De acuerdo con los datos presentados en la anterior colaboración, ¿qué podemos interpretar de esos números? La lectura la podemos hacer desde la perspectiva del vaso medio lleno o medio vacío.
A primera vista podríamos interpretar que la figura de los candidatos independientes pierde efectividad, pero si observamos con más cuidado, el escenario en el que compiten, es aún muy adverso y poco equitativo en comparación con la estructura y los recursos con los que cuentan los partidos políticos.
Para que un candidato independiente tenga un desempeño exitoso, se requieren de una combinación de factores que le permitan ser una opción de gobierno. Un elemento que tiene que estar siempre presente es un gran desgaste de la clase política y que sean reiterados los errores, e incumplidas las demandas y expectativas de los ciudadanos que votan por candidatos de partidos.
Cuando se probaron varias opciones de distintos partidos políticos y tanto uno como otro se comportan de manera reiterada con los mismos errores, o los mismos actos de corrupción, una candidatura independiente se convierte en una opción válida.
Una crítica que se hace a los candidatos independientes por parte de los partidos políticos es que se convierten en un factor que atomiza el voto. Varios candidatos independientes que compiten en un mismo territorio, dispersan la votación, y termina ganando el partido más dominante, impidiendo la alternancia en el gobierno.
Al final gana el partido con el mayor control político, que es casi siempre aquel que tiene el gobierno. Es la misma crítica que hace Ricardo Anaya a Margarita Zavala, porque su candidatura independiente va a dividir el voto panista y eso le ayuda de manera importante al PRI.
Otro aspecto importante que se observa en los dos años que llevan las candidaturas independientes es que son más competitivos en las fórmulas de Ayuntamientos.
De los 20 candidatos independientes que ocupan un espacio de representación popular, 16 están en ayuntamientos, además de acceder a algunas regidurías plurinominales.
Este dato es hasta cierto punto natural ya que el municipio es la célula básica de la organización política y social de la población. Cuando Fox gana la Presidencia, como primera experiencia de alternancia en el más alto cargo político del país, ya se había experimentado la alternancia en casi el 50% de los municipios del país.
Muchos pensamos que fue primero la alternancia en la Presidencia y después se generalizó en el resto del país, pero si analizamos los datos con mayor detenimiento, fueron primeros los territorios municipales quien experimentaron por primera vez la alternancia.
Es importante resaltar que todos los votos sumados de los independientes alcanzan promedios considerables, incluso desplazan a fuerzas partidarias pequeñas o medianas, pero es todavía un fenómeno aislado, su presencia es aún poco significativa en la totalidad del sistema electoral mexicano.
Otro rasgo a destacar, es que muchos de los candidatos independientes han sido políticos profesionales que han pertenecido a partidos políticos. En 2016 el 50% de los candidatos independientes a gobernador habían militado en partidos políticos, por lo que el discurso antipartido a veces no convence del todo a la población.
Es por ello que muchas de las candidaturas independientes no se convierten en el receptáculo del descontento social, además la población en muchas de las ocasiones, no las ve como una opción ganadora y a pesar del descontento sigue votando por los partidos políticos.
Es criticable que se utilice la figura de candidato independiente cuando tiene como trasfondo que muchos de los personajes partidistas después de un conflicto, se salgan de sus institutos políticos y que la “candidatura independiente”, esté determinada por un conflicto de intereses que al final de cuentas siguen representando a la vieja clase política a la que hoy critican.
Por esas y otras razones las candidaturas independientes han perdido credibilidad. Aún y con todo ello, conservo la idea de que llegaron para quedarse.
Que después de un periodo de prueba de ensayo y error, como cualquier proceso de enseñanza-aprendizaje, al final puedan ser una opción de oferta política al electorado, y una posibilidad para aquellos ciudadanos que no quieren ser reclutados en las filas de algún partido político.
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