A quienes nos acompañan al cuarto propio, feliz 2018, un año que se antoja complicado al mismo tiempo que nos dará la oportunidad de cambiar este México que no merecemos y luchar por seguir construyendo un país con justicia. Desde este espacio de La Jornada Aguascalientes van mis deseos para que en este 2018 las distintas opiniones sean una ventana donde respirar ante la avalancha de propaganda electoral que devora cada medio de comunicación.
Hace un tiempo durante una conferencia a la que fui invitada como expositora en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, una joven me preguntó, las feministas qué podíamos responder cuando se nos califica como feminazi porque en la experiencia de ella lo más difícil es sobreponerse a ese apodo, con el que dentro y fuera de las redes sociales en la actualidad cada vez más mujeres jóvenes son señaladas lastimosamente. Después de esta participación a la voz de aquella joven se unieron al menos recuerdo otras tres más exactamente con la misma inquietud, yo me quedé pensando el efecto por un lado de las redes sociales pero principalmente en la palabra feminazi y el peso que ha ganado entre estas generaciones de feministas jóvenes.
A esta vivencia quiero agregar una experiencia más muy reciente donde varias organizaciones de mujeres que nos autonombramos feministas recibimos la participación de un joven que comentó que las acciones que estábamos planeando buscaran ser más sutiles para que los hombres participaran y que no actuáramos como feminazis. Ese joven pertenece a los grupos de diversidad sexual y recuerdo muy bien que su participación fue como un balde de agua fría en este invierno, a mí personalmente me interpeló el calificativo con el que él nos había nombrado aunque también trataba de entender desde dónde se pronunciaba nuestro compañero. Después tuve la oportunidad de acercarme y hablar con él, responder a su comentario cuestionándolo con las mismas preguntas que aquellas jóvenes de la UAA me habían dicho: cuántas feministas conoces que anden asesinando hombres, cuántos asesinatos de hombres han cometido las mujeres por el hecho de que ellos son hombres, dónde está la concentración de hombres y niños muertos, asesinados por un régimen feminista en campos de concentración. Él intentaba decirme que no se refería a eso, que no había querido ofendernos, desde luego que le respondí que nos había ofendido y que él necesitaba pensar muy bien lo que estaba diciendo, que su comentario era sumamente machista porque a las mujeres lo que verdaderamente se nos señala es el romper los estereotipos de género, de tal forma que la palabra feminazi es un insulto grave, pero además, es la reprimenda de los policías del patriarcado que vigilan y buscan castigar a las mujeres que no cumplen el papel preestablecido por el género tradicional y conservador y porque nos oponíamos a esa visión binaria del género, pues entre otras cosas precisamente para que jóvenes como él gocen del derecho de hacer su vida y elegir sus afectos sin vivir en el armario de la censura y el menosprecio, precisamente él como hombre trans debería entender muy bien lo que significa la imposición patriarcal del “deber ser mujer” que nos da como única aspiración jugar el papel de incubadoras y cuidadoras, que su disidencia estaba expresada y nombrada gracias al feminismo que han hecho cientos de mujeres que se rebelan justo a cumplir con esa “amabilidad” que indigesta al patriarcado, en pocas palabras, seguramente él podía entender el control que se busca tener sobre el cuerpo de las mujeres y sus deseos cuando disienten de lo establecido.
Al final de aquella platica me comento de la soledad en que había transitado su cambio y tomado sus decisiones y que poco se había encontrado con el feminismo, que prácticamente era lo que había leído en Facebook pero que sería bueno que pudiéramos invitarlo a los espacios feministas donde hablamos de todo esto.
Ese joven me hizo recordar algo que las otras jóvenes de la UAA me habían dicho, necesitamos más feminismo con las que de hace ya tiempo son feministas, pero sin jerarquías, sin pleitesías, donde nuestra voz tenga el mismo valor que la de ustedes.
Sisterhood is powerful es el título de un texto de la feminista afronorteamericana Bell Hooks, que retomaba el lema de un movimiento que entonces construía desde la diferencia profunda, el feminismo radical se tejía desde abajo, no es posible hacer feminismo y dejar fuera a otras mujeres que solitariamente van luchando por sus transformaciones intentando articularse en algo que para otras tiene muchos años de articulación, necesitamos no tener que iniciar una y otra vez de cero, necesitamos que el feminismo o los feminismos sigan sumando a otras para que no anden solitarias, una propuesta filosófica e ideológica que convoca a muchísima gente, dejar de ser un pequeño círculo privilegiado que a final de cuentas excluye a las de menos posibilidades ya sea por la edad, por los estudios, por los recursos o por vivir fuera de la ciudad.
Aquel lema que retoma Bell Hook de la sororidad es poderosa, dice que no se habría producido ninguna de estas increíbles transformaciones si el movimiento feminista no hubiese creado una base para la solidaridad entre mujeres.
Me refiero al verdadero sentido de la sororidad de las opciones reales y posibles para cambiar lo que no es justo y nos lastima, si como feministas nos hemos encontrado en pocos pasos los reclamos de otras que no logran alcanzar ese cambio y que desisten o se acomodan en el falso confort, entonces debemos repensar qué es lo que estamos haciendo que no alcanzamos a construir la sororidad y eso está excluyendo a las que se quedan a mitad o inicio de este fabuloso encuentro con otras feministas, por qué está venciendo el enemigo interior o como Hooks lo define, el sexismo interior que hace menos importante a las otras.
@Chuytinoco