- Me interesa la creación de imágenes que permitan resignificar situaciones relacionadas a la sombra como concepto, refirió el artista plástico
En los últimos dos años el artista plástico Plácido Merino (Ciudad de México, 1983) se ha dedicado de tiempo completo a su proyecto Sombras, una serie de retratos expresionistas que denotan la interpretación emocional y vivencial de mujeres de diferentes edades y profesiones.
En entrevista con la Coordinación de Apoyo a Artistas y Promotores Culturales Independientes de la Dirección de Comunicación Social de la Secretaría de Cultura, el miembro de la Mesa Directiva de la Sociedad Mexicana de Acuarelistas, expuso que la serie partió del concepto de sombra en Carl Gustav Jung, quien se refiere a los arquetipos y parte oscura del ser humano expresada a través de la envidia, el coraje, las frustraciones, el morbo y los secretos.
“Tras estudiar, reflexionar y pensar, se me ocurrió hacer retrato, el cual casi no hago, plasmando el interior y/o sombra de las personas, al tiempo que experimenté qué tanto se puede mejorar un dibujo si se conoce a fondo aquello o ese algo que se está pintando”, detalló.
El proceso creativo de esta serie, precisó Plácido Merino, comenzó cuando trabajó en una fundación para niños con cáncer, con quienes observó que se puede dibujar de forma más emocional cuando se conoce la historia detrás de un objeto a dibujar.
“Les decía ‘dibujen una manzana’ e inmediatamente hacían la forma de la manzana, pero si antes les contaba una historia sobre esa manzana el dibujo era mucho más rico donde se podían ver otras formas, elementos y colores, a partir de eso me cuestioné sobre los resultados que podría obtener al retratar a alguien conociendo su historia”.
El joven artista plástico comenzó a entrevistarse con modelos femeninas, con las que hizo una especie de sesiones psicológicas, las cuales fueron grabadas en audio y video para luego revisarlas junto con un psicólogo. “Me encontré con resultados interesantes, pues ellas compartieron miedos y traumas”, ahondó.
Agregó que luego de entrevistarse con sus modelos durante dos meses, tiempo promedio, algunas las escuchaba mientras pintaba. “Fue un trabajo complejo, preciso y desgastante, tanto mental como emocional. No se trató de sólo oír sino de escuchar la emoción, imaginar la situación, sentir la voz”.
Respecto a la reacción de las modelos frente a su retrato, Merino explica que algunas permanecieron en silencio escuchando y observando su obra por mucho tiempo enfrentándose a sí mismas. “Estos retratos son para ellas. Mi deseo es que les encante su pintura, si es así logro una teoría que tengo: cuando tú conoces al modelo que vas a pintar a fondo, tu pintura se potencializa”.
Plácido Merino fue categórico: no pinta paisajes, flores, animales. “Cuando uno trabaja el retrato realista es fácil darse cuenta si quedó bien o mal, si se parece a la persona, si el ojo está chueco. Sombras es un retrato emocional”, aseveró.
En cuanto a su técnica para pintar, Plácido Merino confiesa que le gusta trabajar con acuarela y óleo. “No sé exactamente qué técnica aplico sólo que trabajo a partir de manchas, con las manos y la espátula. Yo hago formatos grandes que me permiten entrar en catarsis con la obra.
“El pintarla, raspar el óleo, voltearla, enojarme, rasgarla, taparla, aventarle aguarrás, y hacer toda una experimentación, me permite llegar a un nivel de emoción, fuerza y brutalidad. Así considero es el arte, no sólo es el formal, puro, ortodoxo y académico. Yo sé que mi propuesta puede generar conflicto en quien la ve”.
Añadió que su pintura no ha sido fácil para mucha gente. “Yo no pinto para decoración, desde que decidí que quería ser artista pinto para mí. Mi obra es complicada para el que compra, pero yo sigo haciendo lo que creo que necesito y tengo que hacer”.
Plácido Merino ha expuesto en Argentina, Alemania, Bulgaria, y varios estados de la República Mexicana como Jalisco, Ciudad de México, Morelos y Guanajuato.
Con información de la Secretaría de Cultura