Efectivamente, estimado lector, hoy todos los mexicanos celebramos el Día de las Madres, obligados mediáticamente a apelar a los recursos que la mercadotecnia nos pone enfrente como única opción para pasarla bien.
Es un buen día para los establecimientos de regalos y novedades, no se diga para las florerías, los restaurantes, las tiendas de ropa y hasta las mueblerías. Saturados sin piedad por los medios tradicionales y los cibernéticos no hay más opción que sucumbir ante los mensajes vacíos pero conmovedores hasta las lágrimas.
Observo con sorpresa cómo cada año es lo mismo, y lo seguirá siendo por los siglos de los siglos; los más pequeños deleitarán a sus mamás con un vistoso festival del 10 de mayo, además de hacer entrega del regalo que ellos mismos confeccionaron con sus propias manitas. Los panteones se llenarán, las líneas telefónicas se saturarán y en las oficinas les darán la tarde al personal femenino que ostente ser madre.
Y así pasará otro diez de mayo más, tradicional, simplón, rutinario, obligado. Yo siempre he pensado que asignarle un día a cualquier celebración no es otra cosa más que una estrategia mercadológica y ya, carece de sentido y contenido, desde el Día Mundial de Medio Ambiente, pasando por la celebración de hoy y cosas tan ilógicas como el día del libro por ejemplo, y conste que no estoy en contra de estos objetos, al contrario, cotidianamente incito a las personas que me rodean a que lean, sin embargo no me imagino a mi libro favorito, es decir un ser inanimado y sin sentimientos celebrando conmigo su día. Creo yo que un festejo hace sentir bien a una persona, exacto, una persona, la cual espera con ansia ese día para compartirlo con sus allegados, incluso cuestionaría el día del perro o del gato, seguramente un animal domesticado tiene sentimientos, pero no como nosotros los percibimos o concebimos, agréguele que ahora estamos en la moda de humanizar a las mascotas, la confusión se vuelve más pronunciada.
No es el cumpleaños de mi mamá, es el día de las madres, de todas, absolutamente de todas, no existe la sensación de exclusividad, al contrario, el encuentro accidental en el restaurante dentro de unos momentos me hace recordar que no es más que el día de la mercadotecnia; ve, le digo, un concepto, un objeto inanimado, cualquiera puede tener su día.
Las mañanitas en el cerro del Tepeyac me hacen recordar que México es una tierra de mujeres y hombres de fe… que se acuerdan de las deidades en fechas específicas; la canción mamá de los Timbirichos arrancará lágrimas en más de uno, se lo puedo garantizar, mi compañera de trabajo tendrá un nuevo marco para sus fotos hecho por su querubín para presumir las imágenes de las vacaciones pasadas.
Pero y entonces por qué nos tenemos que alinear al día para desbordar todo el cariño a la mujer que nos tuvo en su vientre por nueve meses y carga con la cruz abnegada de ser mamá. Reconozcamos su labor no sólo una fecha, uno por uno de los 365 días del año el género femenino y las mamás se la rifan para que las cosas sucedan aquí.
Herederas de todos los traumas, los conflictos internos, de personalidad y hasta de género, ellas se convierten en el pilar del hogar, sí, estimado lector, aunque se escuche trillado, pero sí lo son, hacen que el núcleo familiar permanezca cohesionado, es como una tradición dentro del inconsciente de nuestra raza.
Aquí estamos pues, celebrando como en aquel 10 de mayo de 1922 cuando Rafael Alducín, un periodista poblano, decidió copiar el patrón de los vecinos del norte para homenajear a las reinas del hogar, y desde entonces, esperamos gustosos la fiesta internacional que une a las familias. (Frente a un establecimiento de comida o una tienda departamental).
Siga con la tradición y celebre a las mamás que tenga en familia, a sus compañeras de trabajo, a todas las que usted quiera, mire que en un país donde el feminicidio es pan de cada día los festejos no se si son de dientes para afuera o somos tan jocosos que tratamos de ver la vida positiva.
Tanto el 8 de marzo, hablando de fechas y días para celebrar, día internacional de la mujer como hoy, 10 de mayo, recordamos y exigimos justicia, la cual llega a oídos sordos y el problema de la violencia hacia el género femenino no cesa.
Hoy las ponemos en un altar y las consentimos, mientras en otro escario se está cometiendo un crimen atroz contra una mujer, un feminicidio.
Según el diario El País, en los últimos diez años han sido asesinadas 23,800 mujeres en México, la mayoría de los casos sin resolver. Es cuando de pronto percibo que nuestra raza mantiene la tendencia sanguinaria de nuestros antepasados, un temperamento indomable para unas cosas, sumiso para otras; sin problemas nos podemos poner al brinco con el del automóvil de al lado por no ceder el paso, mentar madres y hasta bajarnos para darnos unos buenos golpes, también observamos, escuchamos y leemos en los medios las constantes incitaciones a la violencia por parte de los irresponsables comunicadores que ni siquiera llegan a líderes de opinión, tal es el caso de Ricardo Alemán, con la difusión en medios tradicionales y cibernéticos, ejemplazo no cree. A ver, hijito, no andes diciendo que vas a golpear a la hora de la salida al que te cae mal en el salón, no sabes lo que eso te puede ocasionar. No pasa nada, papá, si un señor canoso dijo que mataran al Peje, entonces por qué yo no puedo golpear a alguien. Caso hipotético…
No sé qué sea mejor, si alejar a los niños de todos los medios y celebrar el día de las madres como Dios manda y sin andarme cuestionando nada, o fumar la pipa de la paz con todos los que manejan como yo, y con los que no coinciden con mi visión de la sociedad…
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