Colegio de Estudios Estratégicos y Geopolíticos de Aguascalientes, A.C.
Palacio de Constantino, San Petersburgo, Rusia. 24 de mayo de 2018. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, voltea a ver a su anfitrión, el mandatario Vladimir Putin, y le espeta: “Yo respeto también el rol reforzado que Rusia se da así misma dentro de su ambiente regional y el mundo, en particular en el Medio Oriente”.
Macron, un esteta altamente educado y sofisticado, concluye su alocución mencionando cómo los niños franceses han aprendido de Rusia, de la inmensidad del territorio y de la heroicidad de sus habitantes en la novela de Julio Verne, Miguel Strogoff.
La escena arriba descrita se relaciona con el presente artículo, el cual tiene por objetivo explicar por qué, en días recientes, una galaxia de líderes globales ha viajado hasta Rusia para entrevistarse con el genio de la geopolítica mundial: Vladimir Putin.
En 2014, con motivo de la anexión de la península de Crimea y de la guerra civil en el este de Ucrania, el Donbáss, la Federación Rusa sufrió una serie de sanciones impuestas por los Estados Unidos y la Unión Europea. A continuación, siguió una guerra financiera contra Rusia, la cual hubiera puesto de rodillas a una nación menor. Sin embargo, el paraguas nuclear ruso fue reforzado por la generosa cartera de la segunda potencia económica del planeta: China.
En septiembre de 2015, Vladimir Putin ordenó el despliegue de las fuerzas aeroespaciales y navales rusas en Siria con el objetivo de apuntalar a su acólito: Bachar al-Assad. Al año siguiente, 2016, dos eventos cimbraron el orden mundial: la salida del Reino Unido de la Unión Europea, el Brexit, y la elección de un fascista en los Estados Unidos: Donald Trump.
Donald Trump, actuando proverbialmente como chivo en cristalería, ha dinamitado, en menos de dos años y al grito de America First, el orden mundial que su país construyó tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Trump ha retirado a su país de: el Acuerdo Transpacífico, el Acuerdo sobre el Cambio Climático de París y el Acuerdo Nuclear con Irán. Finalmente, el magnate neoyorquino ha renegociado el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
Mientras tanto, Rusia ha resistido las sanciones económicas en su contra y un relativo aislamiento internacional debido a su prudente manejo macroeconómico y los avances en los sectores agroindustrial, aeroespacial y farmacéutico. Asimismo, los triunfos de la fuerza expedicionaria rusa en Siria le han granjeado la admiración de propios y extraños.
La combinación del díscolo y errático Trump con la imagen de eficiencia y respetabilidad que proyecta Putin han convencido a una pléyade de líderes mundiales que es bueno para sus respectivos intereses viajar a Rusia para entrevistarse con su líder.
El dirigente de Israel, Benjamín Netanyahu, y la canciller de Alemania, Angela Merkel, fueron los primeros en peregrinar a Rusia tras el inicio del cuarto periodo como presidente de Vladimir Putin. Luego, el día 21 de mayo, el primer ministro de la India, Narendra Modi, se entrevistó con Putin en la ciudad de Sochi. En la urbe ubicada a las orillas del mar Negro, Modi y Putin discutieron asuntos de la agenda bilateral: la venta de armas rusas a Pakistán, archirrival de la India; y la situación en Asia Central y Medio Oriente.
Sin embargo, la visita que más atrajo los reflectores fue la protagonizada por el mandatario galo, Emmanuel Macron, quien venía de visitar Washington, en donde Trump lo había recibido con todos los honores, pero lo había despedido con las manos vacías, pues no logró que el hombre del peluquín rubio echara marcha atrás a su decisión de retirarse del Acuerdo Nuclear con Irán.
A pesar del apoyo francés al Reino Unido por el caso Skripal y de su participación en los ataques balísticos contra Siria, Putin recibió cálidamente a Macron. Ambos líderes actuaron como testigos de honor en la firma de lucrativos contratos para firmas francesas en los sectores energético y logístico. Finalmente, acordaron trabajar en el plano diplomático con respecto a Irán, Libia y Siria.
No obstante, el intercambio meloso entre los dos líderes, el jefe del Kremlin calificó de milenki (“Niñitos obedientes”) a las empresas francesas por la obediencia a las sanciones económicas contra Irán implementadas por los Estados Unidos.
Putin cerró la semana con la visita del primer ministro del Japón, Shinzo Abe, con quien conferenció sobre temas de interés común: las negociaciones con Corea del Norte y la situación de las islas Kuriles.
A pesar de los éxitos diplomáticos no todo es miel sobre hojuelas para los rusos: Polonia desea ser sede de una base militar estadounidense; cuatro militares rusos murieron en Siria; y hay rumores de desestabilización en Asia Central.
Finalmente, sobre Rusia, con Putin a la cabeza, se puede escribir lo mismo que Julio Verne redactó sobre Miguel Strogoff: “No es la historia de su éxito, sino la historia de sus pruebas, la cual merece ser relatada”.
Aide-Mémoire. Algo pasa entre Alemania y los Estados Unidos cuando un exministro de Asuntos Exteriores, Joschka Fischer, dice que “Trump está amenazando el modelo de negocios de Alemania” y cuando el vicepresidente del Parlamento alemán, Wolfgang Kubicki, comenta sobre “la impredecibilidad de la política estadounidense”.