Sinceramente no recuerdo cuál fue la primera grabación que escuché de Miles Davis en mi vida, es probable, seguramente lo fue, que la primera vez que lo escuché no lo haya disfrutado en todo lo que vale la música de este sublime trompetista y compositor, tú sabes, no es exactamente un dulcecito y nuestro oído requiere de ciertos antecedentes, e incluso de cierto entrenamiento para poder degustar a placer de su obra; como sea, es hecho es que no lo recuerdo, finalmente, tampoco es muy importante, pero sí me queda perfectamente claro que no tardé en sentir por su obra una atracción irresistible, después, ya con mayor conocimiento de causa, pude sumergirme más en las insondables profundidades de su talento y creatividad. Lo que todavía sigo sin entender, es de dónde le salía tanta música a este genio del jazz, o quizás no deberíamos decir del jazz, eso sería limitar groseramente sus verdaderas posibilidades creativas, es simplemente un genio de la música.
Las aportaciones que Miles Davis ha hecho a la música son del mismo tamaño de otros grandes, como es el caso de Louis Armstrong, Charlie Parker, John Coltrane o Duke Ellington. La carrera musical de Miles Davis, si queremos ubicarla dentro del jazz con el fin de poder hacer apreciaciones más concretas, podemos decir que evolucionó por lo menos durante cinco décadas, su manera de entender y hacer la música, no permitía estancamientos o cómodas estancias durante mucho tiempo en un mismo lenguaje, en este sentido lo podemos ubicar en la misma sintonía de esos músicos siempre ambiciosos que no pretenden quedarse mucho tiempo en una misma fórmula, aunque esta les esté funcionando muy bien, lo interesante de su pensamiento musical es la intensa e incansable búsqueda de nuevas formas de expresión musical.
Siguiendo dentro del jazz, del que de ninguna manera era patrimonio exclusivo, sus intereses iban desde el be bop y el cool pasando por el hard bop y la vanguardia en el jazz, en este sentido, por ejemplo, podríamos citar su gran obra maestra, Bitches Brew, que de hecho trasciende todas las fronteras de la a veces necia actitud de clasificar la música.
La diversidad de lenguajes cultivados por Miles Davis lo llevaron a colaborar con una importante cantidad de músicos igualmente de lenguajes muy poco ortodoxos y frecuentemente difíciles de ubicar en un contexto musical determinado. Entre algunos de esos músicos con los que trabajó en diferentes momentos de su fructífera carrera podemos contar a John McLaughlin, Marcus Miller, Chick Corea, Dave Holland, Joe Zawinul, George Benson, Keith Jarrett, Billy Cobham, Jack deJohnette, y así podríamos seguir anotando nombres de grandes luminarias del jazz que en colaboración con Davis enriquecieron al escena de la música internacional.
Como te comentaba al inicio de este banquete, no recuerdo cuál fue el primer disco que escuché de Davis, pero sí recuerdo con claridad que algunos de los discos que más me han impresionado de Miles Davis son, entre otros, Birth of the cool, el primero de su extensa discografía y que tiene fecha de 1950, Miles Davis and the Modern Jazz Quartet, este de 1954, su exquisita versión de Porgy and Bess de George Gershwin que realizó en 1958, el infaltable Kind of Blue de 1959, sin duda uno de los mejores, o el Sketches of spain de 1960, aquel de Miles Smiles de 1966, In a silent way de 1969 y en ese mismo año, a finales de agosto de 1969, cuando apenas se estaba levantando la basura y los escombros dejados en el Festival de Woodstock, Miles Davis entra al estudio de grabación en la ciudad de Nueva York acompañado por un ejército de genios de la música, entre ellos, Wayne Shorter, Chick Corea, John McLaughlin, Dave Holland, Harvey Brooks, Jack deJohnette, Bennie Maupin y Juma Santos, una formación de lujo para generar uno de los discos más inteligentes y ambiciosos en la historia de la música del siglo XX, sin duda, una de las más brillantes joyas de la musicales dentro y fuera del jazz, me refiero al Bitches Brew, un álbum doble en donde, además de la impresionante creatividad de Miles Davis, encontramos un delicioso ejemplo de lo que es el a veces incomprendido arte de la improvisación, improvisación perfectamente organizada y planeada, aunque suene esto contradictorio y hasta paradójico, pero con este disco entendemos que para hacer un buen trabajo de improvisación, no basta con saber tocar bien y tener una buena comunicación con los compañeros en el escenario o en el estudio de grabación, sino que además de todo eso que es necesario e imprescindible, también se tiene un conocimiento erudito de la improvisación como arte y para al cual se requieren de conocimientos académicos y de una verdadero trabajo de ingeniería de audio en el estudio de grabación. Yo considero el Bitches Brew como uno de los mejores documentos sonoros del siglo XX, sin duda lo es.
La vida de Miles Davis en la música fue rica y generosa, aproximadamente cinco décadas aunque apenas vivió 65 años, es decir, toda su vida estuvo dedicada a la música. Nació en mayo de 1926 en Illinois, un estado cargado de blues y de esa deliciosa negritud que caracteriza a la música de toda la región del Delta del río Mississippi, sin embargo, en el caso de la propuesta musical de Miles Davis encontramos una riqueza de contenidos en su creatividad y trabajo de composición que trasciende por mucho todo intento de clasificación. Miles Davis murió el 28 de septiembre de 1991 en Santa Mónica, California, es uno de los más grandes compositores en el siglo XX en el hemisferio occidental.