Recuerdo que cuando yo era niño existía esa veda de no escuchar música durante la cuaresma y esta tendencia se extremaba ya en la Semana Santa. No creas, tenía su encanto esa solemnidad que con el tiempo se ha ido perdiendo y ahora todo es light, todo está permitido y nada es malo, y luego nos escandalizamos por la pérdida de valores que ahora sufrimos. Pero bueno, esto no pretende ser un pregón moral ni mucho menos, lo que quiero decirte es que yo desde niño escuchaba música en mi casa, incluso en estos días de recogimiento espiritual, en mi casa la música siempre fue un elemento indispensable, parte del inventario, la música era otro miembro más de la familia. Mi papá (q.e.p.d.) siempre estaba escuchando música o cantando, amaba la ópera, y una de las obras que recuerdo haber escuchado en mi infancia fueron las Pasiones de Bach, el kantor de Santo Tomás escribió estas dos partituras entre 1723 y 1733
Sabemos que Bach escribió las cuatro pasiones que nos narran cada uno de los evangelistas, además de Mateo y Juan, también Bach se ocupó de la de Marcos y Lucas, incluso escribió una quinta, probablemente alrededor de 1725 sobre un texto madrigalesco pero carente de valor poético, lamentablemente no se conserva la partitura. De las pasiones tomadas de los textos bíblicos, es decir, las cuatro ya antes mencionadas, sólo conocemos completas dos, Mateo y Juan. La historia de la música nos dice que la de Marcos se estrenó el viernes 23 de marzo de 1727, por cierto, Viernes Santo; esta partitura se conserva parcialmente en el formato de Oda Fúnebre, tristemente las arias y recitativos de la Pasión según San Marcos están extraviados. Acerca de la Pasión según San Lucas, sabemos que está fechada en 1731 aunque existen serias dudas de que la obra sea realmente de Bach, las dudas surgen por la poca expresividad de la música, los musicólogos y estudiosos de la obra de Bach consideran que no es digna de tal nombre y suponen que probablemente la obra es de algún amigo del compositor y que Bach sólo se encargó de hacer la copia.
De cualquier manera, esta pasión corrió la misma suerte que la de San Marcos o la otra, la basada en textos madrigalescos, se extravió parcialmente en el tiempo. Sabemos que estas tres partituras llegaron a las manos de su hijo Wilhelm Friedemann y probablemente por descuido, las extravió, en algunos casos separando la parte vocal de la instrumental y obsequiándolas así, parcialmente, a diferentes personas, lo que hace suponer la enorme dificultad de que en algún momento se pudiera armar este inmenso rompecabezas.
Por otro lado, otro de sus hijos, también destacado compositor, Carl Philip Emmanuel Bach guardó celosamente las partituras de las pasiones de San Juan y San Mateo que hoy se conservan íntegras e incluso motivó la ejecución pública de estos monumentos.
Sabemos que la Pasión según San Juan se estrenó el Viernes Santo de 1724, fue un 7 de abril, al terminar su primer año en la ciudad de Leipzig y se incluyó en el oficio de vísperas en el templo de San Nicolás utilizando los textos del evangelista San Juan además de echar mano del Poema de la Pasión de Barthold Heinrich Brocke que utilizó para intercalar entre los coros, arias y recitativos de su oratorio, por cierto que otros compositores del barroco, como Haendel y Telemann también hicieron uso de este mismo documento, parece que muy conocido y frecuentado en el siglo XVIII.
La Pasión de Cristo que San Juan nos narra en el cuarto Evangelio, y llevada a la música por Bach, es una obra muy intensa, llena de dramatismo y de un profundo dolor pero sin perder el carácter redentor propio del cristianismo que nos ubica en la antesala del triunfo final que viene con la resurrección tres días después de la Pasión y Muerte. Por cierto que Mahler tiene excelentes argumentos musicales para hablarnos de este evento, el más importante del cristianismo en su Sinfonía No.2 llamada De la Resurrección.
La Pasión según San Mateo se estrenó el Viernes Santo de 1729, un 15 de abril, con un público indiferente a la grandeza de este impresionante oratorio. Algún crítico de la época llegó a mostrar su inconformidad por “los efectos violentos expresados en la obra”, probablemente este comentarista se refería al enorme efectivo coral e instrumental, nada propio del barroco, que propone Bach en la Pasión de San Mateo, prácticamente el doble de lo que pedía en la Pasión de San Juan y lógicamente el efecto producido por la música debió ser demoledor y lleno de dramatismo. Sabemos que Bach tuvo que colocar a los solistas, un coro y un importante efectivo orquestal en la parte del órgano, y otro ensamble de las mismas proporciones en una de las galerías del templo de Santo Tomás, esto generó un efecto de sonido, digamos, envolvente que acentuó más el dramatismo de una obra ya de por sí dramática.
No hay duda de que las dos pasiones que conservamos completas de Bach, representan dos grandes monumentos sonoros del oratorio como lenguaje musical, y representan dos excelentes razones para escuchar música estos días de guardar y de reflexión, aun si no eres creyente de ninguna denominación cristiana, no tienes una razón inteligente para no degustar de estas dos joyitas de la música barroca, acércate sin miedo a la Pasión según San Bach.