El pasado jueves 5 de marzo, en las instalaciones del Ipade de la Universidad Panamericana Campus Bonaterra, se llevó a cabo una conferencia denominada “2018, La Encrucijada”, misma que fue impartida por el Dr. Gerardo Aranda Orozco, vicepresidente ejecutivo del Centro de Estudios Políticos y Sociales y expresidente de la Coparmex. El evento fue organizado por Diálogos delegación Aguascalientes, una asociación civil con presencia nacional que en Aguascalientes se encuentra presidida por Daniela Martínez Solano y un equipo plural de colaboradores que están, dicho sea de paso, haciendo un gran trabajo.
El evento (muy exitoso por cierto) buscaba provocar en los jóvenes un ánimo de participación ante la que he bautizado como la “Elección del Desencanto”, en la que los jóvenes no parecen ilusionados ni convencidos por ninguna de las opciones políticas disponibles para presidir nuestro país. La falta de participación y de involucramiento, ante este escenario podría ser hasta justificable, sin embargo el Dr. Aranda Orozco hizo varias reflexiones que vale la pena analizar.
Si bien parece que en la boleta existirán 4 opciones electorales, parece ser que en realidad nos encontramos ante dos opciones políticas: la raterocracia y el populismo. Las ideologías han muerto, ya no estamos ante un tema de izquierdas y derechas, sino ante tres candidatos que representan la raterocracia y uno que representa el populismo.
Los raterócratas, que han estado en el poder, que han saqueado la nación, que han dado resultados que dejan mucho que desear en el ejercicio del poder público, requerirán cierta dosis de populismo para poder ganar: el Frente proponiendo un ingreso básico universal que incentive a los jóvenes, con el paternalismo, a no querer progresar, a que todo se les dé; los apoyos para todas las mujeres que propone el candidato del PRI que, como el Bono Rosa en el Estado de México, no es más que seguir regalándole dinero a las mujeres (sobre todo las líderes de colonia) para comprar su voto. Margarita Zavala pidiendo que voten por ella porque es mujer y es “independiente” y pues ya. En efecto, ahí está la raterocracia insaciable, usando el populismo para convencer.
El populista, que ha dicho que todos son mafia del poder menos él, que dice que por ósmosis, cuando él sea presidente, todos los funcionarios dejarán de ser corruptos solo porque él no lo es. El que promete dinero para los ancianos, dinero para los desempleados, dinero para las mujeres, dinero para los ninis, dinero para todos a cambio de nada, el que propone un plan insostenible, necesitará de los reaterócratas para ganar. Y por eso ahí está Napoleón Gómez Urrutia y Elba Esther Gordillo y Germán Martínez y Manuel Bartlett y René Bejarano y básicamente todo el cascajo de los partidos de la raterocracia. En efecto, ahí está el populista, cobijando a raterócratas para poder ganar.
Ante tan desolador panorama, ¿qué hacer? Aranda hace dos recomendaciones:
Primero ir a votar, elegir al menor de dos males, el que creamos que representa eso, porque así tendremos autoridad moral para actuar después. Y segundo:
Si gana la raterocracia: ser una sociedad atenta, señalar, exigir. Insistir en el correcto desempeño de los sistemas estatales y nacional anticorrupción. Empezar a tener contacto con nuestros diputados, escribirles, exigirles: todo lo que haríamos con un empleado. Si alguien roba, señalar y acabar con su reputación y su vida pública. No quitar el dedo del renglón hasta que devuelvan el dinero, evitar la impunidad. Avanzar a un nuevo nivel de sociedad. Entender que compartir el meme de “merezco la abundancia” no basta para que Duarte devuelva lo robado.
Si gana el populismo: defender a toda costa las instituciones y la ley. No creer que un solo hombre es poseedor de la verdad absoluta. Defender el contrapeso que significa el Poder Judicial, no dejarle la mayoría del Congreso (porque un mesías puede pensar que el país lo necesita tanto, que le pediría a sus incondicionales en el congreso modificar las leyes para darle más poder, cualitativa y cuantitativamente). Y si las cosas se ponen mal, hacer un referéndum revocatorio a tiempo. ¡A tiempo!
Para lograr este fin, podemos empezar como sociedad civil, desde ahora. Desde las mismas campañas, sumandonos, por ejemplo, al Manifiesto Por México.
El Manifiesto México publicado por la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) realiza una serie de planteamientos que se distribuyen en 7 demandas concretas, de las cuales considero pertinente transcribir cuando menos el título, no sin recomendarle al lector vaya a la página de Coparmex y vea la versión completa de este manifiesto. Basta con googlear “Manifiesto México Coparmex 2018” y aparecerá en los primeros resultados. Transcribo:
“La política, como “la cosa pública”, es de todos nosotros y no sólo de los políticos profesionales. Como es tuya, como es nuestra, los ciudadanos tenemos la obligación de atender esta cita histórica con la convicción de que, juntos, podemos seguir construyendo el México que queremos.
Nuestro MANIFIESTO MÉXICO consta de las siguientes 7 demandas.
- Más y mejores empleos.
- Finanzas Sanas y Competitividad Fiscal.
- Seguridad.
- Estado de Derecho, combate a la corrupción y a la impunidad.
- Educación de Calidad e Innovación.
- Desarrollo regional sostenible.
- Oportunidades para un México Incluyente.
Partidos y Candidatos: exigimos conocer sus propuestas concretas a estas siete demandas.
¿Cómo lo harán, con quién, con qué recursos y para cuándo?
¡Queremos escucharlos ya!”
Lo que más valoramos de este manifiesto todos los aún queremos a este país, es su parte final, donde se les pide a los candidatos que digan cómo, con quién, con qué recursos y para cuándo cumpliran con ellas. Las campañas suelen traer consigo la venta de promesas imposibles de cumplir, como reza una máxima de la política partidista: prometer y prometer hasta meter y una vez metido, olvidar lo prometido. Esta nación definitivamente ya no está para eso. Este es otro México.
El evento de Diálogos por Aguascalientes nos deja una reflexión final: podemos estar huérfanos de opciones, pero eso no nos exime del deber civil de ir a las urnas, de participar, de exigir, como lo hace Pedro Kumamoto y Wikipolítica en Jalisco, “que lo hagan mejor”. Que los políticos lo hagan mejor, que si la oferta política es mediocre a los ciudadanos nos toca ser más exigentes.
Las democracias no funcionan si no se participas. Hay que participar aunque parezca que de entre las opciones a elegir no hay “ni a cual irle”. Elegir entre el mejor de los bienes y el menos peor de los males es, moralmente, igual de valioso y necesario. Y es mucho mejor que no elegir.