Colegio de Estudios Estratégicos y Geopolíticos de Aguascalientes, A.C.
Edificio Ronald Reagan, Washington, D.C. 18 de diciembre de 2017. Rodeado por la crema y la nata de las Fuerzas Armadas de su país, Donald Trump explica su Estrategia de Seguridad Nacional. El neoyorquino dice: “Esta estrategia reconoce que, nos guste o no, estamos envueltos en una nueva era de competencia. Aceptamos las competiciones militares, económicas y políticas alrededor del mundo”. Luego, Trump define a los adversarios: “Enfrentamos a regímenes traviesos que amenazan a los Estados Unidos y a nuestros aliados. Enfrentamos a organizaciones terroristas, redes criminales trasnacionales…”.
Trump reserva su vitriolo para sus más poderosos antagonistas: “También enfrentamos potencias rivales, Rusia y China, que buscan retar la influencia, valores y riqueza estadounidense”.
La escena arriba mencionada sirve como prólogo al presente artículo, el cual tiene por objetivo explicar los antecedentes en materia doctrinaria, en qué consiste la nueva Estrategia de Seguridad Nacional y cómo afecta a México y América Latina.
Desde hace 70 años, los presidentes de la Unión Americana tienen por manía, primero, y, luego, por decreto, enunciar una doctrina en materia de seguridad nacional. El primero en hacerlo fue Harry Truman en marzo de 1947. En la doctrina homónima, Truman anunció, ante el Congreso de su país, que los Estados Unidos “apoyarán a los pueblos líderes que resistan las tentativas realizadas por minorías armadas, o a través de presiones exteriores”.
La Doctrina Truman se convirtió, con algunas variantes, en el documento que guió los esfuerzos estadounidenses durante la primera parte de la Guerra Fría. Luego de la debacle de Vietnam y la división de la sociedad estadounidense, le tocó el turno al presidente Richard Nixon de ofrecer una variante en términos de seguridad nacional.
En noviembre de 1969, Nixon enunció la doctrina sinónima. En ella, los EUA cumplirían los compromisos de sus tratados, “ofrecerían protección” a sus aliados, pero en los casos de una agresión no nuclear, los EUA “esperarían que la nación directamente amenazada asumiera la responsabilidad básica de aportar hombres para su defensa”1.
La Doctrina Nixon guió los esfuerzos por distender la tensión entre los EUA y la URSS, pero se dio en un ambiente de relativa debilidad para los EUA. Sin embargo, un exactor de películas B de Hollywood, Ronald Reagan, tenía otras ideas al respecto.
En 1981 Ronald Reagan, quien hizo campaña con el lema Make America Great Again (“Hacer de nuevo grande a los EUA”) llegó al poder. Reagan, a través de una serie de directrices presidenciales, se propuso reafirmar el poderío estadounidense, presionar a la Unión Soviética y, fundamentalmente, alterar el rumbo de la Guerra Fría.
A través del incremento del gasto militar, la competencia en el Tercer Mundo (Afganistán, El Salvador, Nicaragua), la subversión detrás de la Cortina de Hierro (Polonia) y un nuevo enfoque negociador ante un joven líder reformador (Mijaíl Gorbachov), Reagan extrajo concesiones de los soviéticos en la mesa de negociaciones. Finalmente, en noviembre de 1989 cayó el Muro de Berlín y se podía decir que Occidente había ganado la Guerra Fría.
La última década del siglo XX representó unas “vacaciones estratégicas” para los Estados Unidos, pues no había rivales dignos de disputar la supremacía al coloso estadounidense. Sin embargo, ello cambió una mañana de septiembre de 2001. A partir de entonces, la Unión Americana, convertida en un Prometeo liberado, lanzó su furia por el orbe.
George W. Bush, el Texano Tóxico, delineó, en 2002, su doctrina en los siguientes términos: “Destruir a las organizaciones terroristas, confrontar a los países promotores del terrorismo, promover la libertad”2. En pocas palabras, los Estados Unidos, bajo Bush, se comprometían a rehacer al Medio Oriente a imagen y semejanza de los Estados Unidos.
El resultado es bien conocido: la derrota estratégica de los Estados Unidos en Afganistán e Irak, acontecimientos que ocurrieron a la par de la Gran Recesión de 2007-2009, el ascenso de China y el resurgimiento de Rusia como gran potencia.
Trump, el supremacista blanco, anunció ayer lunes 18 de diciembre su doctrina, la cual se basa en cuatro pilares: Proteger a la Patria, al pueblo y al modo de vida estadounidense; promover la prosperidad estadounidense; preservar la paz a través de la fuerza; y avanzar la influencia estadounidense.
Si bien México no es mencionado explícitamente, hay partes del documento que no dejan lugar a dudas de que están dirigidos contra nuestro país. Por ejemplo: “En casa, las fronteras porosas y las leyes de inmigración no aplicadas han creado un anfitrión de vulnerabilidades. Los cárteles criminales están trayendo drogas y peligro a nuestras comunidades. Las prácticas de comercio injustas han debilitado nuestra economía y exportados nuestros empleos a ultramar”3.
En pocas palabras, la inmigración desordenada, el crimen trasnacional y los tratados de libre comercio desfavorables (TLCAN) son un peligro para los EUA. Y todo ello, en mayor o menor grado, tiene que ver con México.
¿Qué propone Mr. Trump? Construir el muro fronterizo, el uso de defensas de varias capas y tecnología avanzada, el empleo de personal adicional. Asimismo, el TLCAN debe “adherirse a altos estándares en propiedad intelectual, comercio digital, agricultura, mano de obra y el medio ambiente”.
En lo referente a América Latina, Trump señala que el crimen trasnacional amenaza la estabilidad de América Central. Asimismo, China y Rusia representan los rivales que disputan la hegemonía a Washington en la zona.
Finalmente, nuestras élites, empresarial y política, deben darse cuenta que con Trump en la Casa Blanca, los Estados Unidos mostrarán, en el mejor de los casos, indiferencia hacia México; en el peor, hostilidad.
Aide-Mémoire. El escribano desea una Feliz Navidad y un próspero Año Nuevo 2018 a los colaboradores y lectores de La Jornada Aguascalientes.
1.- Kissinger, Henry. La Diplomacia. Fondo de Cultura Económica, México, 2000, p. 701
2.- Brands, Hal. What good is Grand Strategy? Cornell University Press, Ithaca, 2014, p. 156-162
3.- National Security Strategy of the United States. December 2017 https://goo.gl/bQP5zB