- Se trata de la primera investigación en México que busca identificar cómo esta expresión de RNA mensajero de EZH2, a través de su proteína, interactúa con el tumor
El retinoblastoma es el cáncer ocular de la infancia más frecuente: en México, ocupa el cuarto lugar entre los tumores malignos de la edad pediátrica y, por lo general, se detecta en estadios avanzados, situación que disminuye la sobrevida del paciente.
El retinoblastoma se desarrolla en las células de la retina, capa de tejido sensible a la luz que se encuentra en la parte posterior del globo ocular. Se estima que la mitad de los casos con retinoblastoma es de origen genético.
En el Instituto Nacional de Pediatría (INP), Julieta Robles Castro, especialista en oncología pediátrica, realiza una investigación para determinar los factores epigenéticos involucrados en el desarrollo del retinoblastoma. Una de las alteraciones asociadas al desarrollo del retinoblastoma ocurre cuando existe un defecto en el gen RB1 y la función de su proteína, pero existe otra proteína que estaría implicada en la progresión de este cáncer, EZH2.
La proteína EZH2 (N-metiltransferasa de lisina de histonas) interactúa con otras para modular diversas funciones fisiológicas del cuerpo humano. En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, Julieta Robles Castro señaló que esta proteína se ha asociado con estadios avanzados y pronóstico adverso en algunos tumores.
“La EZH2 se ha encontrado en tejido mamario: si su expresión se encuentra aumentada, se asocia a un riesgo alto de progresión y de no respuesta al tratamiento. En el caso de las leucemias, los pacientes con expresión aumentada de EZH2 no responden o la neoplasia es resistente al tratamiento”.
Este antecedente despertó el interés de la investigadora para explorar si la sobreexpresión del RNA mensajero de esta proteína se asocia al desarrollo del retinoblastoma, o bien influye en el tratamiento y pronóstico.
“Queremos saber si hay una asociación entre la expresión de un RNA mensajero de la proteína que se llama EZH2 en sangre periférica y el tejido de retinoblastoma, para ver si podemos utilizarlo como factor de riesgo en el desenlace clínico de pacientes con retinoblastoma. Es decir, veremos si la cantidad de esta proteína influye en el estado del tumor y el pronóstico”, explicó la investigadora.
En palabras de la especialista, se trata de la primera investigación en México que busca identificar cómo esta expresión de RNA mensajero de EZH2, a través de su proteína, interactúa con el tumor.
El VPH y su relación con el retinoblastoma
Además del papel que juega la epigenética, podrían existir otros factores que participan en el desarrollo del retinoblastoma, tal es el caso de la presencia del virus del papiloma humano (VPH). De acuerdo con Julieta Robles, en la década de los 80 algunas investigaciones identificaron la presencia del virus en tejido tumoral de este tipo de cáncer. “Existe, sin embargo, información contradictoria al respecto, por lo que se requieren realizar aún más estudios para definir si existe asociación entre este virus y la aparición de retinoblastoma”, dijo.
De manera reciente, el estudio de virus y su asociación con el desarrollo de diferentes tipos de cáncer ha cobrado importancia en la comunidad científica internacional.
“Se cree que los virus, al entrar en la cadena del DNA, despertarían o dormirían algunos de los genes controladores del genoma y de la transcripción de la información genética del individuo. En el caso del VPH, se ha buscado en material de tumores de retinoblastoma, esto principalmente porque el retinoblastoma se encuentra con mayor frecuencia en países en vías de desarrollo, donde el VPH asociado a cáncer cervicouterino también es frecuente”, compartió la investigadora.
Una parte del proyecto de investigación de la doctora Julieta Robles también analizará muestras del tejido del ojo de pacientes con retinoblastoma para identificar si existe o no presencia del VPH.
La incidencia anual en México de retinoblastoma reportada en 2015 fue de 5.3 casos por millón en menores de 18 años, aunque Julieta Robles no descarta que esta cifra sea más elevada, si se toma en cuenta que aún no existe un registro nacional para esta neoplasia.
¿Cómo identificar el retinoblastoma?
El principal signo para la identificación de la patología es la aparición de un reflejo blanco en la región pupilar ante la presencia de una luz que brille en el ojo, conocido como leucocoria. Ejemplo de ello es el flash de una cámara fotográfica.
“Cuando se toma una fotografía a un niño sin la enfermedad, su pupila brilla de color rojo, mientras que en las personas con retinoblastoma su retina brilla de color blanco. Esto es porque cuando el tumor crece, obstruye la visión de la retina sana”, expresó la doctora.
Otra señal de alerta no menos importante es el estrabismo, condición que se observa cuando el o los ojos no tienen una alineación correcta con el objeto de fijación.
“Como el ojo no enfoca, este se desvía hacia dentro o hacia afuera, según donde crece el tumor. En estos pacientes, antes de diagnosticarles estrabismo hay que descartar que se trate de cáncer. Para ello se requiere de un manejo multidisciplinario en un hospital de tercer nivel”, señaló Julieta Robles.
Tratamiento actual
El tratamiento consiste en “quemar” el tumor -los vasos sanguíneos alrededor del tumor- con un láser y luego aplicar quimioterapia a través de la arteria oftálmica.
La quimioterapia consiste en colocar un catéter del grosor de un cabello, aproximadamente, por la ingle hasta que este llegue a la arteria oftálmica. En algunos casos, el tratamiento curativo requiere de la enucleación del o los ojos afectados. Esto ocurre cuando el tumor no ha salido del ojo, compromete toda la retina y no es posible salvar la visión.
Cuando el tumor se ha expandido a la órbita del ojo, esta se radia, por lo que la órbita deja de crecer. “Cuando estos niños crezcan, tendrán la órbita de un lado de la cara más pequeña que la otra y esto implica problemas sociales, de autoestima, incluso laboral, por ejemplo. Cuando de plano el tumor sale del ojo, hay que aplicar quimioterapia sistémica que implica hospitalización y todos los efectos adversos. El pronóstico cuando el tumor sale del ojo es generalmente malo”, dijo Julieta Robles.
Con información del Conacyt