- La academia, los partidos y los ciudadanos deben hacer una reflexión sistemática sobre las causas y el futuro de la realidad económica del país
- Se requiere una Reforma Fiscal redistributiva y generadora de ingresos públicos, y una política monetaria y cambiaria más orientada al crecimiento, afirmaron académicos de la UNAM
La fuente de las diferencias y debilidades de los planteamientos de los aspirantes a la Presidencia en materia de crecimiento económico se encuentra no sólo en las inspiraciones ideológicas y doctrinarias, sino en el diagnóstico, expusieron especialistas universitarios.
En las distintas plataformas falta un buen análisis, lo cual lleva a la ausencia de aspectos importantes en la respectiva agenda. Por ello, debemos plantearnos como una tarea nacional, de la academia y de los partidos, una reflexión sistemática sobre lo que pasó y dónde estamos en ese rubro, dijeron académicos de la UNAM.
En los foros México 2018: los desafíos de la nación. Las plataformas electorales discutidas por los universitarios, que en esta ocasión trató el tema de Pobreza, desigualdad social y crecimiento económico, Jaime Ros, profesor e investigador de la Facultad de Economía (FE), sostuvo que en ninguno de esos planteamientos el desempeño de la economía, en términos de crecimiento, es satisfactorio.
En los documentos, la mayor de las ausencias es la de un análisis crítico de las políticas macroeconómicas, fiscal, monetaria y cambiaria, y la de una propuesta alternativa que debería incluir entre sus pilares principales una reforma fiscal redistributiva y generadora de ingresos públicos, así como una política monetaria y cambiaria más orientada al crecimiento. “Esa ausencia explica la debilidad de los diagnósticos, pues la falta de crecimiento en el país se vincula con las políticas macroeconómicas seguidas hasta ahora”, dijo.
Norma Samaniego, economista por la UNAM y con una amplia carrera en la administración pública, indicó que aunque los temas se tocan en las plataformas, las diferencias parten del diagnóstico. Hay uno que es crucial -pues une la parte económica con la social, la globalización y el cambio tecnológico- y que no está mencionado en ninguna de las propuestas: la distribución funcional del ingreso.
“Para ello deberíamos tomar medidas urgentes”, opinó. No obstante, “implica un cambio institucional profundo, en la cuestión educativa y laboral, en el esquema de seguridad social y en las propias instituciones”.
Para Rolando Cordera, profesor emérito de la FE y coordinador del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo, en México se ha establecido una relación entre las desigualdades económica, social y del ingreso, a lo cual se suma la vulnerabilidad social. Pero no sólo ello debe ser atendido, sino la concentración de la riqueza.
Difícilmente podemos tener un Estado que promueva el crecimiento y que recupere su coeficiente de inversión (que ha perdido dramáticamente en los últimos diez años), si no tomamos en cuenta su debilidad política, que ahora también se presenta como una debilidad institucional en cuanto a sus capacidades para articular voluntades, reproducir su legitimidad y contribuir de manera central a una redistribución civilizada del ingreso y la riqueza. Se trata de un Estado que también ha olvidado a la inversión pública como factor y palanca de un crecimiento económico más rápido.
Mario Luis Fuentes, integrante de la Junta de Gobierno de esta casa de estudios y moderador de la sesión, comentó que el país no sólo enfrenta brechas y desigualdades que se han acrecentado en las últimas décadas, sino una presión demográfica mayor. En los próximos seis años seremos 131 millones de mexicanos; el crecimiento poblacional de un millón 300 mil habitantes por año acelera la urgencia de ampliar la cobertura de programas de educación y salud, entre otros.
Hoy, la población económicamente activa entre 15 y 64 años es de alrededor de 80 millones de mexicanos, de ahí la imperiosa necesidad de crecer, distribuir la riqueza y generar empleos dignos. Pero enfrentamos la realidad de un crecimiento económico muy por debajo del potencial, reiteró.
María Luis Albores, de la coalición Juntos Haremos Historia, subrayó que los programas y la política social que se han llevado a cabo hasta ahora no sirven. Se requiere un cambio hacia una política donde se piense en sujetos y no en objetos, desde cada espacio y territorio, para generar riqueza con la gente y para ella.
De la coalición Todos por México, Vanessa Rubio apuntó que si queremos cambiar al país hay que ver a las instituciones que hemos construido, y determinar cómo transformarlas para que nos sirvan mejor. Hay que reconocer lo que sí ha funcionado y modificar lo que no, y empoderar a las mujeres y a los jóvenes.
Salomón Chertorivski, de la coalición Por México al Frente, señaló que combatir la desigualdad es fundamental para crecer; “necesitamos ser más iguales”. Se requiere mayor inversión pública y estimular la privada, además de una política salarial que recupere los sueldos y que empiece por los salarios mínimos.
Demian Sánchez, en representación de la candidata independiente Margarita Zavala, resaltó la importancia de las instituciones para que no sean decisiones personales las que guíen el destino del país. El papel del gobierno debe ser poner las condiciones para que la economía crezca y se puedan resarcir desigualdades. No debe tomar el control de la economía o ser su mayor actor, sino impulsar políticas inteligentes para impulsar sectores e industrias, tener un papel estratégico y ayudar solidariamente a quienes lo necesiten.
Con información de la UNAM