En 2011, Peter Cohan, columnista de la revista especializada en negocios y finanzas Forbes, publicó un artículo en el que señalaba que el Bitcoin era ilegal y que terminaría en una catástrofe global, en una bancarrota. Sostuvo que era una burbuja y que no alcanzaría nunca un auge. Irónico: si Cohan hubiera comprado 100 dólares en bitcoins en el año 2011, hoy tendría 78 millones de dólares.
¿Qué es el bitcoin? El bitcoin es una de las conocidas como criptomonedas o monedas virtuales. Pero no debe confundirse con el dinero electrónico que utilizamos en las tarjetas de débito, crédito o vía transferencia electrónica, puesto que estos son instrumentos u operaciones respaldadas por dinero común a través de instituciones de crédito, es decir, un banco. El bitcoin es otra cosa.
En el uso del bitcoin, el dinero que tenemos no está en las bóvedas de una institución de crédito (banco), sino en nuestra computadora, en algo denominado monedero virtual. Las operaciones que se realizan con bitcoin son transferencias de un monedero virtual a otro y se conocen como transacciones peer to peer. Es decir, no hay una entidad que regule o respalde al bitcoin, es una red de socios que aceptan un valor para realizar intercambios.
¿Un mecanismo de intercambio de bienes y servicios a través de una moneda virtual no regulada, esto es, libre de impuestos? ¡Qué maravilla!, un paraíso fiscal en el cual se pueden realizar operaciones sin que nadie regule. O ¡qué horror!, un agujero negro en la economía en la cual existe un intercambio de bienes y servicios que nadie controla, que nadie regula, que está más allá de las leyes y que además de parecer inseguro (porque nadie garantiza nunca el valor de la moneda y un día puede dejar de valer), parece tener todas las condiciones para anidar el mercado negro internacional (venta de armas, droga o personas a través de internet, libres de regulación legal y de impuestos).
Para desentrañar al bitcoin y lograr dar un punto de vista meramente jurídico del tema hace falta entender su funcionamiento. Trataré de explicarlo de la forma más clara posible en las siguientes líneas.
La manera más sencilla de entender cómo funciona el bitcoin, es imaginarlo como un registro contable digital. Imagine a un grupo de personas alrededor de una mesa. Cada uno de ellos se encuentra frente a una laptop y todos tienen acceso en tiempo real al mismo registro contable. Este registro lleva la cuenta del número de bitcoins que tiene cada uno de los individuos en todo momento: el saldo de cada cuenta es información pública y si un individuo quiere transferir fondos a quien está sentado en frente de él, debe anunciar esa transacción a todos los que están sentados en la mesa. Una vez anunciada esa transacción, todo el grupo la añade al registro, previa verificación de la autenticidad de esta transacción. La moneda no existe en forma física, sin embargo, un individuo no puede gastar más de una vez la misma moneda, ya que el intento de intento de incurrir en un doble gasto es detectado y rechazado por la mesa.
Así funciona el bitcoin, pero los participantes no están sentados literalmente en la misma mesa, sino que se encuentran distribuidos en todas partes del mundo y todas las transacciones se dan entre direcciones IP y no entre individuos reales. La posición de las direcciones es totalmente anónima.
El desarrollo y creación de la moneda virtual ha rebasado los límites del marco legal internacional. No hay un andamiaje de normas que controle su valor, su intercambio por otras divisas, el pago de impuestos por ingresos y consumo con la misma. Es más, no existe una norma jurídica que siquiera reconozca la validez de la misma como instrumento de cambio.
Nos encontramos, para variar, ante una situación en la que la realidad supera el marco regulatorio de una situación en concreto. Para muchos, esta nueva forma de comerciar funciona bastante bien, es democrática y es la economía del futuro. Para otros, es un riesgo económico que podría terminar en el estallamiento de una burbuja y en una innumerable cantidad de fraudes, posible lavado de dinero y en el medio ideal para que el mercado negro opere en total clandestinidad.
Es necesario regular la moneda virtual, puesto que se trata de operaciones anónimas, con una moneda cuyo valor no está respaldado en nada y que su valor es tan volátil que es susceptible a convertirse en una burbuja. Es inverosímil que una moneda valga centavos de dólar en 2011 y pase a valer cientos de miles de dólares en menos de 6 años, es la especulación por definición, es el riesgo para quienes han convertido de ella, un modelo piramidal.