En las últimas semanas, durante los últimos años y para ser preciso durante las últimas décadas, el tema es ineludible en las conversaciones en el mercado, en las academias, la calle, el campo, los centros legislativos, los sindicatos, los hospitales, las escuelas, las iglesias, en las comidas de domingo y en la cotidianidad del pueblo boliviano, y tal vez junto con la reelección de Evo Morales el tema más importante de la agenda nacional actual. Inicio escribiendo este texto en la fecha precisa en la cual el país celebra el Día del Mar (23 de marzo) con especial significado en estas horas de pleno litigio con Chile por la disputa de un acceso libre y soberano al mar. El tema es sencillamente complejo o complejamente sencillo según del lado geopolítico de donde se le observe, con matices sociales y económicos que dan cuenta de la construcción de dos países latinoamericanos enmarcados en un largo proceso histórico.
El pasado lunes 19 de marzo Bolivia y Chile iniciaron en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya en Holanda los alegatos orales en un juicio residido desde hace cinco años que pretende poner fin al centenario enclaustramiento marítimo boliviano, la demanda es para obligar a Chile a una negociación en la cual Bolivia pueda tener acceso soberano al Océano Pacífico. Bolivia fue despojado de su acceso libre al mar al final de la Guerra del Pacífico (1879-1883) también llamada Guerra del Guano y del Salitre debido a los intereses fiscales y estratégicos de dichos productos y el territorio de explotación de ellos, sin embargo lo que verdaderamente estaba en pugna era la hegemonía política y económica de la región, sumada a la vaguedad de las fronteras entre Bolivia, Chile y Perú, este último quien estaría en alianza con Bolivia en una guerra que conjunto uno de los conflictos mas abyectos en la historia del continente. Al finalizar la Guerra que dejó miles de muertos y heridas irreparables entre las tres naciones por décadas Bolivia perdió su acceso soberano al Océano Pacífico, restándole casi 400 kilómetros de playa y territorios ricos en minerales como el cobre.
Desde la llegada de Evo Morales a la presidencia de Bolivia el tema ha sido uno de sus principales motores internos para “dar un paso histórico”, es así que desde abril de 2013 el gobierno boliviano presentó una demanda ante la CIJ para que el Tribunal exija a Chile negociar de buena fe, sin condiciones, con bases y propuestas históricas un acceso libre y soberano al mar. Chile por su parte argumenta que en el Tratado de Paz y Amistad firmado en 1904 con el fin de terminar el estado de guerra con Bolivia derivado de la Guerra del Pacífico, se constituye la cesión absoluta y perpetua de los territorios bolivianos ocupados por Chile, estableciendo disposiciones de tránsito de mercancías, aduanas y detallando los nuevos límites territoriales y disponiendo el libre uso de puertos chilenos por parte de Bolivia, aunque sin soberanía sobre ellos ni acceso al océano. El tratado suscribió que en caso de existir discordancias en la ejecución del mismo, se recurriría al arbitraje del emperador de Alemania (que posteriormente lo rechazaría), siendo sustituido en 1907 por la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya.
El equipo de abogados chilenos presenta el caso de manera jurídica enfocado a que la corte de La Haya no tiene autoridad judicial para a dar un fallo en este juicio, esto lo plantea con el Pacto de Bogotá firmado en 1948 que decreta que los asuntos ya zanjados (a perpetuidad) por las partes o que se encuentren regidos por tratados internacionales previos al Pacto de Bogotá no podrán ser mediados por la Corte Internacional de Justicia.
Así Chile presentó en 2014 un recurso de excepción en el que cuestionaba la competencia de este tribunal y le pedía que archivara el caso argumentando que “la demanda boliviana pone en riesgo la estabilidad de las fronteras a nivel global y cuestiona el valor de lo pactado”. En 2015 la Corte Internacional de Justicia se declaró competente de seguir administrando el caso por ser jurídicamente aceptable.
El pasado miércoles 28 de marzo concluyó la etapa de alegatos orales entre ambos países en La Haya, ambas representaciones argumentaron sus posiciones con fuertes cargas jurídicas e históricas, en los primeros días el presidente Morales mencionó que se avecinaba “un nuevo tiempo de soluciones compartidas de buena fe” y se mostró confiado en que la Corte declarará que Chile tiene la obligación de negociar un acceso soberano al océano Pacífico para su país. Chile por su parte asegura que no está en disputa la entrega o no a Bolivia de parte de su territorio como tampoco la obligación de hacerlo. El veredicto de la Corte Internacional de Justicia aun sin fechas definidas podría conocerse este año o en 2019, se considera que estas agitadas intervenciones de alegatos entre los dos países podrían ser las últimas audiencias antes de que los jueces emitan un fallo.
El tema más allá de polarizaciones nos presenta un debate y una discusión fundamental que los pueblos de América deben hacerse con respecto a la relación internacional entre países en sus actuales problemáticas de frontera, cooperación, acuerdos, tratados de comercio, integración regional y desarrollo compartido, entre varios temas mas que derivan de ello y que son parte vital de la viabilidad política, económica y social de las regiones del continente. Tengo la oportunidad de vivir este hecho histórico desde las entrañas del pueblo boliviano, en su territorio y con su gente, he tenido también la fortuna de vivir en el maravilloso territorio chileno y con su pueblo, donde alguna tarde en su hermosa Biblioteca Nacional leí lo siguiente;
“En esta operación el pueblo boliviano, sus organizaciones políticas, democráticas, sindicales, sus intelectuales, los estudiantes, deberían disponerse a jugar un papel protagónico decisivo. Desempeñar el gran rol democrático de pueblo a pueblo. No de oligarquía a oligarquía. No de momios ni rosqueros. Los escritores y todos los hombres y mujeres de buena voluntad deben venir a Chile y explicar sus anhelos, discutir, crear condiciones objetivas y subjetivas en el pueblo chileno para poder llegar al feliz entendimiento… no nos guían intereses de clase dominante. No le pedimos nada al sufrido pueblo trabajador boliviano, queremos solamente reparar el despojo cruel del que ha sido víctima. Un pueblo que esclaviza a otro pueblo no es libre. Busco el entendimiento de los pueblos hermanos en el mutuo respeto y en la paz que nos encamina a soluciones del siglo venidero”. Salvador Allende
(Extracto de la entrevista concedida por el entonces Presidente de Chile al boliviano Néstor Taboada Terán en 1970)