los sin partido”, se queda en el plano de las buenas intenciones de llevar a los ciudadanos a ocupar un puesto de elección popular, primero porque el piso no es parejo ni económicamente ni en espacios publicitarios, pero al mismo tiempo deja ver la fuerza que todavía los partidos tienen en el escenario electoral, y que es bastante grande, es decir cuentan con las redes de apoyo de millones de ciudadanos que participan de forma conjunta con sus abanderados.
Entonces, este planteamiento ha quedado corto, y también requiere ser modificado porque es la única alternativa que existe todavía para que una persona ajena a los institutos políticos pueda llegar al poder. ¿De qué forma lo entenderán los partidos y los Institutos Electorales?
Lo que es claro es que las cosas no van a cambiar de la noche a la mañana, mucho menos cuando como votantes nos desentendemos del tema y del poder que finalmente tendríamos para revertir el panorama si conociéramos nuestros derechos y nuestras obligaciones.
Faltan pocos días para la jornada, le pregunta está en el aire, ¿usted por quién votará?