- La colección reúne autores con un proyecto literario pero que no son del todo centrales dentro del mercado editorial
La editorial mexicana Librosampleados presentó en la 30° Feria Internacional del Palacio de Minería (que dio inicio el jueves 22 de febrero y que se extenderá hasta el próximo 5 de marzo) su colección Textitlán, que en palabras del editor Nahum Torres, “es una palabra que se lea desde donde se lea, sólo podría existir en México. A la vez que se presta a darle un sentido ‘literario’ para designar un territorio ficcional propio al texto.”
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En ese sentido el editor mexicano en entrevista con La Jornada de Aguascalientes también mencionó que “Para Textitlán invitamos a autores que ya habíamos leído y que teníamos ganas de publicar. Autores con un proyecto literario pero que no son del todo centrales dentro del mercado editorial. Autores que no necesariamente se conocen entre sí, que incluso son disímiles en sus intenciones literarias, y para eso les pedimos una obra ‘autoral’, donde su yo estuviese en juego con la obra. Abrimos con La vida escondida aún, de Alfredo Leal, una novela en donde el autor ‘toma distancia’ para hablar, en términos generales, sobre el ‘pacto ficcional’, la ‘ideología de la representación’, utilizando referencias del medio editorial, académico y literario. mexicano, así como de su propia escritura. Luego tenemos la nouvelle Tanuki y las ranas, de César Cortés Vega, donde la perversidad, el arte contemporáneo, la ciudad de México son vistas a través de una mirada que les cuestiona. Daniel Espartaco nos entregó Ceremonia, una noveleta satírica en la que se burla del sistema de relaciones del medio cultural mexicano. Pero quizá el más atípico de la colección sea el ‘libroma’ de Luis Bugarini: Se encogió de hombros y dijo: que es como si Siri se hubiera leído un libro de Peter Handke y, en vez de darte una indicación personalizada, te diera 500 instrucciones bizarras, dinamitando con esta serie de narracciones a la llamada literatura breve.”
Este breve resumen de la colección también sirve para mencionar que la Editorial Librosampleados ha ido fortaleciendo una propuesta completamente independiente que en el 2018 le permitirá editar la novela Indios Verdes, que el editor y narrador chileno Emilio Gordillo, viene escribiendo y publicando desde hace ocho o nueve años, además del libro-texto ná·ax·ni, del escritor mexicano Edson Lechuga.
Para el editor Nahum Torres “Textitlán es una apuesta ecléctica, de búsqueda, por parte de Librosampleados, a la manera de un performance editorial: fugaz, de tránsito. Es una colección para lectores curiosos, atrevidos, que no se conforman con la oferta editorial de las cadenas de librerías.
Platicamos con los escritores Luis Bugarini, (Cd. de México, 1978) autor del libro Se encogió de hombros y dijo:, un libro que apuesta por cuestionar la idea de la narrativa tradicional, a partir de la crítica sobre lo que se entiende como industria editorial, quien nos comentó que “La editorial y yo nos intesectamos en un interés compartido, que es tratar de observar los tras telones de lo que estamos haciendo como actores de la cultura, desde la parte literaria o desde otras disciplinas, en mi caso he ido enamorándome de la idea de destruir el libro, sino como una forma estandarizada de entenderlos, tengo novelas convencionales que cuentan historias, pero en donde empecé a hipnotizarme con la posibilidad de diluirlos, de disolverlos en una masa que solo de una manera muy forzada podrían ser consideradas libros, entonces eso es una forma muy clara de quedarme solo, de quedarme jugando con mis piezas, de una manera narcisista, pero eso es lo que uno elige y creo que aún puedo llevarlo más allá, la verdad es de este libro, Se encogió de hombros y dijo: es la primera entrega en la que me propongo vaciar el molde para decir que esto se puede hacer de otra manera, así fue como llegue a una categoría que yo defino como “Libromás”, que es la intelectualización de este juego sofisticado de entender lo que se hace con la materia plástica del lenguaje pero tratando de llevarlo hasta su disolución.
El escritor y editor chileno avecindado en México Emilio Gordillo, (Chile, 1981) definió a su novela Indios Verdes como “un libro intermedio, entre lo que a mí me interesa hacer hoy, que es generar procesos de escritura más comunitarios, más vinculados a cuestiones afectivas, pero sin dejar de lado un plano estético, que no considero que sea disruptivo, porque este concepto también es una etiqueta muy manejable, a mí lo que me interesa más es escribir un libro que no veo y la intención de escribir ese libro es compartir, tratar de generar un aporte donde se comparten escrituras, visiones del mundo, más que interferir en un sistema literario, me intereso siempre ver libros que yo no veía, me siento más cómodo en eso que pensada desde la periferia, pero me gusta la postura de la editorial, en ese sentido la novela tiene que que ver con la fascinación con las estatuas de los Indios Verdes, llegue a México en 2009 y me fascinó la historias de esas estatuas, como la extranjerización de esas estatuas, el lugar que fueron teniendo en el espacio y que además empezaron a denominar un espacio por un nombre que ahora es popular, porque en realidad las estatuas no se llamaban así, pero hoy en día hay una zona completa que se denomina así, una zona de acceso donde se permea la gente que es del DF y la gente que no es de acá, es un lugar de tránsito, y me parece súper interesante lo que históricamente revelan esas estatuas, entonces es un libro sobre la fascinación de un extranjero sobre unas estatuas que han sido extranjerizadas durante todo el siglo XX, por cómo se ven, por lo que parecen, porque son estatuas construidas para la Feria de París en el siglo XIX, que es la magnificación de los estados-nación en el siglo XIX y al final de cuentas son indígenas que parecen griegos, y lo gracioso es que las élites mexicanas de la época las rechazan por feas, por indígenas musculosos.”
El escritor y artista visual mexicano César Cortés Vega (Ciudad de México), quien también es autor de la novela Abandona Silicia, y del libro de poesía Reven quien además mantiene una obra anfibia que se mantiene en las fronteras entre esos dos campos artísticos; lo visual y lo literaria, algo que podemos también podemos observar en la novela Tanuki y las ranas, en donde la historia nos habla sobre un proyecto artístico visual que disuelve las fronteras entre lo personal y lo público: “Son dos campos a los que pertenezco pero que en realidad siempre me he situado en la frontera, hay una escritora argentina que se llama Graciela López que habla de un concepto que ella denomina como la ‘frontera indómita’, que es un concepto que siempre me gustó mucho, que implica el territorio de la infancia, el lugar que no se puede gobernar del todo, que ocurre en la imposibilidad de clasificar lo que estás haciendo, entonces ya es una periferia que construye subjetividades extremas para poder subsistir en un territorio que es indefinido, pero siempre hay una añoranza por ese lugar que perdiste, que es el lugar en donde yo creo que ocurren los significados, me gusta jugar con esos conceptos y en esos campos, pensar que quien ocupa un espacio de la periferia tiene en realidad un deseo de adaptación en el centro, es decir el deseo por pertenecer y la imposibilidad de hacerlo y ponerlos en una novela es hacerlos caminar y hacerlos caminar es enfrentarlo a una posibilidad narrativa, que finalmente también tiende a la disolución, me gusta mucho también la idea de los residuos, porque me parece, siguiendo a Klossowski, pensar que solo lo que es exceso es en donde la verdadera vida ocurre.
Para Luis Bugarini, la apuesta por deconstruir la narrativa es clara ya que “todo autor que se respeta debe estar obligado a tratar de llevar su escritura hacia un lugar que no se ha pisado, porque “sino básicamente es una escritura hecha para el mercado y el momento actual es complicado porque hay un descaro en el mundo editorial en donde pareciera que este tipo de propuestas, enmarcadas en esta colección, estuvieran fuera del mercado, sin embargo creo que es necesario para los autores replantearse hacia dónde están llevando su disciplina y no quedarse con una idea homogénea de cómo contar una historia de forma tradicional, yo todavía tengo esta idea, tal vez romántica y un poco trasnochada, de que un libro debe ser como un pellizco, como una incomodidad, sigo siendo feligrés de los libros que se pasan de mano a mano con la condena de leerlo bajo tu propio riesgo.”
Para César Cortés Vega “la literatura es en realidad un estado o una nación en la que cualquiera que intenté leer un libro está arribando, pero es una nación que se alimenta de las subjetividades, es decir de una extranjería dentro del mismo lugar en el que habitamos.”
Por otro lado Emilio Gordillo nos comentó que en nuestro país le ofrece una libertad en materia literaria, ya que “en México, todo se dispara, porque todo es más extraño, las distinciones de género son más efímeras y son más frágiles, y para mi México es eso, y vivir en México es eso, es la posibilidad de ver una vida, una calle más intensa, más diversa, entonces para mi esa extranjería es la que me llama la atención, que es una extranjería que tiene que ver más con la mirada y de tratar de volverla siempre ajena.
Esta idea se puede observar en los diferentes libros que componen la colección, porque en México se ha construido un canon muy específico, pero los libros de Textitlán parecen pertenecer a fronteras particulares, a tradiciones literarias distintas. Para Luis Bugarini en ese sentido nos mencionó “es que propuestas como Textitlán son de terrorismo cultural, son una forma de dinamitar lo que parece ser una gran arquitectura en donde parece que ya funcionan los gestores de la cultura, los críticos, los promotores, las revistas, para tratar de generar una comezón a la gente y de que vea que la literatura también es un área de juegos y es una área de propuestas, algo que se puede buscar a manera de una secta de personas que se preguntan a sí mismos quienes son.
Una de las apuestas narrativas que podemos encontrar entonces en estas tres obras literarias tan disímbolas como estas que forman parte de la misma colección, Textitlán, tiene que ver con la fragmentación de la realidad, de la narrativa que se presenta a través de ellas, en estas obras lo que se intenta es contarnos fragmentos de la realidad, porque la realidad se está fragmentando, un proceso narrativo que nos permite buscarle una nueva vuelta a la misma idea de la narrativa, de qué es narrar, de qué es contar cosas.
Para Luis Bugarini en este sentido “ la nueva literatura realista tiene que ser por fuerza fragmentaria porque así es como vivimos, pero el uso del fragmento no es reciente, yo creo que empezó desde los dos miles pero ahora se ha envilecido con el uso de las redes sociales, hasta el punto de cualquier estornudo es llamado mini- ficción, también creo que hay que usarlo como insumo de la realidad, vemos Facebook, vemos Twitter, vemos el periódico, hacemos nuestra vida cotidiana, empezamos a ver una película y luego salimos a tomar un café, entonces la vida es así, a pequeños trozos que terminan explicándonos. Yo creo que mi libro si trato de recoger una forma de la brevedad, pero llevándolo a un punto en donde la ironía y el juego frente al espejo se vuelve en una ocasión de auto-dinamitar al autor.”
Sin embargo, Emilio Gordillo mantiene que él no trata de pensar la literatura en esos términos: “Indios Verdes si puede parecer un libro fragmentado pero tiene que ver con que es un libro sobre la extranjerización y este es un concepto que también le atañe a uno mismo, porque el primer capítulo responde a la primera experiencia que yo tuve cuando llegue acá a México, y es un fragmento que ha cambiado, porque esta es una novela que he escrito desde el 2009 hasta ahora, y me permite mirar ese momento y mirarlo desde otra perspectiva, mirarlo de otra manera, por lo que también me ha permitido darme cuenta de que estaba equivocado al escribir sobre este lugar, con respecto a entender a este lugar, pero sí eso es fragmentario también es secundario para mí.”
Sobre esta idea, César Cortés Vega que su novela “está hecha de fragmentos, muy al estilo Internet, pero al mismo tiempo está hecho de las contradicciones de las personalidades contrahechas o muy conflictuadas de una Latinoamérica que te exige adaptarte no tanto a las lógicas mexicanas, sino a unas lógicas centrales que las instituciones te piden porque beben de ellas, es decir existe una contradicción doble en el deseo de adaptabilidad social.”