Pasar las fiestas fuera de casa nos nutre de nuevos recuerdos y sabores, aunque esta parte de “fuera de casa” es sólo un decir pues, visitamos a la familia y estamos también en nuestro hogar cargando las pilas de cariño para iniciar el próximo año con el corazón llenito mientras que en año nuevo la otra parte de la familia termina de colmarnos de amor y buenos deseos.
En fin, en muchas visitas hechas a la Ciudad de México hacía tiempo ya que no nos dábamos la oportunidad de vivirla como citadinos sino como turistas. Así pues este año decidimos hacer la vuelta de La Gula Vegetariana y acudir, en lugar de los museos a las placitas o tianguis cercanos a San Ángel.
San Ángel es un espacio divino de la Ciudad de México, me encanta recorrer sus calles empedradas, pasar por la casa de Don Gabo y Monsiváis, recorrer su tianguis cultural los sábados y descubrir sitios donde algunas películas, videos musicales o leyendas enriquecieron parte de la historia del sur de la capital.
Antes de iniciar la narración debo reconocer que me parece muy pintoresco el que el camión de la basura aún sea anunciado, antes de pasar, por el campanero. Él y el sereno fueron leyendas que sólo conocí cuando mamá nos contaba el como había vivido de niña, en Aguascalientes mientras aquí en San Ángel aún es una tradición.
En fin, iniciemos el recorrido culinario por las placitas con los tlacoyos de maíz azul. No sé si a usted le ha pasado que tiene ganas de tortillas azules y en las tierras san marqueñas es muy difícil encontrarlas, por ahí una cadena de supermercados de vez en cuando tiene pero no vende la masa para preparar antojitos mientras que en los tianguis de la Ciudad de México hay tortillas y tlacoyos azules por doquier, deliciosamente rellenos de habas, requesón y frijoles, cocidos al comal y no fritos de manera que, cubiertos por una camita de lechuga y bañados en salsa verde con chile de árbol, qué cosa tan buena.
Algo que, verdaderamente me impresionó, es que los tianguis están muy, muy limpios y ordenados además de que cuentan con una variedad de frutas y verduras amplias. Los puestos tienen una manta de color rosa mexicano, el color de la ciudad, y el piso está lavado de tal forma que mientras uno camina por los pasillos no hay olores fétidos.
Todas las frutas y verduras están ordenadas y colocadas una sobre otra, lo que hace lucir a los puestos más limpios y cada producto tiene un cartel con el costo.
La propiedad de los tianguis chilangos es algo que el municipio de Aguascalientes debería de copiar para regular los precios y que nosotros tengamos un mercado sobre ruedas más digno.
De los exquisitos tlacoyos pasamos a las habas verdes. En Aguascalientes no podemos comer habas frescas, las encontramos deshidratadas en paquetes de medio kilo o a granel, mas no casi recién cortadas. Así pues las habas verdes las venden crudas y preparadas con pico de gallo y orégano, son una botana deliciosa, nutritiva, muy mexicana y económica, aunque es muy difícil el comer pocas. A uno sólo le queda congelar algunas para comerlas de regreso de las vacaciones, de verdad es una cosa que no es posible dejar de probar si visita la Ciudad de México y de la que va a querer disfrutar cada vez que regrese.
Y qué decir de los tacos de guacamole, hecho en grandes molcajetes a la antigua y que ofrecen con el fin de engatusarlo a uno para comprar grandes cantidades a causa del antojo o bien de la ensalada de nopales con cebolla, cilantro y orégano que se antojan al pasar.
Ya con las habas, los tlacoyos, nopales, flor de calabaza súper frescas únicamente faltaban los huauzontles capeados. Nunca había escuchado hablar de ellos, huauhzontli significa cabello de amaranto, por lo que lo convierte en hermano del amaranto y primo no sólo del epazote sino también de la quinoa y como ésta última es considerado un súper alimento.
El capeado de huauzontles estaba también relleno de queso fresco y bañado en caldillo de tomate. Al principio me parecieron atractivas, por la novedad y después me dio, como decimos vulgarmente, cosa comerlas, sin embargo, esta hierba prehispánica es deliciosa y debo confesar que, después de comerla, se me quitó el cansancio por completo. Su sabor no es parecido a ninguna otra hierba que hubiera probado antes y me encantó, ahora estoy en búsqueda de semillas para empezar un plantío en el jardín de la casa.
La guía gastronómica vegetariana en la Ciudad de México aún no termina, lo dejaremos en pausa hasta nuestra próxima visita, sin embargo, me deja muy en claro que en Aguascalientes hay poca producción de alimentos y por ende lo que encontramos para consumo no está tan fresco como en otros lugares donde la vegetación es más basta y por tanto existe mayor variedad de comida típica que las gorditas, las enchiladas mineras y el chile Aguascalientes.
Hay una y mil maneras de vivir la Ciudad de México su cultura y tradiciones. Esta visita me incita a experimentar recetas con los productos endémicos de Aguascalientes para crear nuevos platos típicos, así como exigir a las autoridades tianguis más dignos para todos.
Feliz Año Nuevo, nos leemos en 2018.
Laus Deo
@paulanajber