Durante la semana que transcurrió me vi en la necesidad de preparar una charla para jóvenes universitarios sobre la participación en la vida pública y la proximidad de las elecciones. Hacer una buena presentación es tarea compleja, y más si sabes de antemano que el público no será fácil, y el tema un tanto técnico.
Partamos de un inicio. En Aguascalientes, según cifras del Instituto Nacional Electoral al pasado 30 de marzo, hay 301,580 jóvenes entre 18 y 29 años. Si la población electoral a la fecha es de 945,275 ciudadanos, quiere decir que los jóvenes representan el 31.9% de la población. Eso ya es decir mucho, pues ese segmento por sí solo perfectamente podría decidir cualquier elección.
En el país, entre once y doce millones de jóvenes votarán por primera vez, en el estado lo harán alrededor de 50 mil. Todos ellos insertos en una generación que participa sin una preferencia política específica, lo que, insisto, los puede colocar como el fiel de la balanza.
Tomando datos de la Encuesta Nacional de Valores en Juventud 2012, realizada por el Instituto Nacional de la Juventud y el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, los jóvenes del país no son precisamente los más participativos de la cosa pública.
Ante el auditorio pregunté si los jóvenes próximos a egresar veían en la política una potencial forma de vida, dedicarse a ello, verlo como una profesión, es decir, si les interesaba la pregunta. La respuesta la sabía de antemano, contados con los dedos de una mano son los que desean participar.
Eso vino a confirmar los datos que analizaba en la encuesta: a la pregunta sobre confianza en las instituciones, las mejor calificadas siguen siendo la familia, las universidades, los maestros y el ejército. Pasan en el límite de calificación los sindicatos, redes sociales, la policía y los senadores. ¿Quiénes reprueban? Los partidos políticos y los diputados. ¿Cómo pedirle a un joven que se interese por participar en un partido o ser legislador, si en su percepción tienen una pésima reputación?
A la pregunta sobre las ocasiones en que se debe participar en política, el joven responde que solamente si es obligado, o sea, si aparejado a la apatía viene una sanción. Otra de las respuestas más socorridas es la participación sólo si se obtiene un beneficio. A eso se reduce el concepto. Si me obligas, voy. En su defecto, ¿qué me vas a dar?
En la misma tónica, el 45.2% no simpatiza con algún partido político, ya sea porque no le interesa, o por creer que todos son corruptos o porque no hay buenas propuestas. En el punto álgido de la plática aparece la más contundente de las respuestas a la encuesta: ¿Qué tanto te interesa la política? Está de más decir que el 89.6% dice que le interesa poco o nada. Solo el 9.5% dice que le interesa mucho.
A estas alturas de la charla, ya me estoy arrepintiendo de no haber pensado más de una vez haber aceptado el encuentro con jóvenes. Sin embargo, empiezan las contradicciones: a las razones del por qué no interesa la política a la juventud, el 37.4% habla de políticos deshonestos (cuestión que entiendo, más no justifico), el 22.8% dice no interesarle por no interesarle (es decir, ¿Cómo?), el 22.7% por no entender la política (tampoco es justificable) y el 13.6% aduce no interesarle la política por no tener tiempo.
Antes de concluir, más de alguno dirá que fue entonces una pérdida de tiempo absoluta acudir ante un auditorio que, en teoría, se habría de mostrar apático. Pues la contradicción (humana, como dice la canción) culmina con la pregunta a los jóvenes: ¿Vale la pena ir a votar? Más del 60% afirma que sí.
Al final del ejercicio me quedó un sabor agridulce, porque corroboré de primera mano que los jóvenes no se muestran entusiastas en demasía por la cuestión política, pero tampoco puedo culparlos, pues son el reflejo de una sociedad que muchas veces ha manifestado su hartazgo en la materia.
El reto que asumo, y hoy comparto, es devolver a la ciudadanía la credibilidad que la política ha perdido. No hay manera lícita de renovar gobierno si no es a través de procesos democráticos. Para fortuna nuestra, los jóvenes, como la población en general, cada proceso electoral nos da el voto de confianza y participa. Hagamos, pues, de ese esfuerzo ciudadano por participar, obtenga un resultado que se encuentre a la altura de lo que todos queremos como sociedad.
/LanderosIEE | @LanderosIEE