Aguascalientes es uno de los estados más pequeños del país y logró particularmente entre los años 70 y 90 un notable crecimiento gracias a las políticas de descentralización que impulsaron las instituciones responsables de la cultura por el Estado, en particular por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).
La relación de Aguascalientes con el INBA se fortalece a partir de los años 70 con un personaje que marcará en gran medida el rumbo de las políticas culturales en el estado, pero que además logró ser parte de la élite de políticos y artistas con la capacidad de tomar decisiones: Víctor Sandoval, quien fuera incluso director del INBA entre 1989 y 1991.
La vida institucional de la cultura en Aguascalientes está estrechamente ligada a Víctor Sandoval como promotor cultural en el estado, y en el país. Particularmente en Aguascalientes impulsó la creación de la primer casa de cultura en 1967, misma que después sería replicada en todo el país durante la administración de Juan José Bremer como director del INBA (1977-1981), de quien el mismo Víctor Sandoval expresó “inició la descentralización, las casas de cultura en el interior del país”. A Víctor Sandoval se le reconoce también por la creación de los más importantes premios literarios, así como la Muestra Nacional de Teatro, entre otras actividades.
La creación de las casas de la cultura en México no fue un invento de Víctor Sandoval y mucho menos del entonces director del INBA, Juan José Bremer. Este modelo de difusión cultural es de las primeras acciones que realizara André Malraux como Ministro de Cultura en Francia:
El 24 de junio de 1961, en la ciudad de Le Havre, André Malraux inauguraba la primera casa de cultura en Francia, lo que marcaba simbólicamente una etapa en la política de descentralización cultural que él se había propuesto desarrollar al asumir como “Ministro de Estado, encargado de los asuntos culturales” en 1959. En efecto, Malraux había anunciado que antes de tres años cada Departamento de Francia contaría con una casa de cultura. Y, a pesar de que solamente siete casas funcionaban plenamente al final de sus funciones como Ministro en 1969, su legado e influencia en gran parte del mundo es incontestable, sobre todo cuando se piensa en los numerosos centros culturales que fueron inicialmente concebidos bajo el “modelo francés” en Bélgica, Quebec, España (más tarde, en el decenio de 1980), y en toda Latinoamérica.
De esta forma, en México el modelo de casas de cultura encuentra eco en Víctor Sandoval y este a su vez con el apoyo de Juan José Bremer, quien multiplica estos espacios en los municipios del país; que si bien no fue en todos, sí en gran parte de ellos. Así el Estado a través de su institución INBA promueve una política cultural institucional en donde dichos espacios culturales se convertirían en receptáculos de los valores simbólicos que a través del arte y la cultura promovía el Estado Mexicano. Sin embargo las casas de cultura fue un modelo que funcionó todavía a mediados de los años 90 como los espacios de confluencia para la educación artística y además de convivencia social, incluso actualmente los municipios más alejados de la capital hacen gran uso de ellos. Al menos así sucede en el estado de Aguascalientes, en donde los municipios más alejados de la capital cuenta con una amplia población, sobre todo infantil, a diferencia de la zona conurbada en donde la participación de los niños en casas de cultura es menor.
A pesar de la importancia de las casas de cultura, las mismas políticas de descentralización las han dejado en el olvido. Sus actividades no visibilizan numéricamente las acciones de los gobiernos y sus administraciones, y cada vez más se les ha aislado de otros programas de gobierno.
La expresión orgánica más antigua ha constituido en la elección de organismos culturales con misiones específicas y aisladas que conformaban un entramado institucional dependiente de ministerios y secretarías distintas. Museos, bibliotecas, consejos para el fomento de actividades musicales, literarias, plásticas, instituciones de educación y fomento de las artes, han sido instituciones muy antiguas en el mundo occidental desde muy antiguo, pero no alcanzaron a impactar claramente el desarrollo cultural de una determinada nación.
A pesar del interés de una política cultural descentralizadora por medio de mecanismos de democratización cultural, las casas de cultura también fueron perdiendo interés por quienes a ellas asistían pues la oferta de actividades no satisfacía sus necesidades. También la falta de apertura de una política cultural democrática y participativa generó que incluso grupos tradicionales de las mismas comunidades no encontraran eco. Y es que a pesar de que las casas de cultura son muestra de acciones con un amplio sentido democratizador, no podemos negar que la misma existencia de las casas de cultura en los municipios refuerza la idea dialéctica campo-ciudad, en donde aquellos que viven en la periferia solo tienen acceso a lo que es legitimado por el Estado, perpetuando la división de clases y de manifestaciones culturales: “la relación de la cultura con la política es parte de la historia de la civilización, es decir, desde el periodo en que se constituyó en el Estado la división de clases. Civilización, en el sentido antropológico es ese momento de desarrollo de la humanidad también llamado Neolítico en el que surge el Estado, la escritura, la agricultura, hay una más notable división de clases y nace la dialéctica campo-ciudad”.
Para la capital de Aguascalientes, la modernidad también se hizo presente en la transformación de Casa de Cultura de Aguascalientes a Instituto Cultural de Aguascalientes. A esta nueva institución se fueron adscribiendo nuevos espacios culturales, además de las mismas casas de cultura de las diferentes cabeceras municipales del estado, lo que incluso podríamos entender como una política inversa al mismo procesos de descentralización que tanto pelearon y siguen peleando los estados en el país frente del centralismo de la federación. Es decir, los estados sí pugnan por una política cultural de descentralización mientras que sus municipios siguen sujetos a las decisiones de ellos. Esta situación ha generado que una política cultural que se manifiesta en el modelo de casas de cultura, bajo la óptica de política pública o incluso desde la perspectiva de desarrollo social haya quedado en el olvido.
Las casas de la cultura en el país podrían incluso analizarse como una Política de Estado pues si bien han continuado a través del tiempo, nadie podrá negar que serán reflejo de los pocos o discretos apoyos de las administraciones gubernamentales y sus estilos centralistas ha aportado cada sexenio. El olvido de las casas de cultura es claro al menos en el estado de Aguascalientes, y muy evidentemente desde la administración estatal que recién concluyó, en la cual se invirtieron millones de pesos en nuevos espacios culturales a pesar de que las casas de cultura no contaban con un proyector para la presentación de películas.
Sin duda otro de los retos que tiene la administración estatal en el sector cultural es revitalizar dichos espacios no sólo en el acondicionamiento de la infraestructura, sino también con actividades incluyentes y democráticas que generan identidad y pertenencia para los ciudadanos y revitalicen dichos espacios como centros comunitarios de participación social, artística y cultural. Esperemos que así lo sea.