Hace algunos años, a finales de los 80, compré un libro en la Casa de la Cultura, cuando en este lugar vendían libros, ¿te acuerdas?, de hecho ahí me hice de varios de aquella excelente colección de Lecturas Mexicanas, aunque éste a la que me refiero no era de esa serie, como sea, ahí lo compré. Me refiero al libro Tiempo transcurrido del escritor mexicano Juan Villoro. De hecho, el autor presentó el año pasado, en el marco de la Feria del Libro del Palacio de Minería una segunda edición para conmemorar los 30 años de la primera publicación de este compendio de relatos aderezados con buen rock.
En Tiempo transcurrido, Juan Villoro, cuyos intereses, además de la literatura son el rock y el fútbol, nos presenta una serie de narraciones a partir del movimiento estudiantil de 1968 que concluyó con la masacre de las Tres culturas en Tlatelolco el 2 de octubre de ese año, y se extienden hasta 1985 con el sismo que cambió el rostro de la Ciudad de México para siempre, estos dos terribles eventos son el marco que da inicio y final a este libro de Villoro, cada uno de los cuentos es un año y en cada año va sazonando su deliciosa narración con la música que se escuchaba en ese momento, claro, música orientada hacia el rock.
Considerando las fechas que ahora vivimos y con la lastimosa coincidencia de que otro temblor azota buena parte del centro del país, incluida la Ciudad de México, el mismo día de hace 32 años y con la cercanía al día 2 de octubre, que por supuesto no olvidamos, se me ocurre preparar este banquete recordando aquel libro de Juan Villoro. Por cierto que en la reedición de este trabajo literario lo hace acompañar con un disco llamado Mientras nos dure el veinte con algunos músicos mexicanos, entre ellos Diego Herrera, integrante del grupo Caifanes; Federico Fong, bajista de Sangre Azteca, así con Caifanes, la Barranca, entre otras agrupaciones; Alfonso André, también de Caifanes, incluso desde sus inicios, cuando se llamaban Las insólitas imágenes de Aurora y posteriormente a Caifanes con Jaguares; pues todos son ellos los encargados de ponerle música a estas narraciones de Juan Villoro incluidas en el libro Tiempo transcurrido.
En este libro el autor repasa musicalmente 18 años de la historia contemporánea de México, nos cuenta en su suculento estilo narrativo aconteceres de la gran ciudad, lo que le pudo haber sucedido, y seguramente le seguirá sucediendo, a cualquier joven roquero habitante de la capital del país, azotado por estos duros acontecimientos que sacudieron la gran metrópoli en dos ocasiones y por diferentes causas, la segunda provocado por una situación de la naturaleza en la que el ser humano no tiene control, y la primera, quizás la más o una de las más vergonzosas páginas del México contemporáneo, ésa sí, ejecutada y provocada por el ser humano cuando es rebasado por la ambición, el poder, y quizás también por el miedo, el miedo de enfrentar a la razón y no tener argumentos para competir, es entonces cuando surge la violencia, como el principal síntoma de la impotencia y de sentirse superado por la inteligencia y la razón, así actuó el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz y tres años más tarde, el jueves de Corpus, el 10 de junio de 1971, el de Luis Echeverría Álvarez.
Desde el 19 de septiembre de 1985 hasta el 19 de septiembre de 2017 han pasado ya 32 años, mucho tiempo transcurrido y muchos otros acontecimientos, muchos de ellos también vergonzosos y que sin duda son material suficiente para otra colección de relatos, lo que no estoy muy seguro es si Juan Villoro encontraría un buen pretexto musical para construir, a partir de la música generada desde entonces, una buena colección de cuentos.
Ha habido buena música, siempre habrá manifestaciones musicales que puedan salvar la dignidad de una década o de una generación a pesar de que el sonido que define una época no sea exactamente buena música, por ejemplo, los 70, con su monótona y aburrida música disco, ofrecieron, sin embargo, ese manjar llamado rock progresivo, al menos en este decenio se editaron algunos de los mejores discos del género, aunque comercialmente, cuando se hable de los años 70 se relacionen con Stayin’ alive o Saturday night fever de los Bee Gees, sin embargo ahí estaban Genesis, Yes, Camel, King Crimson, Pink Floyd, Caravan, Soft Machine y otros nombres que dignificaron está séptima década del siglo XX, o bien, en lo que se refiere al llamado rock clásico, pues Led Zeppelin, Rush, Free, Foghat, Cactus, Geordie, y una lista inagotable se encargaron de darle sentido musical a esa época. A mi entender los 80 empobrecieron el panorama del rock internacional aunque como ya lo hemos citado, siempre hay quienes levantan la mano y dignifican el sonido de una generación y en este caso no es la excepción. Sin embargo, yo me pregunto, quizás sea sólo por distracción y pasar el rato, si Juan Villoro, en algún momento decidiera continuar sus narraciones en una segunda edición que partiera del temblor del ‘85 al temblor del 2017, qué música pondría, me imagino que, así como en el ‘85 el protagonista de la historia estaba desesperado por ver el concierto Live Aid for Africa al que sólo se tenía acceso a través de aquellas cosas llamadas antenas parabólicas, así ahora Villoro nos hablaría de los iPhones, tablets y no sé qué más, finalmente es tiempo transcurrido y claro, las cosas cambian, todo, menos el buen rock.