- Entrevista con Chuy Tinoco e Ivonne Vite Silva
- Nosotras debemos dar pasos atrás, desaprender y romper con la línea patriarcal donde dar pasos atrás para nosotras es dar pasos adelante, donde avanzar es avanzar sobre quien sea
La Jornada Aguascalientes presenta una serie de entrevistas a mujeres que hacen feminismo diario, donde hablan de sus posturas teóricas y prácticas, su quehacer, así como sus expectativas
Nosotras participamos en el Movimiento de Acción Lésbica Feminista en Aguascalientes, el Mal de Aguascalientes, aunque también en la Comuna, Comunidad de Mujeres por los Derechos Humanos, el Género y la Diversidad de Aguascalientes, que ya está constituida legalmente. El Mal es una organización de base, con un feminismo radical desde donde se hace un trabajo político profundo que no mide cuántas somos ni el tiempo que le dedicamos, hace formación feminista, procesos largos porque tocan el cuerpo, la vida, la cotidianidad, las convivencias. De ahí se desprende un proyecto que armamos en octubre del 2005, no teníamos nombre de un inicio. Posteriormente se crea la escuela de Feminismo Libre Dolores Jiménez y Muro. Esta escuela ya tiene tres generaciones, hemos visto a otras compañeras con sus propios movimientos lésbicos feministas que empezaron aquí, ellas ya traían la intención y nosotras nomás las empujamos, desde luego que ellas han hecho todo su camino. Este es un espacio que convoca, que invita, que no está abierta para todas porque no es un espacio donde todas quieran estar, la realidad es que muchas veces es duro entrar a los procesos personales, algunas se confrontan, otras se van y no regresan, otras se quedan ahí, algunas más se van y vuelven con más fuerza. Por aquellos años se realiza la primera marcha lésbica en México y uno de nuestros objetivos era salir en comité, con el Comal que era el Comité de la Marcha Lésbica, a todos los estados y convocar a las compañeras y romper el centralismo de la CDMX; uno de estos estados fue Aguascalientes. Nosotras no fuimos la primera colectiva de lesbianas en el estado, hubo un antecedente justo que nace de esos talleres, se llamó Amilés, Amigas Lesbianas, con un grupo como de 40 lesbianas. Esto no fue un proceso solitario, fue precioso y grande desde el inicio. Después colaboramos mucho con el colectivo SerGay, pero después de varios años nos separamos por lo mismo que inició el movimiento lésbico feminista, porque hay una separación del heterofeminismo; del movimiento gay el asunto se dio por asuntos de misoginia y lesbofobia.
Sí creemos que la sororidad tiene que iniciar desde la empatía. Hay compañeras completamente empáticas con nosotras. Sí ha ocurrido que muchas mujeres heterosexuales tomaron partido por los varones, que nos dejaron de hablar, pero hubo otras que no. En ese conflicto nace el movimiento como una apuesta desde la autonomía, y hacemos muchos eventos lúdicos feministas, políticos, donde convocamos a muchas feministas de la academia, de otras ciudades, que van en avances sociales, un montón de compañeras para hacer actividades de forma colectiva y empezamos fuerte el movimiento feminista en esos momentos porque nos apropiamos de un montón de lugares que eran para hombres.
Feminismo radical
La radicalidad tiene que ver con las raíces, con lo que está abajo, viene con lo de abajo, este es un feminismo que toca el asunto de clase, racial. De ahí partimos. Muchas veces este feminismo fue separatista, quizá lo sigue siendo, aunque una de las propuestas a las que hemos virado un poco es hacia el feminismo comunitario, vivimos en una comunidad de aquí de Aguascalientes y el proyecto que armamos ahorita tiene que ver con trabajar con las mujeres de la comunidad en su contexto, la relación con la tierra. Un feminismo hegemónico pocas veces habla de las mujeres rurales, pero ellas tienen siglos haciendo feminismos, pareciera que nosotras descubrimos apenas que tenemos que cuidar los árboles, el agua, pero tienen siglos, nos enseñan los tiempos de las tierras, por ejemplo; las que estamos ahí en permanencia voluntaria con el proyecto de hacer la escuela feminista desde la comunidad vamos a aprender a dónde vamos, un fin de semana a acampar, en proceso a nivel corporal, de relación con la tierra, quizá eso empiece a llamar a hacer otro tipo de feminismo… Margarita Pisano decía que dejemos de mentirnos, este cuento de la igualdad es un fracaso, todas sabemos que esto va a fracasar, porque acaba de pasar el 8 de marzo y pues… hubo una tremenda falta de feminismo este 8 de marzo.
Algo por lo que nos ha convencido el feminismo es porque es algo que podemos practicar todo el tiempo. Puedes tener otra ideología, puedes ser socialista y ser un macho, pero es difícil ser feminista y dejar que pasen las cosas, te exige desde lo personal, lo político, una congruencia que es difícil y es complicada de tener, pero que se puede aprender, porque además nosotras debemos dar pasos atrás, desaprender, y rompemos con este esquema de desarrollo tiempo, la línea patriarcal donde dar pasos atrás para nosotras es dar pasos adelante, al desaprender vamos desaprendiendo y ahí es donde vamos creciendo, entonces rompemos el patriarcado donde avanzar es avanzar sobre quien sea. Creo que la experiencia nos ha llevado a decidir que ya no queremos estar peleando con compañeras, no nos interesa, hemos optado ya por estar en pocos espacios. Las mujeres hemos tenido tan pocos espacios históricamente, entonces qué hacemos, nos construimos en términos de identidades, hay que ver cómo nos construimos, así nos vamos diciendo yo soy de aquí, aquí pertenezco, este es mi horizonte. En términos de lesbiandad, no sólo como una práctica erótica y sexual, sino como una ideología que construye desde lo político, no es fácil posicionarnos, somos bastante incómodas, no somos agradables para el patriarcado, ni nuestra figura ni nuestra forma ni nuestra imagen ni como hablamos, nuestra lengua, nuestra arma punzocortante, entonces frecuentemente tenemos que estar luchando por apropiarnos de nuestro espacio, por que el 8 de marzo no sea solo un día heterofeminista o que todas las actividades de este día estén concebidas desde la heterosexualidad, constantemente ahí es donde estamos incidiendo, levantando la mano, hasta las políticas públicas que nos excluyen.
No es lo mismo vivir el feminismo desde la heterosexualidad que desde el lesbianismo, desde nuestros cuerpos miramos al mundo, hay una diferencia tremenda cuando una feminista hétero habla sobre políticas públicas, a la igualdad con los varones, pero no puedes decirte feminista si no te cuestionas tu propia heterosexualidad porque todo mundo es heterosexual, si no cuestionas el mundo no hay mucho que cambiar. El lesbianismo como identidad no lleva a ningún lado, hay muchas lesbianas que sigue reproduciendo los estereotipos heterosexuales, el lesbianismo plantea el cuestionar desde las diferencias el nuevo mundo. Luego vemos que dicen que el problema no es el amor romántico, sino los hombres, y no creemos eso, como lesbianas feministas radicales no podemos plantear que todos los hombres son de una forma, y por supuesto que no buscamos defenderlos ni justificarlos, pero preocupa más que se le quite el sentido político al amor romántico, que es parte del sistema heteropatriarcal y se expresa a través de las ideas y después de los sentimientos, por eso si decimos que el problema no es el amor romántico sino los hombres estamos despolitizando la conducta de muchos, pues finalmente ellos al igual que nosotras responden a ideas concretas, a creencias, a mitos, a afectos automatizados y eso es el sistema. Por eso coincidimos con las compañeras que están a favor de los regalos, las flores o chocolates, a nosotras nos encantan, nadie está en contra de las flores, estamos en contra de lo que se expresa a través de esos regalos, el asunto es el símbolo que eso tiene en un sistema de creencias y de valores. Por eso en algún momento planteábamos cómo las jóvenes están llevando el feminismo, a veces tan alejadas de espacios de interlocución, de análisis, que nos saca de onda, el problema no son los hombres, es la construcción que tenemos todos tan desigual. Van a seguir naciendo los hombres y no podemos pensar que por eso el mundo va a seguir así.
Hombres feministas
Los hombres no son feministas, ni les conviene ni les interesa. En el transcurso del tiempo hemos tenido compañeros solidarios pero el feminismo no es algo que les interese, no hemos visto quién quiera renunciar a sus privilegios de nacimiento, algunos lo intentan y en algunas cosas se hacen conscientes, otras les parece una exageración. Muchos hombres heterosexuales se relacionan desde la seducción y como a nosotras no nos pueden seducir, ni con su intelectualidad ni físico, y como no funciona que les digamos que son los chingones, los que saben, eso no nos permite unirnos. Ahí están los hombres revolucionarios, barbones, de izquierda, con su cigarro, que no tienden ni su cama mucho menos cocinan, pero se las dan de revolucionarios y que luego se embarcan con las novias muy temprano, se les acaba el dinero y regresan al hogar con la mamá. Hay que vivir en comunidad para saber de quién estamos hablando. Nos gusta el espacio con los chicos gays porque ellos no se obligan con este tipo de masculinidad, de ser una roca.
Los frutos del feminismo lésbico
No pretendemos responder a la lógica masculina, ahí nada es posible más lo que tenemos, lo único que hay en las visiones en el triunfo de la masculinidad es esto, es esta sociedad feminicida, corrupta. Todo lo que salga de ahí que sea distinto lo van a marcar como una utopía, lo no probable, esta es la realidad masculina la que estamos viviendo. El lesbianismo feminista está cambiando la vida de un montón de mujeres y mujeres lesbianas, impacta en las familias, en todos lados. Se habla de la salud de la mujeres, pero nadie habla del sistema de pareja, de familia, porque eso es lo que está enfermando a las mujeres, ellas solas se hacen cargo de las familias, de los enfermos, del placer, de ser complaciente, eso no se está analizando. Hablamos de cómo las mujeres hemos incursionado en la política en los parlamentos, pero no vemos a los hombres incursionar en el cuidado de la casa, de los hijos, nosotras estamos metidas hace siglos en todos los espacios, aunque no nos pertenezcan. El lesbianismo como otras ideas genera rechazo desde la cultura masculinista. Nos hemos cachado decir “esto nunca va a cambiar” y después, “ah caray, no”, cómo se instala el triunfo de la masculinidad donde ellos siguen ganando. Las mujeres estamos cambiando y no hay marcha atrás, ve las estadísticas de los divorcios, ya no quieren estar en lugares de opresión, donde no hay espacios propios donde plasmar tu vivencia. Esto se está esparciendo que está llegando a muchas mujeres. Hasta esto es un problema fuerte para las mujeres heterosexuales porque hasta para ligar se enfrentan con problemas, nosotras vamos a un bar, bailamos, nos tomamos una copa, y con los hombres no, ve toda violencia que existe, cómo sentirte segura, ni cómo decir vamos a tu casa, a la mía, ni cómo levantar encuestas para ver si el chico es un sociópata, hasta la seducción les están quitando.
Feminismo en Aguascalientes
Desconocemos mucho de lo que se está haciendo, pero sí estamos disgregadas, veo que hay una ruptura, más bien no hay puentes entre las feministas más jóvenes y las que tenemos más tiempos, nos gusta leerlas, visitar sus blogs, pero no hay interlocución, finalmente lo que otras feministas han hecho es lo que les da la posibilidad a estas jóvenes al final del día de haber decidido cómo vivir ese día, nadie inventó nada, esa frase de “El feminismo es una luz en un cuarto oscuro” es el feminismo de otras, lo hemos encontrado en otros lados, el sistema neoliberal nos ha llevado a otros discursos, como el de que la juventud no es importante, algo muy estúpido porque, por ejemplo, no nacimos de 47 años y ellas no siempre tendrán 20 o 25 o 30, por eso no nos instalamos en esos discursos. Cuando percibimos que no les interesa leer más, a otras mujeres, y que a partir de las jóvenes de ahora surge una corriente del feminismo, pues creemos que va tomarles muchos años darse cuenta que alguien antes, muchos años atrás, ya había dicho lo mismo. En definitiva nos faltan puentes. El sistema patriarcal se recicla, se reproduce, cómo te puedes llamar feminista cuando desestimas el conocimiento de otras mujeres, no es otra cosa que estar en el mismo sistema para no reconocernos entre nosotras. Por eso cuando las escuchamos decir, ya basta del adultocentrismo, pues así ha sido siempre, las adultas ayudamos a las pequeñas, naces de alguien que te enseñe, en quien confiar, nosotras hemos aprendido de jovencitas en el diálogo, de las vecinas, de todas. Las feministas mayores necesitamos estar cerca de las feministas jóvenes, no pueden darse el lujo de perder tantos años, sino seguimos sin avanzar. La escuela feminista no tiene lecturas complacientes, entonces a muchas compañeras no les gusta leer, luego vemos que en la academia les dan todo sin calorías, reciclado de lo que hace mucho otras feministas importantes han dicho y hecho, que no citan, que toman conceptos de otras feministas, le quitan el proceso que hace cambios profundos, es complicado tener un espacio de pensamiento feminista más complejo.
Luego las compañeras no buscan replantearse su relación con las hombres, su propia heterosexualidad, no porque desde el feminismo lésbico queramos que todas sean lesbianas, sería muy chido que todas tuviéramos una parte lésbica, que nos respetaramos y reconociéramos, pero luego ni siquiera se cuestionan, levantan barreras, resistencia, es una decisión política. Tienes que afrentar estigmas, señalamientos, ser heterosexual es muy cómodo. Para regresar a Pisano, ella dice que las mujeres heterosexuales tienen que parecer graciosamente tontas todo el tiempo, eso es algo que no gusta. Entonces hay que recibir los golpes físicos y emocionales, nunca va a ser lo mismo ser heterosexal que lesbiana. No es un asunto discursivo, nos cuesta entrar hasta en un baño del centro comercial, nos han sacado de los baños. El lesbianismo toca, se instala, somos las traicioneras de lo femenino, por eso otras mujeres, los policías, activan sus mecanismos de control, por eso no es solo discursivo, el acecho, confundirte con hombres, quitarte la ropa, señalarte, ahí está Martina Navratilova, Ana Gabriela Guevara. Las mujeres heterosexuales tienen planes de salud reproductiva porque a fin de cuentas tiene que ver con su relación con los varones, pero ese es su lazo, su conducto de ida y vuelta es la relación con los hombres y fuera de eso pareciera que no existe nada más, ni las mujeres trans ni las lesbianas. Nos han agredido en la calle, el obispo nos gritó que nos buscáramos un marido. No estamos inventando, esto pasa con las lesbianas, por eso es difícil aceptar la actitud pasiva de otras feministas que dicen que no hay que confrontar, pues no porque son heterosexuales y están contempladas en el paraíso. Muchas chicas trans y lesbianas no tienen estudios universitarios, y esto no es gratuito, hay chicas trans mayormente trabajadoras sexuales, es una parte sumamente marginada, hay un rechazo que te obliga a abandonar espacios, la escuela, la familia, ¿qué haces cuando tienes todo en contra? Una parte de la autocrítica es reconocer que no hay movimiento lésbico, nosotras lo decimos entre risas: están en las discotecas, eso explica muchas cosas en términos de derechos, no vamos a buscar diputados, al gobernador, a la alcaldesa, a hacer presencia. Nos urgen grupos de lesbianas, ojalá que se sumaran muchas. Nosotras ahora buscamos hace un grupo de transfeministas, no solo transgeneristas, esta es una debilidad que tenemos en el movimiento feminista, que muchas compañeras trans no asuman el feminismo, que no lo acuerpen, nos hace falta, tenemos este pendiente.
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