¿Para qué necesitamos el 8 de marzo? La explicación es muy amplia sobre todo para quien no cree que las mujeres somos personas con derechos, principalmente el de la dignidad y el de la libertad. De ahí podemos partir.
El 8 de marzo simboliza, entre otras cosas, la posibilidad de la organización de las mujeres dirigida por ellas mismas y eso replantea absolutamente todo el sistema patriarcal en el que vivimos, es por eso que no resulta sencillo entender su importancia y trascendencia principalmente porque el sistema heteronormativo nos mantiene sumergidas sin poder al menos soñar la posibilidad de vivir fuera de esos aprendizajes automatizados donde nos hemos resignado a que los demás decidan sobre nuestro cuerpo y deseos.
Quienes dicen que el Día de la Mujer no debería de existir o que ese día debe ser de la mujer y del hombre creo que están experimentando un miedo profundo que incluso va más allá de sus propios intereses. Creer o desear ignorar la importancia del 8 de marzo es mostrarse claramente con una venda en los ojos que niega la violencia feminicida, tan solo en los primeros seis meses de 2017 había alcanzado a 1000 mujeres y alrededor de 3,400 niñas desaparecidas. 40 de cada 100 niñas encuestadas por el Inegi aceptan haber vivido violencia sexual. Cifras muy duras para espacios de tiempo muy cortos, para sectores de población pequeños, entonces verdaderamente ¿cuál es la realidad de las niñas y las mujeres en México?
¿Y las mujeres en el mundo? El pasado martes alrededor de 7 mil mujeres de distintas naciones se reunieron en Estambul para ir en convoy de 150 autobuses a la frontera de Siria a exigir la liberación de las casi 14 mil mujeres encarceladas en el país árabe por el régimen de Bashar Al-Asad. Los convoy de la conciencia llevarán además pañuelos bordados para las mujeres como señal de paz en el mundo esperando que este sea un paso para poner un alto a las palizas, descargas eléctricas, ataques con hierro caliente, desnudos forzados, violaciones tumultuarias y donde ha habido más de mil suicidios de mujeres que se han salido de la realidad, divagando en el horror debido a la violencia perpetrada contra cada una.
Otra propuesta para este 8 de marzo es la huelga feminista una serie de actividades que millones de mujeres realizan y que piden detener para mostrar la importancia del trabajo gratuito que realizamos, la aportación que sostiene a países completos algunas de sus acciones son:
Que las mujeres nos abstengamos de consumir, sobre todo productos “femeninos” (toallas, tampones, anticonceptivos, maquillaje, productos para cabello y piel, ropa y zapatos). Que nos neguemos a servir en casa. Que abandonemos los quehaceres domésticos, incluyendo el cuidado de las demás personas. Que nos sumemos a las movilizaciones en contra de la violencia machista. Que ayudemos a visibilizar y crear conciencia sobre la violencia, el abuso, la discriminación que sufrimos las mujeres y demos apoyo y difusión a la movilización y la lucha por nuestros derechos. En México también hay varias iniciativas pero hay una que ha convocado a miles de mujeres movilizándose al sur del país, a Chiapas, a la Selva Lacandona, para asistir al primer encuentro internacional, político, artístico, deportivo y cultural de mujeres que luchan.
Negar que las mujeres tenemos cientos de años organizándonos, haciendo movimiento social es vivir en las profundidades de la inconsciencia y creer que el 8 de marzo es un día que no debería de existir porque no gusta, es ser indolente y cómplice de la violencia machista que nos toca a todas incluso a las que llegan al poder.
Creer que el Día Internacional de la Mujer es una traición a los varones es la única respuesta que hemos aprendido desde el patriarcado donde siempre nos pensamos como complemento, claro que en esa idea de complemento llevamos la peor parte, la débil, a la que hay que dominar, la dependiente, la que espera, la hecha para poseer, etc. Esa visión pasiva de las mujeres propuesta desde lo complementario, es el truco más infame para cercenar el derecho a la libertad de las mujeres, esa idea es la que obliga a soportar el maltrato y abandonar los derechos de las propias decisiones a cambio de ir en pareja, siempre subordinada.
Como bien dijo Margarita Pisano, feminista chilena: Mi cuerpo entero reaccionó y sigue reaccionando a su destino marcado. Mi cuerpo es el único instrumento con el que toco la vida, por lo que lo he explorado cada vez con más profundidad, desprendiéndome de la feminidad. Mi cuerpo es uno de los grandes informantes del cambio de mis deseos. Esta ajenidad, con otra dimensión y profundidad, la sentí por esos extraños masculinos que me rodeaban -extraterrestres y tan privilegiados-, y me costó otro largo trecho de vida abandonar mis solidaridades con ellos, los padres de nuestros hijos, incluso a los obreros y marginados, privilegiándolos, sin reconocerme y reconocer que son las mujeres a las que matan y son ellas las más oprimidas.
Negar el 8 de marzo es darnos la espalda a nosotras mismas, como mujeres pensantes, con derechos, con dignidad, es rogar al sistema patriarcal que te acepte, mostrar tu fidelidad para que te reconozca y te quiera, pero eso nunca va a pasar principalmente porque su triunfo como sistema se sustenta en el odio, el menosprecio y lo desechable que le resultamos las mujeres, eso que desde el feminismo nombramos como misoginia que por más increíble que parezca no sólo los hombres se guarecen en ella, también algunas mujeres, y ese rechazo a lo que representa el 8 de marzo es lo que asesina sólo en México a 7 mujeres diariamente, atroz que de 2012 a 2018 según ONU Mujeres México 14 mil 811 mujeres fueron asesinadas. Verdaderamente hay que desdeñar el cuerpo de las mujeres y de una misma para creer que el 8 de marzo no tiene importancia.
@Chuyescribe