Nos parece que los principales objetivos de los gobiernos en México hoy en día son básicamente tres: la seguridad, el combate a la corrupción y la disminución de la pobreza. En relación con este último, se creó en el país un organismo público autónomo denominado Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), que esta semana dio noticias importantes sobre los indicadores en la materia. La crítica a estos datos es fundamental, implica un ejercicio de diálogo democrático, sobre todo si se hace analizando en su conjunto y contextualizando correctamente, es decir, que no exista un sesgo, pues tenemos que ubicar los resultados en el país y por supuesto en el estado, de otra forma puede realizarse un ejercicio vacuo y sin otro sentido que desprestigiar.
Si observamos el periodo 2010-2016, los resultados son más que exitosos: para 2010 Aguascalientes contaba con el 38.1% de su población en situación de pobreza; en 2016, la cifra se situó en 28.2%. De tal suerte, en seis años se sacó al 9.9% de la población del estado de la pobreza. Contrastando dicho logro con las demás entidades, nuestra entidad ocupa el cuarto lugar entre aquellas que más lograron combatir la pobreza. En el mismo periodo del tiempo, a nivel país se consiguió reducir la pobreza en 2.5%, con lo cual Aguascalientes cuadruplicó el logro nacional. Lo anterior se traduce en que, en el pasado sexenio, los resultados son más que positivos, y comparados, demuestran la existencia de políticas públicas efectivas que fueron ejecutadas en ese periodo por el Ing. Carlos Lozano de la Torre y sus colaboradores. De hecho, uno de los logros más importantes fue el abatimiento de la pobreza extrema: en 2010, el 3.8% de la población de Aguascalientes vivía en ella, para 2016, el porcentaje bajó a 2.3, lo cual no es un dato menor, pues representa una reducción del 40%. Así, el gobernador no mintió en su último informe, como afirma erróneamente ésta, mi casa editorial, en su artículo publicado en 31 de agosto.
La pobreza tiene muchas dimensiones, consideramos que uno de los indicadores más complejos e importantes es el de acceso a los servicios de salud, pues justamente las enfermedades mal atendidas, combinadas con un aumento en el gasto catastrófico, provocan una disminución considerable en la calidad de vida y son las culpables en buena parte, de la pobreza extrema. Aquí, las cifras estatales también demuestran la existencia de políticas públicas exitosas. En 2010, 19.7% de la población estatal no contaba con acceso a servicios de salud, mientras que en 2016 la cifra se redujo a 12.1%, lo que representa un descenso del 38.5% en dicha carencia.
Luis Alcoriza fue un experto en retratar justamente la pobreza por ausencia de servicios de salud, y en su cinta Tlayucan, de 1962, así lo manifiesta: el hijo de un campesino que vive en condiciones paupérrimas cae enfermo, ante la falta de recursos para poder salvarlo, decide robar una de las perlas de la Virgen del pueblo, pero es descubierto y juzgado. Su condición de defensor de otros de sus compañeros, le vale la intercesión de los pobladores, por lo que se le perdona la falta con tal de que pague la joya hurtada. La cinta nos muestra una localidad rural que sufre la opresión de un patrón explotador y un sacerdote avaro (tema novedoso y atrevido en aquella época). Como es típico de Alcoriza, utiliza las pasiones humanas como leit motiv de su línea argumental: cuando la esposa del campesino es ayudada por el rico del pueblo (un siempre excelso Andrés Soler) para salvar a su hijo de la enfermedad, lo premia permitiéndole observarla (cual si ella no lo notara) mientras se desnuda para asearse.
El director Alcoriza, que también fue coguionista de Los olvidados (1950) tenía muy claro (sus películas así lo demuestran) que el mal más grave de este hermoso país son los millones de mexicanos que no tienen condiciones dignas. Por ello, es necesario aclarar una cosa: es lacerante que hoy en día en Aguascalientes existan poco más de treinta mil pobres extremos y trescientos treinta y nueve mil moderados, pero de eso a afirmar que no se cumplió con los objetivos de abatir la pobreza hay una distancia enorme. Si comparamos, como ya lo hicimos, a Aguascalientes con el resto del país, tendremos que fuimos, en esos seis años, de los estados ejemplo, esto es, algo se hizo bien. Esperemos que las cifras de Coneval y las políticas públicas exitosas del pasado, puedan ser utilizadas para continuar rescatando a más aguascalentenses del flagelo de la pobreza.