A contraflujo del ruido electoral emitido por las campañas políticas, amplificado éste por el eco estridente de los mass media, aparece una nota disonante de ese monocorde ensamble, en primera plana de La Jornada, que versa: BID: “problemón” de México con su sistema pensionario. (La Jornada, Roberto González Amador. Economía. Enfrentará México “problemón” de índole social por las pensiones. Jueves 10 de mayo de 2018, p. 19, https://goo.gl/ymo1uZ).
Se trata de un tópico inédito, no mencionado, no referido, inexistente en la discusión pública de los contendientes a la Presidencia, quienes han cifrado sus narrativas en torno a lo que definen como los problemas torales del país: la corrupción, la impunidad, la violencia, la inseguridad ciudadana; la continuidad o discontinuidad de las reformas estructurales del actual régimen, enfáticamente la energética y la educativa; y tangencialmente, algo del salario mínimo. El tema de las pensiones, al menos hasta el día de hoy, no ha merecido ni una mirada de soslayo, antes bien se le ha querido enmascarar con alguna medida de apoyo social –que no llega a política de estado-, para beneficio de “los adultos mayores”; vista en consecuencia más como una caridad graciosa gubernamental que logre atenuar o paliar el drama de la pobreza extrema, en que caen y van a seguir cayendo los viejos pensionados; y peor aún, como dijo aquel filósofo popular, y los que no (lo sean), (pues) no.
El llamado SAR 92 surge con el objetivo de subsanar las severas deficiencias del sistema de pensiones debido, a entre otros factores: la modificación en la estructura de la población ocupada, incremento en el número de pensionados y la prolongación de vida, bajo nivel de cuotas obrero-patronales, estancamiento del mercado laboral, envejecimiento de la población, estancamiento del empleo formal, evasión patronal y por las grandes inversión en construcción y desarrollo de infraestructura hospitalaria efectuada por el IMSS, además de presiones y demandas sociales. Influyó también la experiencia de Chile, quien en 1980 privatiza su sistema de pensiones, creando empresas para administrarlo. (Fuente: SAR 92: Origen, destino y recuperación. Por Mi Retiro y Pensión.com Su Doctor en pensiones. – 8 Mayo, 2013, https://goo.gl/KmMrVq )
El SAR 92 entra en operación en el segundo bimestre de 1992, integrado por las subcuentas del seguro de retiro y de vivienda, a través de aportaciones patronales del 2 y 5%, respectivamente; el seguro de retiro sería administrado por el sector bancario a través de cuentas individuales abiertas a nombre de cada trabajador, por su patrón.
Hubo también un llamado general a todos los cuentahabientes del Infonavit a reclamar los fondos generados por su ahorro en vivienda. Nota: Infonavit avisa en su portal electrónico, con relación al retiro de estos recursos, lo siguiente: Esta cuenta se constituyó con las aportaciones que hizo tu patrón de marzo de 1992 a junio de 1997 y que te serán entregadas con los rendimientos que se hayan generado hasta el momento de tu retiro. Si te pensionaste después del 13 de enero de 2012, te recomendamos revisar el estado de cuenta de tu Afore con el fin de que confirmes tener recursos en la Subcuenta de Vivienda 1992 y en la Subcuenta de Vivienda 1997. En caso de que los tengas, podrás solicitar ambos recursos en el trámite correspondiente a la Subcuenta 1997. Si sólo tienes recursos en la Subcuenta de Vivienda 1992 solicítalos a tu Afore. (Fuente: O. cit. SAR 92: Origen, destino y recuperación. Ibídem).
Muy pronto se reventó la gran burbuja dineraria, aquella inflada por el SAR y luego festinadamente cantada por las Siefores/Afores. Recuerda que las Siefores son los fondos de inversión en los cuales las Afores invierten los recursos de los trabajadores para generar rendimientos. Existen 5 diferentes Siefores de acuerdo a la edad de cada trabajador: SB0 y SB1 para personas de 60 años y mayores, SB2 para personas entre 46 y 59 años, SB3 para personas entre 37 y 45 años y SB4 para personas de 36 años y menores (Fuente: https://goo.gl/t4Rtwi).
En lo personal, si me atengo a la clasificación oficial, mi elección y fondo de referencia recaería en la Afore Adicional, SURA, que se define como Sociedad de Inversión que recibe el Ahorro Voluntario. Contra la Afore Básica que es la Sociedad de Inversión que recibe tu ahorro obligatorio/voluntario (Pensionissste. Por ejemplo). Y todas bajo el control y supervisión de la Consar, que es la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro y su labor fundamental es la de regular el Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR) que está constituido por las cuentas individuales a nombre de los trabajadores que manejan las Afore. ¿Estamos?
En lo esencial, estoy de acuerdo con el explosivo llamado del BID a llamarle por su nombre al asunto inaplazable de las pensiones laborales de México. En efecto, suscribo en todas sus letras que: “México tiene enfrente un problemón con su sistema de pensiones, que cada día se acerca más a generar conflictos de índole social, advirtió el Banco Interamericano de Desarrollo (BID)” (Opus cit. Enfrentará México “problemón”… Ut supra). David Kaplan, especialista senior del mercado laboral del organismo, es quien pronuncia esta sentencia, a nombre del organismo, y su veredicto es inequívoco: “El objetivo de un sistema de pensiones no es generar un ahorro forzoso que termina con la devolución de esos recursos –más su rendimiento– cuando un trabajador llega a 65 años, expuso. Eso no es una pensión; el propósito de un sistema de este tipo es entregar pensiones y si México no actúa pronto, el procedimiento, que ya ahora no opera muy bien, va a funcionar peor, planteó”. El motivo por el que Kaplan expresa estas ideas, ocurrió esta semana cuando participó en la presentación del libro El México de 2018: movilidad social para el bienestar, editado por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY).
Mi decisiva adhesión a este grave y apremiante punto de vista, deriva de mi experiencia personal para lograr “pensionarme”, y lo digo así después de agobiantes dos años 2016-2017, de gestiones puntuales e ininterrumpidas a fin de obtener respuestas claras, contundentes y efectivas ante lo que parecía inasible y emborronado, lograr el otorgamiento de mi pensión, después de una historia de servicios que parte de 1983 a 2013, treinta años efectivos de labores, aunque repartidos entre servicio público federal, estatal, municipal e iniciativa privada.
Como puede usted imaginar, segmentada así mi hoja de servicio público y compartida con el sector privado, hizo mi proceso de solicitud más complicado y tortuoso. No exagero si afirmo, algo que me parecía melodramático en boca de mis tías paternas: ¡fue un verdadero calvario! Bueno, pues hube de tragarme mis palabras, sí asistí a mi propio calvario.
De entrada, la desinformación institucional. Usted tiene que obtener la cotización de semanas trabajadas en el IMSS. Así lo hice, de manera inicial a mediados de 2014. Al tener mi hoja de respuesta, me sorprendió la mísera cantidad de semanas aprobadas, 90 semanas/ versus 500 reglamentarias; cuando yo calculaba grosso modo 8 años trabajados en el Gobierno Federal, 2 en el Conapo, 4 en la SARH y 2 en la IP, Consultoría Empresarial. Mi confusión fue claramente despejada, cuando hube de acudir a la Procuraduría de la Defensa del Trabajo, sede Aguascalientes. La licenciada que tuvo a bien recibirme, me aclaró maternalmente, no m’hijo, acuérdese que por Ley tenemos un apartado “A” trabajadores de la IP que cotizan en el IMSS, y apartado “B” trabajadores al servicio del Estado con el Issste; usted por su historia tiene derecho a recibir de ambos apartados lo que le corresponda, y a lo que usted tiene inalienable derecho, pues es su dinero, el que usted ahorro durante su historia laboral. ¡Ajá!
Animado me di a la tarea de segmentar, lo respectivo al “B” con mi servicio público y lo del “A” como consultor y educador en instituciones privadas. Abrevio para señalar que para lo segundo acudí a investigar la localización de mi Afore ante Condusef y designar la que fuese de mi agrado. Para lo segundo, hube de dirigirme a instancia federal al Conapo y a la SARH en lo particular. A nivel estatal y municipal hice lo propio ante el Isssspea.
No puedo ni quiero ser prolijo en la enumeración y enunciación de trámites y tiempo involucrado en tan reborujado proceso, por lo que pido al apreciable lector me permita en su momento –cuando sea oportuno- una acreditación y certificación documental de este auténtico “calvario”; dejando por lo pronto claramente asentado el problema de fondo… sí hay un problemón para el país y pende un serio conflicto social, de no atajarse a tiempo este irresoluto problema de las pensiones, a población abierta. Este asunto no es ni de sectores privilegiados derechohabientes, ni de cotos de poder, ni de oficiosos golpes de pecho gubernamentales para sacatearle al toro.
Tengo preguntas puntuales a este respecto: ¿En dónde están y a dónde están yendo los cuantiosos fondos que tanto el titular del Issste como el del IMSS propalaron apenas hace un par de años? // (¿Remember? Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Mikel Arriola, y de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste), José Reyes Baeza//.
Porque, el día que finalmente calcularon en mi Afore SURA lo “guardado” en cuentas, primero la bancaria Bancomer/ y luego Santander (por el Isssspea); resultó un raquítico saldo en décimas, frente a los miles supuestamente generados (Nota: si usted hace una simple división entre el monto reportado en millones por los titulares respectivos sobre dichos fondos y el número de derechohabientes registrados, le tocaría a cada uno de ellos la friolera de unos 17 millones de pesos, dígase enfáticamente también a los de aquí de Aguascalientes; pero, ¡ah! maestros chapatines, adivine qué, aquí está lo que vale, lo macizo, lo preciso: –Es lo que aparezca en nuestras bases de datos, no importa que comprobante me presente Usted. Es decir, hicieron verdad aquello de quitarle Tres Ceros a los montos dinerarios, dejando los miles en simples pesos. De esto tengo evidencia. Ante mi extrañamiento la funcionaria de la afore que me atendió, me dijo: “Huy, señor, hay personas a las que les aparecen centavos”. Yo era un ganador.
EL Issste local se excusó diciendo que ya había prescrito el término de entrega, a los 5 años de haber laborado, aunque dejó correr todo el trámite de meses para cada dependencia, todo 2017. De la “pensión” obtenida en el estado, primero negó mi derecho; ya que mi hoja de servicio presentaba una “laguna” de 15 días en el relevo administrativo de Otto Granados y Felipe González, aunque yo fungiera en el equipo de entrega recepción esos precisos 15 días de diciembre 1992. Al final, después de 15 meses de infructuosas gestiones, se me concede el derecho a pensionarme, a los 69 años de edad y 15 años de servicio, ah y sin sueldos caídos -de Ley- de la solicitud inicial a la entrega final; igual al 50 por ciento de las prestaciones de Ley, en todos sus rubros. Después de las restas y divisiones porcentuales operadas, quedó al fin con derecho a los servicios médicos del IMSS, oficialmente, “pensionado”.
Y pregunto: ¿Cuántos más “pensionados” están igual? Hoy por hoy, la solemne declaración presidencial y ministerial de entregar los ahorros a los derechohabientes está quebrantada. Y sí, tristemente coincido en que éste es un polvorín, un conflicto social de incalculables consecuencias. Al tiempo.