¿Qué es esa cosa a la que llaman izquierda? ¿Cuántas clases de izquierda hay? ¿qué es ser de izquierda? Las anteriores son preguntas que parecen fáciles de responder, sin embargo, se trata de un concepto que ha evolucionado a tal nivel que para algunos es incluso anacrónico.
Algunos pretenden situar en el espectro político a las diversas ideologías de izquierda y derecha en el famoso gráfico de Nolan, creado en el año de 1969 por el político estadounidense David Nolan, utilizando como criterios las posturas relativas a la libertad económica y a la libertad personal. Esta representación hecha en forma de un cuadrado, había sido de utilidad para discriminar a las personas de izquierda respecto de las de derecha, pero hoy resulta necesario cuestionarla.
El espectro político de 2017 no es ni de lejos similar al que era en 1969. La izquierda de aquel entonces no es la misma que la de hoy en día. No solo eso, la izquierda actual se integra por un gran número de corrientes entre lo radical y lo moderado.
Diré más. Al día de hoy existen personas que dicen ser de izquierda sin necesariamente tener claro el porqué, estos suelen ser los que ofrecen los debates más pueriles y sin sustento. Sus discusiones parten de la lógica en la cual ellos son poseedores de la verdad absoluta, tienden a ser dogmáticos y radicales a ultranza. A estas personas que se autodenominan de izquierda les llamo la izquierda inmamable, insufrible, insoportable. Como quiera llamarlo el lector.
Identificarlos no es cosa difícil, los encontrará utilizando frases comunes como “el sistema”, “el prian”, “teidiotiza”, entre otras. La mayoría de ellos son seguidores incondicionales de Andrés Manuel López Obrador, defienden por alguna razón el régimen de Maduro y comparten noticias de portales como notigodinez.com.
Esa misma izquierda es la que ha terminado por restarse adeptos, teniendo todas las posibilidades de sumarlos, puesto que no da lugar a posturas moderadas, en lugar de dialogar ataca, llena de resentimientos y rencores.
Escribo sobre el tema porque en días pasados, estos especímenes han estado más incongruentes que nunca. Primero, con la imposición de Claudia Sheinbaum como candidata a la Ciudad de México por Morena, callaron ante una práctica que se han dedicado a rechazar: el dedazo. Luego ante la salida de Monreal, el más leal hombre de Obrador y hombre de izquierda de hace 30 años, decidieron fingir demencia.
Pero el silencio más cínico fue cuando la izquierda inmamable de Morena no hizo comentario alguno cuando el PRI y MC decidieron renunciar al del financiamiento público que como partidos recibían mientras que AMLO solo dijo que habría una asamblea en la cual propondría donar el 20% del presupuesto de Morena, todo esto después de los sismos que cimbraron al país durante el mes de septiembre.
Aun así, no deja de verse en las redes sociales a los morenistas insoportables quejándose, del PRI porque no donan, luego quejándose de MC porque sí renunciaron, pero “no tienen manera de asegurarse de que ese dinero llegue a la gente, en cambio Morena está dando dinero en la mano de la gente” cuando eso ni siquiera es posible.
Andrés Manuel es mi pastor, nada me faltará. Si en Morena hay corrupción es porque son humanos, si hay dedazos es porque las encuestas falsas legitiman, si se renuncia al recurso público hay que decir que se dona y que es una dádiva del mesías. Si alguien se atreve a atacar a lo que pienso es un prianista, come-tortas y vendido.
El lector ya identificó a más de un conocido con estas características. Pero es obligado preguntar, ¿hay una izquierda que no sea inmamable? Claro que la hay. Se pueden citar personajes de izquierda que han tenido un actuar congruente y mesurado, hay incluso liderazgos que con nombre y apellido que la representan: Marcelo Ebrard, Enrique Alfaro (alcalde de Guadalajara), e incluso el mismo Pedro Kumamoto han representado al progresismo y a los liberales (que es lo más cercano a la izquierda) en un país que requiere de una oposición sensata y con argumentos.
Se puede ser de izquierda y no ser insufrible, basta con estudiar más, no ser tan dogmáticos y ser más autocríticos. La tolerancia es la clave para la discusión, nadie a alguien que cree tener la verdad absoluta. Si logramos elevar el nivel de discusión dejaremos de ser chairos y de tener miedo a parecerlo.
¿De dónde sacaron a este mamón?