En Bocadillo no solemos hablar de Game of Thrones. Y eso no quiere decir que la siguiente será una columna acerca de porqué no ver Game of Thrones, simplemente nunca me ha gustado la fantasía épica. Y eso me vuelve un terrible nerd. No puedo disfrutar del Señor de los Anillos y más bien me dormí en El Hobbit. Como Harry Potter no es fantasía ni épica y en realidad son novelas young adult muy bien vendidas por Warner, pues resulta que es mi mero mole. Justo esta semana, el 1 de septiembre de 2017, fue cuando [en la ficción] un Harry ya adulto contemporáneo deja a sus hijos en la estación del tren para ir a Hogwarts. Y todo el internet lo ha celebrado.
Algo que hay que envidiarle a mi amorfa generación de niñotes de casi treinta años es que debido a los infames tiempos de publicación de los libros, casi casi que pudimos leer la historia de Harry en tiempo real. Por ejemplo, a mi me tocó que en cuarto o tercero de primaria saliera el primer libro (en el catálogo de Scholastic, con un arte horrendo, lo ignoré en su momento) y el último fue publicado cuando iba entrando a la universidad. Vaya manera de cerrar el ciclo de la adolescencia, ¿no creen? El primer amor, los miedos sociales, el no saber qué hacer con tu vida y esa sensación de cierre, los vivimos de manera espejo a Hermione, Ron y el Harry.
Cuando iba saliendo de la universidad estuvo en cines la última película. No es cosa chica esta locura de Warner Bros. de comprar los derechos de una saga, sí, millonaria, pero todavía incierta. Al momento de La Piedra Filosofal (2001) apenas iba saliendo el cuarto libro y con tres pendientes más bien era incierto que JK Rowling pudiera mantener el ritmo crítico. La espera más larga fue rumbo al quinto, misma que sospechosamente sirvió para que la diferencia de lanzamiento entre cine y editorial no fuera tan grande.
La otra locura de WB fue confiar en sus contrataciones para los [en teoría, que fueron muchos más] siete años de películas. Que uno de los tres chicos no muriera por sobredosis. Que no se salieran como locos de sus contratos. Hubo bajas, como la del primer Dumbledore o la del amigo de Malfoy que en los años finales fue reemplazado por otro personaje sin nombre, debido a que ingresó a prisión. Respecto al tema de directores, la saga de HP vivió todo un cambio de guardia a nivel industria. Se comenzó con la magia de Chris Colombus (el director Home Alone), quién realmente y entrando al cliché bloggeril, volvió HP una experiencia de navidad. Algo pasó detrás de cámaras y llegó Cuarón en la tercera, con la película definitiva y el blueprint de cómo adaptar los libros de una manera justa y sin meter absolutamente todo. De la quinta en adelante todas son azules, iguales y de manual. Con el modelo de director eficiente y por encargo, sin propuestas arriesgadas y más bien copiando lo aprendido en Azkaban.
Gran cosa, que la saga siga aunque sea con Animales Fantásticos. Y que cualquier niño hoy en dia pueda leer toda la serie, además de ver todas las películas. Pero en ese orden. Gran cosa. Yo soy fan ¿y tú?
@masterq / bocadillo.mx