- El futuro del periodismo está en el chequeo de los datos, se tiene que trabajar duramente por desmentir las noticias falsas
Al llegar a casa, una mujer encuentra a su marido metido en la cama con otras dos mujeres. El marido en ese momento le dice a la esposa: Vas a creer lo que ves o lo que yo te cuente. Esta es la escena del musical Chicago, la cual empleó como ejemplo el maestro Alfonso Morales Escobar, asesor en comunicación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, para explicar lo que es la posverdad en el programa televisivo de la señal abierta de Canal 11, “Entre Mitos y Realidades”.
La distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales, es la definición de la Real Academia de la Lengua Española para definir la posverdad, término que se incorporó al diccionario de esta institución a finales de diciembre del año pasado.
“La posverdad para que funcione apela más a las emociones y no tanto a los hechos concretos y racionales. Seneca diría que es más fácil creer que pensar. Pensar exige del individuo un ejercicio brutal, tiene que estar dispuesto a criticar sus creencias más sagradas y eso es algo que a muchos les parece imposible.
“La posverdad tiene dos grandes áreas de cultivo, la ignorancia y el miedo, sobre todo en situaciones de crisis. Explotar ambas cosas, le representa conservar el poder a quien de una forma autoritaria se mantiene encima de una masa de ciudadanos”, expuso el también coordinador de Comunicación Social del Foro Consultivo Científico y Tecnológico.
El doctor Felipe Neri López Veneroni explicó que “si algún partido político en la historia del siglo XX ha sabido manejar la posverdad en México ha sido sin duda el Partido Revolucionario Institucional (PRI), con una construcción discursiva que hablaba de un país que en estricto sentido no existía, de una justicia social y de una democracia inexistentes, de una competencia política que solo era ficción. Pero para que todo esto pueda darse, tiene que haber un enunciador y en ese sentido los políticos son especialistas, como el caso de Donald Trump.
“La posverdad adquiere carta de naturalización cuando las grandes narrativas políticas de occidente que habían dominado la vida social, la democracia liberal de finales del siglo XVIII, el socialismo de mediados del XIX, y la social democracia de 1920, todas han entrado en crisis. Se ha generado una especie de vacío de credibilidad en cuanto a estas grandes narrativas políticas, la gente está desilusionada de la democracia. Ante este gran vacío, es cuando entran estas narrativas alternas”, puntualizó.
Como ejemplo histórico de la posverdad, en los discursos de Adolfo Hitler en la Alemania Nazi, se ofrecía toda una construcción discursiva como respuesta alterna a lo que ocurría. La República de Weimar estaba desecha, la Monarquía alemana había sido superada, lo que provocaba inseguridad económica de la sociedad. Es entonces que con Hitler viene un discurso que ofrecía seguridad, mejoría, regresar a la grandeza del pueblo alemán, basado sobre todo en un hecho seudocientífico que era la inferioridad de razas.
“Actualmente, lo mismo ocurrió en Inglaterra con el discurso del Brexit, esta idea que los ingleses tenían que separarse de la ‘perrada continental’ para rescatar la grandeza imperial, lo cual es completamente absurdo”, lamentó López Veneroni, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México.
El papel de las nuevas tecnologías
Hoy la posverdad tiene un papel muy importante y tiene que ver con el desarrollo de las nuevas tecnologías. Facebook, Instagram y Youtube son plataformas replicantes, alguien que escucha algo que puede parecer llamativo, no se ocupa ni preocupa por verificar la validez de la información y lo reproduce en su círculo social, que a su vez cada integrante de ese círculo tiene la posibilidad de replicarlo y se da el efecto de la llamada viralización.
“Lo que está ausente en la viralización es la falta del uso del cerebro, porque hay un gran número de personas que reproducen en automático información sin pensar, de un mensaje que simplemente les pareció contundente pero que no verificaron. Ahora con el advenimiento de las redes sociales, cualquier individuo tiene en la palma de su mano la posibilidad de generar mensajes que pueden pasar como noticias, la mayoría de ellas falsas porque no son revisadas.
“El futuro del periodismo está en el chequeo de los datos, se tiene que trabajar duramente por desmentir las noticias falsas”, comentó Alfonso Morales.
Con información del Foro Consultivo Científico y Tecnológico