A veces he escuchado decir que los seres humanos somos de corta memoria, es decir, ante un suceso trágico o un escándalo que se ve reflejado en encabezados en los medios de comunicación, pasan los días y el tema sale de la agenda pública “olvidándonos” de aquello que en algún momento nos movió al sentimiento de hartazgo, de enfado, de tristeza, alegría o reflexión. A menos, claro está, que posteriormente suceda algo muy similar y se retome aquel hecho. O bien, que se celebre un aniversario, tiempo que naturalmente obliga a la recapitulación y una nueva reflexión.
La materia electoral no es nueva, pues siempre nos habíamos encontrado ante los supuestos de renovar el gobierno por medios pacíficos utilizando los mecanismos democráticos que nos vienen de la antigüedad, aderezándolos con las situaciones que impactan en la realidad imperante. Su auge de unos años hacia acá se ha dado porque de haber sido una materia jurídica inscrita en la rama constitucional, se ha separado, de manera más veloz que otras ramas, obteniendo su autonomía doctrinal, legal y de enseñanza, esto es, existe una vasta referencia bibliográfica realizada por autores calificados que opinan sobre temas actuales y nuevas visiones de la materia, publicándose para su discusión. Existe además un cuerpo legal específico para la materia encabezado por la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales y una serie de dispositivos legales que le dan vida al procedimiento administrativo y jurisdiccional. Aunado a lo anterior, en las instituciones de educación superior, la materia se imparte de manera autónoma a otras ramas encontrando, incluso, en muchas universidades el posgrado específico en la materia.
Todo ello nos puede hacer pensar que las cosas siempre han sido así. Sobre todo para las nuevas generaciones, esas para las que les es cada vez más distante, históricamente hablando, sucesos conocidos como la caída del sistema o el error de diciembre, y que pueden llegar a creer erróneamente que el primero se refiere a quedarse sin redes sociales por perder datos de la compañía de telefonía móvil, mientras que el segundo, quizá, pueda referirse a cuando alguien llevó enchiladas a la cena navideña, en lugar del pavo.
Nada más lejos de la realidad. Las cosas no siempre fueron así. Tuvieron que suceder una serie de acontecimientos que se remontan a 1977, año en que la reforma electoral permitió la entrada de los partidos de oposición al juego político nacional, reglamentando en una ley de avanzada la participación que tendrían dentro de los cuerpos colegiados de gobierno. Más adelante, y de manera sucesiva, un proceso electoral de presidente de la república sin candidatos de oposición, un terremoto y la caída de un sistema que ya no daba para más, concluyó con la creación de organismos, primero ciudadanizados y a la postre profesionalizados, a través de los cuales se buscaba la celebración de contiendas políticas basadas en principios que atendieran, sobre todo, a la legalidad e imparcialidad.
Así fue el nacimiento de aquel Instituto Federal Electoral que permeó en la ciudadanía como modelo en la realización de elecciones y actividades adicionales, que a lo largo del tiempo fue adquiriendo y también perfeccionando. Fue tanto el arraigo entre la ciudadanía, que ésta terminó por apropiarse de la institución. Mejor ejemplo no puede haber cuando transformó el nombre de la credencial para votar con fotografía, ni siquiera en “la” IFE, sino en “mi IFE”.
El éxito del modelo en el que las elecciones pasaban de ser obra del gobierno, operado por su Secretaría de Gobernación, a un modelo en el cual a través de un consejo de ciudadanos se dirimieran controversias y se ajustaran plazos, fue tal que se replicó en cada una de las entidades federativas, en donde por supuesto, Aguascalientes, no fue excepción.
Teniendo como antecedente a la Comisión Estatal Electoral y al Consejo Estatal Electoral, el hoy Instituto Estatal Electoral cumplió el pasado 31 de octubre 17 años de encabezar el compromiso de construir a la ciudadanía en el ámbito local y de organizar las elecciones de gobernador, diputados locales y los Ayuntamientos del estado.
17 años de esfuerzo en los que se han implementado programas de educación cívica y ciudadana, en donde se inculcan principios y valores para que puedan ser ejercidos en la escuela, la casa, la calle y las urnas. Se trabaja con docentes, administrativos y alumnos de instituciones educativas de todos los niveles. Con servidores públicos e integrantes de la sociedad civil organizada en un trabajo permanente. Que ha organizado los procesos electorales de 2001 a la fecha en un marco de legalidad, fomentando la participación de la ciudadanía en diferentes ámbitos. Y que, más allá de todo, es una institución conformada por mujeres y hombres que a diario se esfuerzan por dar lo mejor de sí mismos por la causa en la que creen, que constantemente se actualiza en la teoría y diariamente, en la práctica, tiene su permanente evaluación.
El Instituto Estatal Electoral entrará a la mayoría de edad habiendo realizado la primera elección concurrente con la federal de los tiempos modernos, y habiendo comenzado un nuevo reto de iniciar el proceso para la renovación de las alcaldías. Se aprecia una institución joven, cada día más madura. Con el ímpetu de que quien sabe que cada año ganado es una mina de experiencia de la que hay que extraer lo mejor. Sabiendo que entrará a un proceso de madurez que le obliga a trabajar cada vez de mejor manera consolidándose en lo que sabe hacer.
Felicito a aquellos pioneros que nos antecedieron, a quienes alguna vez han formado parte de las filas institucionales y que han dejado una parte de su esencia en el edificio y en las personas con quienes convivieron. De igual manera a quienes hoy encabezan el esfuerzo del personal y al personal mismo: directores, coordinadores, jefes de departamento, asistentes y auxiliares, quienes día con día nos demuestran a base de esfuerzo que siempre se puede ser mejor en lo que se hace. Felicito de igual manera a la ciudadanía, por tener una institución que sin duda, y con el trabajo como su mejor carta de presentación, puede voltear a ver y convencerse de que van diecisiete años y contando. Y contando bien.
/LanderosIEE | @LanderosIEE