Matemáticas o literatura / No tiene la menor importancia - LJA Aguascalientes
21/11/2024

¿Descubrimos las matemáticas o las inventamos? “¿Cómo es posible que las matemáticas, siendo por completo un producto del pensamiento humano, que es independiente de la experiencia, sean tan admirablemente apropiadas para los objetos de la realidad?”, preguntó Einstein.

Imaginemos a un personaje de videojuegos que tomara consciencia de sí mismo y de su entorno. Imaginemos que además, el personaje fuera curioso, el equivalente de un estudiante de Física. Probablemente sus inquisiciones lo llevarían a darse cuenta de que todo, absolutamente todo lo que lo rodea, es matemático. Los objetos que toca, las leyes que los gobiernan, su propio cuerpo, no serían sólo descriptibles en términos matemáticos sino que estarían compuestos exclusivamente de números. Las cosas, el tiempo, las “vidas” que le quedan, sus recuerdos, los colores, el movimiento de las balas, el agua en que nada: sólo números.

El doctor Max Tegmark, del Instituto Tecnológico de Massachussets, ha propuesto tal ejercicio de fantasía. Y lo usa para describir su idea acerca de nuestro mundo, éste fuera de la computadora. A diferencia de otros colegas suyos, que consideran que las matemáticas describen la realidad, Tegmark propone que la realidad no es otra cosa sino matemáticas. Lo que tocamos y olemos, la gravedad, nuestros sueños serían pues ecuaciones; complejísimas, hermosas e ingentes. El mundo, en esta versión, es 32 números (Pi entre ellos) y las leyes fundamentales de la Física, expresadas en, claro está, ecuaciones.

Quizá no se trate de un videojuego, el personaje podría provenir de una película. Neo ha descubierto que su realidad es en realidad virtual virtualidad. Todo lo que ha experimentado hasta antes de conocer a Morfeo, ha sido un fingimiento numérico. Una vez que conoce la verdad, se extrae de su falso universo, para, desde la realidad, combatir la Matrix. Sin embargo, tres películas, varias animaciones y algunos cómics después Neo continúa atrapado. Desde nuestro mundo, sigue siendo un personaje fingido por las hermanas Wachowski. Él no sabe que no existe, que es producto de imaginación, que el universo real al que escapó desde el universo matemático en que vivía es también ficción. Neo no es el Quijote.

Alonso Quijano va a la ventura en dos ocasiones durante la primera parte de El Quijote. Para su tercera salida ha mudado de la primera a la segunda parte, y en ésta se topa con personajes que lo han leído, claro, en la primera parte. Miguel de Cervantes ha inventado un autor de ficción para la novela. Cervantes pues finge a Cide Hamete Benengeli (el “autor” de El Quijote) y finge que éste finge que Alonso ha fingido al Quijote. Y el Quijote sabe que su mundo es una novela y ha de desfacer los agravios que ocurren en ella, y los que a ella se le hacen (Cervantes es consciente en la segunda parte de las críticas que se han hecho a la primera parte, e incluso de la “falsa” segunda parte que publicó Avellaneda). A tal grado llega la rebelión de los personajes cervantinos en contra de su ficticio mundo, que Miguel -otro Miguel-, sospecha que Sancho “se le imponía a Cervantes, a pesar suyo”.

“Es que creo que los personajes de ficción tienen dentro de la mente del autor que los finge una vida propia, con cierta autonomía, y obedecen a una íntima lógica de que no es del todo consciente ni dicho autor mismo”, dice Unamuno.

La disyunción es inoperante. Para recorrer este mundo, y todos los mundos, se requiere la conjunción: matemáticas y literatura.

 



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