Cuenta la historia que el General ateniense León se admiró de una clase de hombres libres, Pitágoras entre ellos, que no pretendían como fin último el aplauso o la alabanza, sino que observaban la vida y la manera de vivir. El militar lo trató de sabio, pero el pensador acuñó el término de “aspirante a sabio”, un amante de la sabiduría, es decir un filósofo. Y así se acuñó el término.
De la filosofía, rama que estudia la existencia, el conocimiento, la verdad, la moral y la belleza, destacamos la comunicación. El estudio que se pretende es científico, a priori, y es la base y fundamento por lo menos del mundo occidental. Incluso podríamos afirmar que la filosofía ha influido a la religión, a la ciencia, y en nuestro campo a la política, y a la vez, todas ellas han contribuido a la filosofía como ciencia. De la filosofía, entonces, se han desprendido otras ciencias para volverse autónomas, y todas las disciplinas se nutren de la amplitud natural de ella.
El preámbulo me permite llegar a la dialéctica, etimológicamente definida como la técnica de la conversación. En un principio, hablar de ella era hacerlo como un método de conversación muy similar a lo que ahora conocemos como lógica. Heráclito, con paternidad asumida sobre la disciplina, es el primero en aceptar que la contradicción de argumentos no significa un impasse sino un verdadero avance. Su filosofía nos permite afirmar, en el clásico ejemplo, que no es posible bañarse dos veces en el mismo río, porque en la segunda (dado el continuo devenir de las cosas y en su fluidez, el cambio constante) ya no son la misma persona ni el mismo río. Somos y no somos, es decir las cosas permanecen cambiando y cambian permaneciendo.
Justo es pues advertir el evento que estamos a punto de presenciar el domingo próximo, en el cual, bajo la conducción de tres moderadores, la candidata y los candidatos a la presidencia de la República, expondrán dialécticamente sus ideas frente al auditorio
La novedad será el formato del ejercicio, puesto que el Consejo General del Instituto Nacional Electoral aprobó una modalidad para el encuentro a las 20:00 horas, con sede en el Palacio de Minería de la Ciudad de México y que será transmitido por concesionarios privados y en cadena nacional por 787 emisoras de radio y canales de televisión, algunos de máxima penetración, lo que garantiza que quien desee, podrá escuchar las propuestas sobre los temas de seguridad pública y violencia, combate a la corrupción, impunidad, democracia, pluralismo y grupos de situación de vulnerabilidad.
A diferencia del tradicional esquema utilizado desde la elección de 1994, el debate se dividirá en dos bloques: en el primero existirá una interacción entre moderadores (Azucena Uresti, Denise Maerker y Sergio Sarmiento) y candidatos a través de preguntas. En un segundo bloque discutirán entre sí los candidatos a través de una pregunta común, respuestas, réplicas y contrarréplicas con tiempo límite asignado, y, posteriormente, contrastarán entre ellos sus plataformas políticas, con una duración aproximada en su conjunto de dos horas.
Este ejercicio de por sí, debiera ser atractivo para el electorado porque, como con ninguno otro, tendremos la posibilidad de escuchar las propuestas sin intermediarios. El ser ciudadanos implica básicamente ser sujeto de derechos y responsable de obligaciones, una de las cuales es ejercer el voto y hacerlo de una manera responsable, con conocimiento de causa, sabiendo plenamente el motivo de ser de ese ejercicio.
La cuestión a elegir no es menor. Una de las cinco personas que estarán frente a la cámara el domingo será la que lleve la conducción administrativa del país durante los próximos seis años y todo lo que ello conlleva. Y la decisión de elegirle recae enteramente en nosotros, de ahí la importancia de analizar las propuestas en la dialéctica que se generará, atendiendo lo que líneas arriba manifestaba: no por que las ideas sean contrarias habrán de anularse; necesariamente habrán de generarse conclusiones que, haciendo uso de esa filosofía natural, empírica, nos trasladen a la verdad.
Los invito, como ciudadano buscador de esa verdad traducida a la decisión de por quién votar, no solamente a ver el debate, sino a observar meticulosamente cada movimiento de los candidatos, analizar los argumentos, detectar posibles incongruencias, formar parte del diálogo, en fin, allegarse de la información necesaria que nos permita estar satisfechos con la decisión que tomaremos el próximo 1 de julio.
/LanderosIEE | @LanderosIEE