- Se realizó una lectura dramatizada que muestra su activismo por las causas feminista, maderista, zapatista e indígena
- Laboró como editora de los periódicos Vesper y El desmonte, donde mostró opiniones sobre los derechos de la mujer
La inteligencia y audacia de la periodista y feminista mexicana Juana Belén Gutiérrez (1875-1942) quedó de manifiesto en una lectura dramatizada efectuada en el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM).
Las actrices Inet Simental, Rocío García y Paulina Grajeda, integrantes de la Compañía Sapiens Sapiens Teatro Laboratorio, narraron pasajes de la vida de la pionera del feminismo en nuestro país entremezclados con fragmentos de su obra periodística.
Su labor como editora de los periódicos Vesper y El desmonte, sus opiniones sobre los derechos de la mujer, sus convicciones políticas, su activismo por las causas maderista, zapatista e indígena y su paso por la cárcel en diversas ocasiones por defender sus convicciones y ser opositora del gobierno de Porfirio Díaz formaron parte de la lectura en atril.
“Porque no puedo callar y dedicarme a bordar, pintar, tejer… hacer esas preciosuras que hacen las mujeres. No puedo, ni yo, ni miles de mujeres pobres en México”, decía Juana Belén Gutiérrez en voz de una de las actrices integrantes de la Compañía Sapiens Sapiens Teatro Laboratorio.
El texto también revela cómo era importante para ella dignificar la enseñanza y convertirla en fuerza útil: “Lo que hace falta es enseñar a pensar, ya que el pensar lo define todo. Esa es la verdadera revolución, educar”.
Y es que desde temprana edad, Juana Belén Gutiérrez predicó con el ejemplo. En 1892, a los 17 años se casó con Cirilo Mendoza, un minero 10 años mayor que ella, en Sierra Mojada, Coahuila, a quien enseñó a leer y escribir y más tarde, en la década de los años treinta del siglo pasado, fue directora de una escuela para mujeres en la ciudad de Morelia.
En 1941 vendió su imprenta en 150 pesos para cubrir la enfermedad de sus pequeñas nietas que a la postre murió. Vivió 67 años y falleció el 13 de julio de 1942 en la Ciudad de México.
“Nuestra madre Laura no pudo solventar su sepelio y debió vender sus enseres. Su nombre está muy olvidado, pero sus manos muy presentes en la historia de este país”, aseguró una de sus nietas.
Previo al acto, el magistrado del Tribunal Estatal Electoral de Chihuahua, José Ramírez Salcedo, exhortó a trabajar en la historia de las mujeres como es el caso de la duranguense a la que calificó de activista magnífica, gran profesora, editora incansable y mujer excepcional.
“A raíz de encontrarnos con una personalidad tan importante decidimos trabajar con una de las maneras que mejor creemos se dispone para rescatar esta imagen, a través de las bellas artes”.
Con información de la Secretaría de Cultura