Según la Encuesta Nacional de Drogas Alcohol y Tabaco 2016-2017, publicada por la Comisión Nacional Contra las Adicciones, Aguascalientes es uno de los estados de la República con mayores índices de alcoholismo: segundo, por debajo de Jalisco, con mayor consumo de litros per cápita; en consumo en población de 15 a 65 años somos el primero; tercer lugar de mujeres de 12 a 17 años (4.5% de la población) que lo ingieren diariamente; el sexo femenino hidrocálido mayor de edad, es el que más bebe en el país.
El alcoholismo redunda en otras problemáticas para nuestro estado, en 2013, la ciudad de Aguascalientes tuvo hasta 5000 accidentes al año según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). De los cuales, es oportuno señalar tres patrones importantes: 1) la presencia del alcohol, 2) el número de jóvenes involucrados y, 3) las horas y días con mayor frecuencia. Primero, la presencia del alcohol está en el 54 por ciento de los percances y en el 25 por ciento de los accidentes hubo al menos un muerto. Segundo, la presencia de jóvenes en los accidentes ha aumentado durante los últimos años, el Instituto de Servicios de Salud del Estado de Aguascalientes (Issea) mencionó que en el 80 por ciento de los accidentes estaban involucradas personas de 15 a 29 años de edad. Tercero, los días y horarios con mayor índice de accidentes terrestres y con presencia de alcohol se dan a altas horas de la noche y durante los fines de semana.
¿Estamos en presencia de un aumento reciente de alcoholismo o es una constante de nuestro estado? La realidad es que las encuestas sobre la materia son de años muy recientes por lo que no existen formas de comparar y saber cuál era la situación al menos en el siglo anterior, a menos que nos remitamos a la cultura popular donde somos reconocidos por nuestra Feria de San Marcos y su ya famoso apodo de ser “la cantina más grande del mundo” o porque durante una etapa de nuestra historia fuimos importantes productores de vinos y brandys, o, como dice José Alfredo Jiménez en su canción Aguascalientes: “agarrar una botella/ y acordarse de una ingrata/ y a salud de sus desprecios/ dedicarle una canción./ Aguascalientes, pedacito de mi tierra/ de éste mi México tranquilo y valedor/ Aguascalientes, donde nace la bohemia/ eres la cuna de las fiestas y el amor”.
Leaving Aguascalientes ¿Es entonces esta de cuna de la fiesta, esta faceta cultural de nuestro estado la que nos hace beber de forma exagerada? No lo sabemos, sin embargo, en nuestro deambular por cantinas y bares de este estado hemos podido conocer a decenas de personajes como Ben Sanderson (Nicolas Cage) que por algún problema deciden una lenta autodestrucción atrapados por el exceso de alcohol, viviendo prácticamente en los tugurios, y es que recordemos que la película Adiós a Las Vegas (1995) por la que Cage recibió un Oscar como mejor actor, se basa en la autobiografía del guionista John O’Brien y la historia es por demás conocida: devastado por su divorcio y la pérdida de su trabajo, decide irse a Las Vegas donde comienza a beber en exceso, conoce a una prostituta con la cual iniciará una extraña relación de amor-dependencia donde el alcohol es el hilo conductor de una historia de destrucción humana. En la vida real, el autor de la novela se suicidó pocos meses antes de que la cinta fuera estrenada.
¿Es la permisividad (aumento de giros negros) lo que fomenta nuestro alcoholismo? Lo dudamos, las estadísticas de lugares con altos índices de libertad y bajo consumo en drogas y alcohol nos dicen que este albedrío no genera libertinaje, pensemos por ejemplo en la Ciudad de México, que a pesar de lo amplio de su oferta en la materia, aparece por debajo de la media en el consumo de litros per cápita ¿Debemos prohibir o aumentar las regulaciones en torno de estos vicios? Definitivamente dentro de una socialdemocracia la prohibición no es opción, se debe partir de considerar al alcoholismo hidrocálido como un problema de política pública y con base en ello proponer soluciones que transiten por la educación, la prevención y controles más estrictos en torno a la cultura del consumo, por supuesto el aumento de mecanismos de vigilancia de tránsito (conocidos tradicionalmente como alcoholímetros), entre otros.