La expresión popular “estar norteado” obedece a no saber a qué dirección dirigirse, o no atinar en qué ubicación se está. Situación que ocurre frecuentemente, cuando se trata de decidir por quién o por qué partido político votar, en una elección constitucional. Problema que se agudiza, cuando en la contienda política que se avecina, no se sabe a ciencia cierta hacia dónde direccionar el voto, o qué opción política tomar. Reto que se torna aún más difícil cuando se esgrime entre los contendientes la idea de que se está votando un cambio radical de “régimen”, o de sistema de gobierno, sobre el argumento de que la opción a tomar es votar “antisistema”, o sea el cambio radical de la forma de gobernar; especialmente que se pone en la picota al sistema prevalente por ser “corrupto” de raíz, o de una mafia mentirosa y ratera.
Su antítesis, es calificada como una de “populismo o de derecha o de izquierda”, que se endereza –en tanto sistema gobernante- a un caos social, político y económico previsible de enormes proporciones, como los que ocurren y han ocurrido en América Latina. Con su epítome en Venezuela y recargados por la insana crueldad violenta de los cárteles de la droga o crimen organizado. Se trata de una disputa de todo o nada, de blanco y negro, de bueno y malo, radicales, sin matiz alguno, demonizantes, y por tanto maniqueas. La elección de 2000 se resolvió invocando el famoso “voto útil”, para no desperdiciar una oportunidad histórica de cambio. Hoy, aun los millenials ya conocen sus precisos resultados; 12 años que en el fondo no cambiaron el sistema prevalente, aunque sí lograron la alternancia en el poder.
Ante lo cual, hoy se hace necesario recurrir al análisis de las expectativas ciudadanas, para no caer en la visión de espejismos que, al final, no existen, son nada, se disuelven en polvo. En este sentido, recupero una visión crítica que surgía a la par del proceso político de referencia.
Si nos remontamos unos años atrás, digamos hacia el año 2000, electoralmente ya nos confrontábamos con diversas teorías sociales de la comunicación masiva que involucran las expectativas ciudadanas y los resultados sociales, por lo general inesperados. Y este sutil juego de la inteligencia emocional, nos la hace, cuando esperamos ardientemente un resultado específico a partir un deseo personal o colectivo. (Nota mía: El Heraldo de Aguascalientes, El punto posible de inclinación. 12/04/2000. Tiempo Humano 230. Por: Francisco Javier Chávez Santillán).
Aquella elección presidencial, cargada profusamente de intensas expectativas de cambio político, mereció el calificativo de “transición histórica”, se relevaba al PRI de 70+ años en la presidencia de la República y se instalaba un gobierno de la “alternancia”, con el PAN, en la persona del presidente Vicente Fox Quesada.
Aclaré que no era mi intención echar un balde de agua fría en la ferviente creencia de quien ya apostó a un particular “punto de inclinación“, sobre el que se construían las expectativas de los resultados finales de la elección presidencial de ese tiempo. Más bien mi sugerencia apuntaba hacia el punto de inclinación más seguro, y que es el que aconseja el sentido común, es decir, si bien es plausible esperar que este tipo de intervenciones perfectamente enfocado y apuntado con precisión ocurran en la realidad; al final, pueden tener otros resultados diferentes a los explícitamente buscados, y ello redunda en frustación social.
Efecto que, en sano realismo, quiere decir que no por muy intensa que sea la voluntad de cambio, habrá de producirse exactamente el efecto buscado, porque la estructuración y la dinámica de un todo social obedecen a una mayor complejidad de fuerzas y de direcciones, de las estrictamente esperadas por una mente enfocada y concentrada en un objetivo preciso. Baste por ahora referir este análisis al autor Malcolm Gladwell, en su bestseller “El punto de inclinación” (“The Tipping Point”, 2002). Esta obra obedece a una especie de nuevo espíritu de activismo social, y que postula en el fondo un principio del cambio, que puede frasearse en los siguientes términos: una intervención correctamente apuntada, enfocada con gran precisión, puede funcionar después de todo. La idea fundamental del Sr. Gladwell se puede cifrar en una analogía entre los movimientos sociales y una epidemia; la cual se sostiene en el principio de que los patrones de comportamiento pueden extenderse como los virus, a partir de unos cuantos individuos pueden pasar a una enorme población.
Recordemos que los precedentes comicios presidenciales 2012 se caracterizaron por la irrupción de una manifestación juvenil de impensables repercusiones; se trató en concreto de las demostraciones de repudio de un importante contingente de estudiantes de la Ibero, campus Santa Fe, al candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto, en su visita del día 11 –de mayo de 2012- a las 11 horas. (Nota mía: LJA. Jóvenes a la carga. Mayo 26 de 2012). Esta sorpresiva emergencia, sí hizo la diferencia, pues hizo constar aunque fuera de manera explosiva, una posición nueva y divergente de parte de jóvenes, potenciales electores, cuyos grupos quinquenales de 15 a 30 años de edad, previamente en comicios anteriores registraban de manera ominosa, su patente letargo participativo o de plano su silencio electoral; si no, su radical indiferencia a la vida política del país. Por ello, es preciso recordar.
“Se te olvida / Que me quieres a pesar de lo que dices / Pues llevamos en el alma cicatrices/ Imposibles de borrar. (La Mentira. Álvaro Carrillo). Hace apenas seis años que estábamos en una situación muy similar a la que estamos por ingresar.
El INE, con base en el pacto electoral inserto en la ley, está a punto de mandarnos a un tiempo de silencio electoral, supuestamente para irnos a ponderar en el silencio de nuestra conciencia, durante este retiro del mundanal ruido proselitista político; así, podemos reflexionar, atreviendo a mirarnos a nosotros mismos, valiéndonos de un espejo. Para el caso de las pasadas elecciones presidenciales 2012, nos lo proveyó la Secretaría de Gobernación, mediante su Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas. CUARTA ENCUP. 2008. (Cfr.: LJA. El retiro y la veda electoral. Sábado 10 de Marzo 2012). Tiempo en que aplica lo de: – “Cuando el hombre se mira mucho a sí mismo, llega a no saber cuál es su cara y cuál es su careta”. Pío Baroja. Espejo de cuyos principales resultados obtuvimos este retrato:
-Uno de cada dos ciudadanos mexicanos cree que México vive en una democracia, y uno de cada tres dijo estar insatisfecho con la misma-. Cerca de la mitad de los entrevistados opinaron que en México estamos más cerca de un gobierno que se impone, que de uno que consulta. – La gran mayoría de los ciudadanos considera que en el país las personas respetan la ley. Lo que imprime una foto de frente, que nos acusa como demócratas no muy satisfechos y reacios a participar en política, más propensos a sentirnos víctimas, aunque sí queremos ser legales.
-La foto de perfil, viene con una postura de arrogancia y altivez: – El 60 por ciento de los ciudadanos dijo tener poco o nada de interés en la política. Lo que puede estar asociado al hecho de que tres de cada cuatro ciudadanos opina que lo que los diputados y senadores toman más en cuenta al elaborar las leyes son sus propios intereses o los de sus partidos.
La imagen de torso, muestra un cierto donaire electoral y un aire de familia: -Más del 70 por ciento de los ciudadanos dijo haber votado en las elecciones presidenciales de 2006, federales de 2003, presidenciales de 2000 o en las elecciones del gobernador de su entidad. -La mayor parte de los ciudadanos (93 por ciento) confía mucho o algo en su familia. Por otro lado, el porcentaje de mexicanos que confían en las instituciones es relativamente bajo.
La foto de piernas y caderas indica la robustez y solidez de fundamentos: -Las instituciones que gozan de mayor confianza son la Iglesia (72 por ciento), el ejército (67 por ciento) y el IFE (66 por ciento). Los gobernadores de los estados y el Presidente de la República gozan de la confianza de más de la mitad de los encuestados. –Y también los pies de barro: -Las instituciones que registraron los menores porcentajes de confianza fueron los sindicatos, la policía y los partidos políticos.
Y, finalmente la de espaldas, muestra el lado taciturno que aún cargamos los mexicanos: -El 42 por ciento de los ciudadanos no respondieron a la pregunta ¿usted en lo personal se considera de izquierda o de derecha? o manifestaron no saber la respuesta. La ENCUP 2008 fue levantada entre el 3 y el 28 de noviembre.
–Y hoy resulta / Que no soy de la estatura de tu vida / Y al soñar otros amores / Se te olvida / Que hay un pacto entre los dos. (La Mentira. A. Carrillo. Ibídem).
En suma, el riesgo que conlleva una interpretación del cambio social, de naturaleza semejante a la epidemia viral, consiste en producir efectos muy disímiles en naturaleza a los estrictamente previstos; digamos, nos inclina a la frustración de un relevo del grupo en el poder, que pudiera acaecer en una inestabilidad social de magnitud considerable que desemboque en una real revuelta social contra el estado de cosas… ¿de verdad, estamos preparados para encauzar y controlar estas energías sociales salidas de control? Piénselo una vez más.