Colegio de Estudios Estratégicos y Geopolíticos de Aguascalientes, A.C.
Ámsterdam y Laredo, colonia Condesa, Ciudad de México, 21 de septiembre de 2017. Los escombros forman un anfiteatro macabro, las cubetas, utilizadas para retirar el cascajo, se agolpan. De pronto, decenas de gargantas, secas por el polvo, entonan emocionadas las estrofas inmortales de González Bocanegra, musicalizadas por Nunó Roca, las cuales sirven, hoy como ayer, como un canto de desafío, una trova de batalla, una tonada de orgullo.
Los ojos de los miembros de las Fuerzas Armadas, rescatistas y voluntarios se tornan acuosos cuando voltean a ver una pequeña bandera tricolor que pende sobre una grúa. La conclusión del Himno Nacional es saludada con un estentóreo “¡Viva México!”, con el puño en alto, con chiflidos y aplausos. México está dolido, México está herido, pero México sigue en pie.
La escena arriba mencionada sirve como prólogo al presente artículo, el cual tiene por objetivo qué es, cuándo nació, cómo se ha representado y cómo acontecimientos recientes en México han revitalizado el sentimiento por la Patria.
Etimológicamente, “Patria” proviene del griego antiguo patris -tierra paterna- o del latín patria –tierra paternal. Por su parte, el diccionario Larousse define patria como la “nación considerada como unidad histórica a la que sus naturales se sienten vinculados”.
Hijos de la Independencia, tanto el ideólogo conservador, Lucas Alamán, como su contraparte liberal, José María Luis Mora, consideraban que la patria había sido engendrada durante un episodio violento: la conquista española. Ambos, Alamán y Mora, coincidirían en que “Méjico… debe su fundación al conquistador D. Fernando Cortés”.
Sin embargo, para el historiador Carlos María de Bustamante, la Patria mexicana tenía fecha de nacimiento: 16 de septiembre de 1810; lugar de origen: el pueblo de Dolores; progenitor: Miguel Hidalgo y Costilla.
La patria afrontó su mayor peligro durante la Intervención Estadounidense (1846-1848). En la serie de batallas que se sucedieron, el poeta Guillermo Prieto identificó a la patria con un lugar: Chapultepec, “mi bosque, mi encanto, nido de mi infancia…atropellado, como si viera pisoteado el cuerpo de mi padre” por las botas de la soldadesca norteamericana.
La generación de liberales a la que pertenecía Prieto, traumatizada por la invasión yanqui, hubo de llevar a cabo una regeneración de México mediante la Revolución de Ayutla y la Guerra de Reforma. Esa camada de reformadores, liderada por Benito Juárez, enfrentó también a la mayor ocupación extranjera de nuestra historia: la Intervención Francesa (1862-1867) y, por lo tanto, tenían su propia concepción sobre el origen de la patria mexicana. El siguiente cuadro lo explica:
Tabla de conceptualización del origen de la patria mexicana
ACTOR | CONCEPTO |
Guillermo Prieto | “Es Hidalgo nuestro padre / y Morelos lo es también, / los que no digan amén / es porque no tienen madre”. |
Ignacio Ramírez, el Nigromante | “Nosotros venimos del pueblo de Dolores, / descendemos de Hidalgo y nacimos / luchando como nuestro padre”.
“Los mexicanos no descendemos del indio, tampoco del español: descendemos de Hidalgo”. |
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Fuente: elaborado por el autor con datos tomados de: Krauze, Enrique. Siglo de Caudillos, 1994 y Taibo II, Paco Ignacio. Patria Tomo I, 2017
El Porfiriato (1876-1911) adoptó la visión de Manuel Payno quien publicó, en 1870, una historia en donde la patria, México, comenzaba con el arribo de Cristóbal Colón, continuaba con la conquista y la colonia. Sin embargo, para el autor de Los bandidos de Río Frío la patria se forjó durante la independencia, la invasión estadounidense, la Revolución de Ayutla, la Reforma y la Intervención Francesa. Por último, los historiadores de la época ensalzaban el papel del “Moisés y Josué” de México: Porfirio Díaz.
En el periodo posrevolucionario (1920-1940) se acentúo una visión nacionalista de la patria. José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y, sobre todo, Diego Rivera utilizarán sus murales para difundir la buena nueva de los regímenes revolucionarios. Rivera plasmó, en 1947, la historia de la patria en su obra, Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central.
A mediados del siglo XX, la Patria adquirió la forma de mujer: Jorge González Camarena pinta una mujer de rasgos indígenas, la cual empuña una bandera tricolor y en la otra mano sostiene un libro, la fémina es acompañada por un águila que devora a una serpiente. Por su parte, Jesús Helguera, representó a la patria como una mujer de facciones europeas, la cual sostiene la mano de un niño y con la otra blande el estandarte tricolor.
A finales del siglo XX, el concepto de patria evolucionó: la Patria es diversa -tiene muchas historias-, es incluyente -indígenas y afromexicanos. Asimismo, reconoce la aportación de las mujeres, los niños y los representantes de la variedad instintiva.
Cabe mencionar que la visión nacionalista de la patria menguó a fines del siglo XX. ¿Por qué? Nuestro patriotismo casi siempre se definió en contra de los norteamericanos. Por ello, cuando México firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con su eterno enemigo, los Estados Unidos, se decidió “deslactosar” la historia patria.
El primer paso: quitar a los Niños Héroes de los libros de historia. El autor de esta “hazaña”: el secretario de Educación Pública, Ernesto Zedillo Ponce de León. Este asunto fue percibido por el dictador Fidel Castro, quien afirmó, en diciembre de 1998: “Ustedes pueden hacer la prueba. Le pueden preguntar a muchos niños, por ejemplo, a muchos niños mexicanos, quiénes fueron los padres fundadores de la patria y es posible que muchos no lo sepan, pero sepan en cambio quién es Mickey Mouse”.
Segundo paso, los gobiernos conservadores (2000-2012) decidieron “desmitificar” la historia patria y se dio un movimiento revisionista, cuyos arietes ideológicos eran divulgadores de la historia: Macario Schettino y Armando Fuentes Aguirre Catón, quienes intentaron dinamitar a los próceres, en particular a Benito Juárez, “el gran padre de la patria” (Justo Sierra dixit).
Luego vino la polarizada elección presidencial del 2006, la guerra contra el narcotráfico -con su galería del horror-, la elección presidencial de 2012, el caso Iguala, los escándalos de corrupción e impunidad en nuestra clase política. Todo ello presagiaba que el sentimiento patrio, la creencia en un objetivo común para todos los mexicanos, había fenecido.
Sin embargo, dos acontecimientos recientes nos han demostrado que el amor a la patria late en el corazón de la mayoría de los mexicanos. El primero, la elección de Donald Trump. El neoyorquino comenzó su carrera política afirmando que México es una nación de “narcotraficantes y violadores”. Luego que construiría un muro y que los mexicanos lo pagaríamos.
Trump, ese primate neoyorquino, hizo lo impensable: el sentimiento patrio renació o despertó en México. Algunos de los lectores de esta columna le manifestaron en privado al escribano que, desde el arribo de Trump, cantar el himno o saludar a la bandera tricolor había adquirido un nuevo significado en sus vidas.
El segundo, los trágicos seísmos del 7 y el 19 de septiembre de 2017, generaron un estallido de solidaridad, desde Sonora a Yucatán, el cual se manifestó de diversas maneras: retirar escombros, donar dinero a fundaciones privadas, cocinar para extraños, cantar el Himno Nacional en lugares en ruinas, y viajar miles de kilómetros para entregar ayuda a los compatriotas más desvalidos en esta hora infausta.
Quizás para los mexicanos del siglo XXI, la generación milenial en particular, el sentimiento patrio es una mezcla de: la pintura de Antonio Ruiz -el Corcito- titulada Desfile cívico escolar; el uso intensivo de las redes sociales; y la emoción expresada por el gran José Alfredo Jiménez: “Descendiente de Cuauhtémoc, mexicano por fortuna”.
Aide-Mémoire. – Tordillo y Caballo Prieto Azabache ejemplificaron el sacrificio de la población equina durante la Revolución Mexicana; los binomios caninos, Frida, Humo, et al, han capturado la imaginación popular con su devoción al deber durante los temblores del 7 y 19 de septiembre de 2017.