El aumento de temperatura se llama calor. Y la definición en el campo de física es el aumento de movimiento o vibración de moléculas y átomos. Un cuerpo recibe energía procedente del exterior, como una cacerola con agua que se coloca sobre la flama de la estufa. El calor comienza a mover las moléculas de agua, que comienzan a golpearse unas contra otras, por eso el agua se mueve. Si el calor continúa, entonces las moléculas aumentan su movimiento y chocan entre sí con mayor intensidad. Aún las moléculas alejadas de la llama, o las que estaban frías, terminarán calentándose y estrellándose multitudinariamente. Hasta que el agua termina por hervir a grandes borbotones. La sociedad es así. Las personas o moléculas pueden moverse con tranquilidad y desplazarse entre ellas sin mayor conflicto. Pero si de afuera comienza a llegar una intensa energía, las moléculas que primero reciban ese calor comenzarán a moverse. Al principio ellas solas, pero si la energía sigue aumentando, entonces las personas comenzarán a golpear a las que tienen más cercanas. Y así sucesivamente hasta que toda la sociedad entre en ebullición. Aguascalientes fue durante muchos años una ciudad tranquila, pacífica, provinciana y apacible. Se nos llegó a conocer como la “Tierra de la Gente Buena” porque éramos conocidos como amigos de no meternos en problemas. Solo que llegó la energía del exterior. La industrialización de nuestro estado trajo una enorme fuente de poder que desde hace unos treinta años durante el período del gobernador Landeros, comenzó. Desde entonces a la fecha, la llegada de las grandes factorías ha significado una entrada de ingresos como no se había visto en toda la vida de la región. Creció desmesuradamente la población por la migración interna de nuestro mismo estado, los campesinos dejaron las tierras para venirse a la capital a recibir un sueldo como obreros. Paisanos de estados vecinos atraídos por la prosperidad dejaron sus terruños y se asentaron en nuestros lares. Llegaron asimismo los ejecutivos, los empresarios, los técnicos con sus familias y amigos. Esa energía por sí sola aceleró el movimiento y el golpeteo entre las personas de la cacerola-ciudad. Nuestra sociedad se volvió una competencia, por encontrar casa, empleo, espacios para estacionamiento, aparecieron las filas en los comercios y en los servicios como hospitales y consultorios de salud pública. Aparecieron los espectáculos masivos. Y algo insólito, las manifestaciones. Pronto apareció lo inevitable, el hervor. En el primer cuatrimestre de esta año se han cometido 27 homicidios, 58 por ciento más que al año anterior. El 78 por ciento de ellos en la ciudad capital, donde hay más moléculas, más calor y más choque. También en este período se han cometido 12 mil delitos de los cuales 7 mil son patrimoniales ya sean por robo en vivienda o en la vía pública. La cifra va en aumento ya que los robos de autos, los feminicidios, los infanticidios, los delitos del orden sexual, los fraudes y chantajes por teléfono también rebasaron las cifras de los años anteriores. Si la sociedad es el caldo que se está calentando, como nunca antes, es natural que aparezca delitos nuevos. El estupro y el rapto mediante las redes sociales y la seducción a menores por mayores de edad como consecuencia el alto número de personas divorciadas, es la novedad. Ahora viene la parte difícil ¿Cuál es la solución? Si la responsable es la energía que llega del exterior, ¿Podemos apagar esa fuente de calor? Seguramente no, entonces lo que procede es reducir o atenuar el efecto del calor y que la energía se derive a otros efectos, no solamente al intenso golpeteo entre las moléculas.